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Críticas de Quique Martín
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Críticas 504
Críticas ordenadas por utilidad
9
30 de septiembre de 2023
85 de 99 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hirokazu Koreeda es uno de esos directores que siempre suelen traer películas interesantes. Cintas que, bajo una premisa más o menos compleja, suelen crecer conforme avanzan creando reflexiones sociales sobre temas tan diversos como la soledad, la familia, el sexo o la violencia. La multipremiada y ganadora de la palma de oro “un asunto de familia” -Filmin, HBOMax- es el mejor ejemplo de lo que cito anteriormente, pero luego otras cintas dentro de su filmografía como “Air doll”, “nuestra hermana pequeña” o “el tercer asesinato” -Todas disponibles en Filmin- demuestran y confirman que estamos ante un director con una sensibilidad muy especial para tratar temas espinosos y complejos y que siempre lo hace con mucho saber hacer, tacto y maestría tras las cámaras.

El 30 de septiembre llegó a nuestras salas la nueva película del maestro nipón, “Monstro”, y con ella otra nueva demostración de lo que es capaz de hacer Koreeda cuando se lo propone. En “Monstruo” Koreeda decide meterse en el territorio “Rashomon” -Filmin- y nos cuenta una historia sobre unos sucesos que se producen en un colegio y que, aunque a simple vista parecen muy claros, se van a ir embarrando poco a poco conforme avance el metraje y la información de la que disponemos como espectadores vaya aumentando.
La película, como podéis suponer si habéis visto Rashomon, está narrada desde distintos puntos de vista, pero centrándose prácticamente en los mismos hechos concretos. Y, obviamente, se va armando un puzle conforme avanzamos en la trama que nos quieren explicar.
Esto, en otras manos, podría haber acabado siendo un tiro en el pie -no todo el mundo se puede acercar con éxito al maestro Kurosawa-, que cayese en las redundancias propias de contar una misma situación con pequeñas variaciones según la perspectiva que tengamos, pero que Koreeda esquiva esa bala gracias a su enorme talento tras la cámara.
Lo que el director japonés realiza aquí es un ejercicio complejo pero muy efectivo y que se basa en evitar “la pereza” de conformarse con muchas de las escenas rodadas para sustituir eso al volver a rodar esas escenas que ya hemos visto, pero cambiando por completo la perspectiva y la forma donde coloca la cámara. Algo que, por ejemplo, no hacia Ridley Scott en “el último duelo” prácticamente nunca y que era el principal problema de su película. Aquí simplemente con la forma en que rueda las escenas “repetidas” ganan un nuevo enfoque y, con él, nosotros ganamos una nueva forma de mirar y entender lo que hay en pantalla.

Obviamente, no solo de una brillante dirección vive la película y tiene su otro principal valedor en el guion de Yuji Sakamoto -premiado en Cannes este mismo año- y que es el alma de la cinta. Sin entrar en muchos detalles, ya que creo que es importante que este viaje se realice con la menor información previa posible, la historia se construye desde lo pequeño hacía lo grande. Desde esos pequeños detalles que desconectados pueden parecer apuntar en una dirección pero que cuando los vamos colocando poco a poco encima de la mesa podemos ver el dibujo que realmente muestran y, con ello, enfrentarnos a una historia dura y profunda que no da puntada sin hilo ante los temas que decide tocar.

Al final, la cinta de Koreeda pretende ser un largometraje que ponga al espectador contra la espada y la pared. Y que nos habla sobre lo que creemos saber y lo que realmente sabemos. Además, gracias a contar con una brillante dirección y con un guion excelso se convierte en una de esas cintas brillantes que me hacen, al menos a mí, amar este arte con toda mi alma. Quizá no es una cinta para cualquier espectador. Por los caminos que decide transitar y por cómo afronta algunas de las temáticas. Pero, lo que tengo claro, es que, si decidís asumir el reto y transitar esos caminos, vais a asistir ante una de esas películas que merecen todos y cada uno de los elogios que se le puedan hacer. Muy recomendable.

Twitter: @QuiqueMartin27, colaborador de Mundoplustv
Quique Martín
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9
5 de mayo de 2023
93 de 123 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya es sabido por todos -y si queda algún despistado en la sala se enterará ahora- que ésta era la última película de James Gunn dentro de Marvel. Después de este proyecto final que da cierre a su brillante trilogía con los “Guardianes de la galaxia” pasa a ser el “Kevin Feige” de DC. Tomando el control total de todo el DCU, y también pasando a dirigir la nueva película de Superman que se espera para 2025, entre otras cