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España España · Valencia
Críticas de Jon Alonso
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Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
6
2 de julio de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El episodio piloto de la veterana e intocable, HBO, en su incansable búsqueda por la ficción de calidad; nos ha traído Vinyl—todo el mundo sabe lo que significa— un producto, que se definiría en tres nociones: Sexo, drogas y Rock&Roll. Nueva serie que, el canal lleva promocionando, desde el último mes de diciembre pasado; como su gran apuesta por sentar—nuevamente—catedra, en esa máxima, por la libertad creativa de la ficción Made in USA. En esta ocasión, repiten formula con un dueto, bien avenido, de la añorada y magistral Boardwalk Empire: Martin Scorsese y Terence Winter. A este duo hay que añadirle el morbo de la estrella de los Stones, un gran amigo, del legendario director neoyorkino; Mick Jagger. Obviamente, el proyecto, pueden ir imaginando, que itinerario tomará. Bien, en principio, creo que han acertado: Vinyl es un drama —en toda regla— centrado en el mundo del Rock con ecos a biopic y la mácula del crimen pseudomafioso. No olvidemos que en el apartado del la producción ejecutiva están; Allen Coulter de Los Soprano (1999), George Mastras de Breaking Bad y (2008) John P. Melfi de la sensual Flesh&Bone (2015). Series que se caracterizan por unas virtudes muy específicas. Luego, como concepto, en sí, de su plateamiento: es original. Matizo y pongo el énfasis en el significado de la propuesta. El protagonista del show es el actor italoamericano, Richie Finestra (Bobby Cannavale) presidente ejecutivo del sello discográfico American Century. La primera secuencia vemos al personaje, en una esquina del Soho, al lado de un dealer, dentro de su Mercedes comprando cocaína y desesperado por esnifar el material. Una vez adquirido, comienza el estado de taquicárdico de Finestra, tras la inhalación de un par de líneas. A lo lejos, a través, del cristal las oscuras y sucias calles del barrio. Inmediatamente, el punto de éxtasis del subidón andrenalínico; se observa un abarrotado club de aquel convulso Nueva York de 1973. De repente, está dentro y alucinado con el concierto de la famosa banda de Rock-glam, The New York Dolls, mientras tocan “Personality crisis”. Así arranca el legendario director de Queens, MS, el show. A modo, de deuda personal, transformada en un proyecto entusiasta pero fallido —bajo mi punto de vista— pues, el principal problema con este denso episodio piloto; es que se quiere decir tantas cosas al público sobre la Ciudad de Nueva York en 1973 y de su escena musical, que se olvida de mencionar el porqué central de la historia. En ese entusiasmo desmesurado termina atropellándose de pastiches y tópicos, por momentos mareantes. Vaya por delante, que según relató el mismísimo Jagger, Vinyl era una historia que, inicialmente, iba a ser un largometraje. Bien, la verdad, que no será por metraje, ya que para la presentación de la misma, han contado con 120 minutos, en lo que podíamos denominar: un largometraje en toda regla. Es decir, toda la vieja pirotecnia —de las antiguas películas— factoría Scorsese; recreando con habilidad, garbo, y, el continuo ritmo adrenalínico. Bien, si volviéramos a la esquina del Soho donde nuestro personaje ve caer delante de sus narices el viejo Mercer Arts Center. Sigue en zona Spolier
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Jon Alonso
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8
8 de noviembre de 2016
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
La obra del maestro Philip K. Dick es apasionante, compleja y deudora directa de los mayores genios del género de la ciencia ficción: Wells, Asimov, Arthur C. Clark, Bradbury, Bioy Casares y Borges. Un tipo sagaz, irónico y sutil. Evidentemente, PKD, se consagró con un libro que le marcó el devenir del resto de su ingente obra: The Man in the High Castle, que en su momento, se alzó con el premio Hugo (elmayor galardón del a Sci-fi de los EE.UU). Bueno, pues, como diría el más pintao; cosas de la vida —que suelen ocurrir— para bien o para mal. La cuestión es que el interesantísimo libro de TMITH ha sido llevado a la gran pantalla. ¿Por qué no aprovechar esta fascinante obra para que el gigante de Seattle haya decidido llevar TMITHC al cable del streaming? Y lo más curioso, ha sido el público —que compra en Amazon— quien ha dado su visto bueno a esta magnífica propuesta televisiva. Bien, para aquellos más neófitos con el género o la obra de Philip K. Dick, se harán la siguiente pregunta: ¿De qué va esta historia? Nos encontramos en un mundo muy diferente al que conocemos, actualmente. Estamos en 1962 y la Alemania Nazi de Hitler ha ganado la guerra con el reino de Japón. En 1947, se toma la decisión de dividir los Estados Unidos de América. New York tiene un gobierno alemán y San Francisco otro japonés. Únicamente los estados paralelos a las Montañas Rocosas forman una zona neutral, entre las dos superpotencias reinantes, en el planeta tierra. Los Nazis ya estaban en la luna y Marte. Toda la tecnología es mucho más avanzada de lo que era, en la realidad alternativa, de aquel momento. Un joven llamado Luke Kleintank se ofrece a la resistencia en una fábrica metalúrgica —cuyo gerente— es uno de los cabecillas del movimiento opositor a los opresores nazis. Aquí comienza una historia fascinante de 60 minutos, donde Luke Kleintank (Joe Blake, CSI. Miami, Bones y Person of Interest) conducirá un camión repleto de máquinas de café hacia la zona neutral. Ahora, habría que decir aquella frase de culto del sarcástico PKD, ¿Saben cuál es la verdadera base del poder político? No las armas ni las tropas, sino la habilidad de hacer que los demás hagan lo que uno desea que hagan. Amazon ha metido un gol por escuadra —de esos, que últimamente no se brinda, a bordar— el portugués cebado de botas de oro. Cuando todo este asunto pendía de un hilo —ya que toda negociación es dinero y el dinero es política, así como ésta; es dialéctica— ya que todo se daba por hecho con la BBC que la convertiría en una miniserie. Nuevamente otro ¿Por qué? Muy fácil; porque el nombre de Sir Ridley Scott y su productora Scott Free es dueña de cientos de libros memorables, y, muchos de ellos innumerables bestsellers.En un principio, el balón lo tenía SyFy, con Frank Spotnitz (uno de los grandes escritores de guiones de Sci-fi, ya lo demostró en expediente-X) con la condición de que el productor fuera Sir Ridley. Al final, los dineros ordenan y la todopoderosa Amazon está haciendo las cosas muy bien. Transparent, Bosch, Hand of Good, Mozart in The Jungle y esperando a Woody Allen. La cuestión que tenemos una primera temporada de 10 episodios. Empero ataron los últimos cabos y se rodó el episodio piloto. La dirección artística es original, muy auténtica, claro está que, habrá quien pueda discrepar y la verá un tanto extraña. Pues, la magia del libro pesa mucho sobre el cuerpo audiovisual. Al igual que Blade Runner, Total Recall o Paycheck, y otras pelis inspiradas en relatos o historias, del genio de Illinois acaban por tener una factura maravillosa. El alma de Dick está en la historia y las imágenes. Observamos un mundo totalitario hecho pedazos. La atmosfera es asfixiante y opresiva. Algunos de los protagonista/antagonistas del libro original han sido eliminados y modificados ad libitum. La protagonista/heroína de la historia es Juliana Crain (Alexa Davalos, Furia de titanes, Mob City o las crónicas de Riddick), una joven que estudia Aikido en San Francisco. Su hermana queda una noche con ella y le enseña un misterioso carrete de película. Inmediatamente, su hermana es ejecutada por los soldados japoneses que le iban persiguiendo. Evidentemente, la hermana de Juliana estaba involucrada en la resistencia y el carrete contiene una película —que tiene unas imágenes— importantísimas para ellos. Decidida en tomar parte por la causa y que el sacrificio de su hermana no sea en balde. Juliana Crain le dice a su novio Frank Frink (Rupert Evans, Ágora, The Village y Hellboy) que le ha pasado y lo que tiene entre manos. Se dirigirá a la Zona Neutral de Colorado para entregar el misterioso paquete. Una gran cantidad del libro de Dick, curiosamente, se trata de la antigua empresa subterránea que falsifica piezas Made in USA 100% (desde pistolas de la Guerra civil a relojes de Mickey Mouse) a fin de venderlos a coleccionistas japoneses hambrientos de la cultura tradicional norteamericana. Uno de los personajes —que está fantástico— es el del malvado Obergruppenführer, John Smith (Rufus Seyer, un general de la SS) que se dedica a espiar y hostigar a la resistencia americana.
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Jon Alonso
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9
4 de mayo de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
The honourable Woman (2014) es una historia apasionante, resultado de un guion original, que hereda todo el suspense de la excelsa prosa británica del género de espías y misterio. Deudor directo de escritores insignes (Greene, Le Carre, Forsyth o el caso de su última joya, A. Horowith) que nos han dado grandes día de gloria— y, siguen dándolos— ya fueran sus novelas in situ o en las magníficas adaptaciones a la gran pantalla. Tramas donde política, corrupción e información confidencial bailan al son de un tango de Gardel en una embajada de su graciosa majestad. Si todo ello lo aderezamos de una salsa de pistacho con mucho Shakespeare, el público se sentirá más que agradecido. La BBC siempre se ha caracterizado por el trabajo bien hecho; estilo, realismo, detallismo y academicismo. Conceptos que funcionan y de qué manera… Además, en estos últimos años su apuesta por la coproducción es más que evidente. Desde la majestuosa Roma (2005) junto a la omnipresente HBO, hasta este último producto coproducido con el canal del hombre de Utah, Robert Redford y su pulcro Channel Sundance TV. La honorable mujer —para los más castizos— está barnizada de política de altos vuelos, corrupción y dobles espías al servicio de su graciosa majestad. Envuelta en un exquisito halo de misterio y delicado realismo. Dentro de un contexto geoestratégico-político demasiado complejo: Medio Oriente. Tenemos por delante ocho horas (ocho capítulos), donde su creador Hugo Blick ha escrito, dirigido y producido esta ficción que destila autenticidad y complicidad mediática. Puede que se trate de una historia con demasiada enjundia que no sabemos cómo terminará. Lo que sí que podemos afirmar que estamos ante una de las mejores producciones de este 2014. Un fascinante retrato oscuro sobre una mujer en pleno conflicto palestino-israelí sólido y demoledor. Por momentos, se atisba la angustia y tormento de la protagonista. Su reparto es extraordinario —con unos actores muy bien dirigidos— apoyados en unos precisos diálogos, gracias a la brillantez de las costuras del guion de Blick. Tenemos, por un lado a su protagonista absoluta; Nessa Stein de 36 años (Maggie Gyllenhaal), hija de un poderoso empresario británico-israelí, Eli Stein. Durante muchos años se ha labrado un prestigio dentro de la alta sociedad británica, como hombre de negocios. Pero la verdad es que Mr. Stein es sólo una mentira y una pose; su corporación encubre una red de tráfico de armas con el beneplácito de los servicios secretos del Reino Unido. La acción se inicia con el brutal asesinato del magnate delante de sus hijos Nessa y Ephra (Andrew Buchan) en un restaurante, que elípticamente, 29 años después vuelve a ser el escenario natural de una conmemoración familiar y homenaje a la figura del difunto. En el local, avistamos a nuestros jóvenes protagonistas, los cuales, se han convertido en unos respetables herederos del negocio de su padre; la Fundación Stein Group. Nessa, convertida en un miembro de la cámara de los lores—affaire, el cual, no está exento de una gran polvareda entre los corrillos de Westminster—quiere hacer de la corporación una pasarela filantrópica para establecer puentes de reconciliación entre Occidente y Oriente medio. Sin embargo, los problemas surgen; quid pro quo es un juego diabólico dónde lo que aparentemente es benigno se vuelve turbio y letal. Las buenas voluntades y los pretextos de garantizar una pax romana sobre un bidón de nitroglicerina, no son bien recibidas por parte de todos los implicados (el entorno de la familia Stein, el gobierno británico, la Cia y los mandatarios de Gaza y Jerusalén) llenos de frustración e ira. Nessa y Ephra entran en contacto con Sir Hugh Hayden-Hoyle (Stephen Rea), el jefe saliente de la inteligencia británica en Oriente Medio, y la funcionaria, Julia Walsh (Janet McTeer), que actúa como espía del MI6. El drama analiza la sensación del concepto de aquel individuo que padece el síndrome del eterno exiliado. Mal visto por los de tu condición y peor visto por los que nos son de tu misma sangre. La sensación de ahogo se percibe en Nessa. Tan sólo su sagacidad y frialdad podrán, en cierta medida, contrarrestar las máximas más arcaicas de su entorno y presentar su cara más humana. Malos disfrazados en cuerpos de cervatillos y corderos escondiendo sus fauces de lobos.Ninguna subtrama de la historia sugiere que es correcto e incorrecto por los pérfidos maximalismos, en ese callejón sin salida del mundo. Una historia de ritmo lento donde se ve la influencia de grandes series cercanas a esta temática. Desde la mítica Sleeper Cell 2005 de Showtime, pasando por Rubicon 2010 (AMC), House of Saddam 2008 (BBC) o la reciente Homeland 2011 (Showtime) en su primera temporada. La revisión de la felicidad del individuo y su modus vivendi: la familia.
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Jon Alonso
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7
27 de agosto de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen los más castizos, aquello, de… “la morcilla siempre se repite”, y la historia también. Han pasado, casi 40 años, del estreno de la legendaria miniserie Raíces en enero de 1977—mejor dicho en enero de este inmediato 2017— por el canal ABC (producida por un viejo conocido en el mundo de los documentales David L. Wolper), cuando se convertía en lo que los popes de hoy en día denominan, eso, de un Hype. Pero no un Hype cualquiera. Raíces fue un grandísimo acontecimiento socio-histórico-cultural, en todos los sentidos, y para la TV una enorme sorpresa dentro del mundo del drama clásico norteamericano de los 70. Hito que superó a la mismísima Nashville de Robert Altman, en 1975, de la gran epopeya, de la película americana por excelencia. Raíces conseguía los laureles, de la auténtica turbia y patética historia de la esclavitud —de un modo más sangrante— a todo el intocable mainstream de clásicas series históricas donde el hombre blanco velaba por los intereses de los ciudadanos de color y los nativo/americanos: aquellos indios, tan queridos por Ford, auténticos pobladores de esa utopía llamada América. Raíces puso en dedo en la llaga y su alegoría de la sociedad afroamericana, como un tema social urgente. Raíces fue capaz de concentrar —delante de pequeña pantalla— a más de 80 millones de espectadores y unos 100, en su capítulo final. Los premios y la crítica coincidían con el trabajo que deslumbraba a propios y extraños. Raíces consiguió más de 39 nominaciones a los Emmys y ganó 9. Además de un Globo de oro. La obra de Alex Haley, un elaboradísimo best seller desmembraba el movimiento genealógico de infinidad de memorándums de investigadores universitarios, donde AH invirtió años en trazar un árbol ascendente del primer afroamericano hasta llegar al continente africano en 1750. No entraremos en el análisis de determinados revisionistas, al respecto de las denuncias por plagio, a las que el autor tuvo que enfrentarse. Empero, más sorprendente, es el hecho, en sí, de la nueva narración del remake, en un ejercicio de revisión de la cuestionada obra de Alex Haley. Alguno se preguntará del porqué de susodicho alboroto, cuando un tal Richard Fleischer rodó toda esta vergonzosa humillación, en torno, a la esclavitud en su maravillosa Mandingo (1975). Claro, que también deberíamos de hablar con el amanuense de esta excelente obra, Kyle Onstott. Pero, ese, es otro cantar. Ahora, en mitad de un país fracturado, que durante estos últimos años ha tenido el primer presidente de color, desde su constitución como nación independiente; Barack Obama. Lo sigue siendo, todavía, ya cuenta los días por horas… Un hombre que parece despedirse de su país, con el pesar de no haber podido cauterizar las viejas heridas raciales, que siguen sangrando a borbotones. Obviamente, el hecho de ponerse delante de un informativo local o nacional de los EE.UU, es una radiografía de un país que narra sin parar enfrentamientos constantes por el odio racial, el abuso de la autoridad policial y las armas de fuego. California, Kentucky, Ohio o Milwaukee son lugares cercanos para cualquier ciudadano anónimo de occidente que anduviese por sus calles comprobaría que Norteamérica dejó de ser una anuncio de Benetton en Venice Beach. Sin embargo, el país, para mayor inri, sigue en metido en una contienda electoral de alto voltaje, con dos candidatos que poco aportan a este problema.
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Jon Alonso
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7
4 de julio de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Craig Johnson (Huntington, West Virginia, 1961), novelista y dramaturgo estadounidense; es autor de la popular serie de novelas protagonizadas por el sheriff Walt Longmire, las cuales, han sido adaptadas a la televisión con gran éxito. Hace ya dos años que el canal de cable A&E, otro de los nuevos satélites del gigante Warner apostó por ello. GJ, reside en la pequeña localidad de Ucross en el estado de Wyoming, donde ha trabajado como docente y agente de la ley. Aislado del mundanal ruido de la gran ciudad vive en su rancho junto a sus perros y caballos. El protagonista, Walt Longmire no es más que una extensión del escritor G. Johnson en todas sus facetas: el solitario amanuense y alter ego del personaje de su obra. Amén, del ser humano que es Johnson. Una particularidad más del clásico estilo americano de ver la vida. Una visión de la vida, que cala entre el lector y el espectador medio del agreste e infinito Oeste de los EE.UU. Hablamos de Western, Noir fronterizo, y ficción criminal. GJ, ya va por la séptima novela de las andanzas del viejo Wyoming. Su personaje el sheriff Walt Longmire sigue, a lo suyo, atando cabos y bebiendo su cerveza favorita: Rainer. Obra editada, por la no menos interesante editorial Siruela. La verdad, que fue una casualidad que acabará viendo el primer episodio de esta serie con maneras muy Sherlockholmenianas. Bien, la cuestión es que me he imbuido en el mundo criminal que pulula por estos lares. Los productores ejecutivos, Crhistopher Chulack, John Coveny, Hunt Baldwin, Michael M. Robin y Patrick McKee tuvieron la brillante idea de trasladar a New Mexico el contexto geográfico para aprovechar la infraestructura de rodaje que mantienen en aquellos parajes. El resultado no puede ser más notable, haciendo de las estribaciones montañosas de la Sierra de la sangre de Cristo, las idílicas cordilleras de Absaroka (Wyoming).Walt Longmire está interpretado por un actor australiano, Robert Taylor —todo haya que decirlo— es muy bueno (Matrix, The Fighter, The Unit y etc.) Se le nota que pone el acento del Medio Oeste y sale de apuro con nota. No tiene teléfono móvil, ni parece que esté por la labor de pedirlo para estas navidades. Es muy difícil ponerse en contacto con él. A menos que le suceda algo, a quien esté muy cerca del personaje. Su pequeña comisaria del condado cuenta con tan sólo cuatro oficiales, para cubrir una extensión aproximada a Extremadura. La oficina del retén está coordinada, por la eficiente secretaria, Ruby (Louanne Stephens). La serie arranca un año después de la muerte de la esposa del sheriff, WL en Denver donde estaba recibiendo tratamiento para el cáncer. Después del funeral, el sheriff Longmire se encerró en sí mismo. Un duelo silente y desterrado en su remota cabaña. Espacio de tiempo, en el que joven ambicioso, puntilloso y rico ayudante Branch Connaly (Bailey Chase, Damages, Salvando a Grace), se ha posicionado como uno de los candidatos a las nueva elecciones para sheriff del condado. Cuando nadie espera la aparición de WL, los oficiales Fergurson “Ferg” (Adam Bartley) y Victoria “Vic” Moretti Katee Sackhoff, (Battlestar Galactica y las crónicas de Riddick) — un joven y atlética chica que no hace mucho llegó de Philadelphia a Absaroka—informan de la muerte de un hombre en la montaña.Luego, está el problema de la reserva y la jurisdicción del condado que coincide con las tierras de nativos americanos. Pues la competencia de los asuntos dentro de ese territorio está gestionada por la policía tribal. Así que con frecuencia el departamento del sheriff debe de trabajar con ellos. En más de una ocasión, chocan los intereses de unos y los otros. El jefe de ese cuerpo es Mathias (Zahn McClarnon).
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Jon Alonso
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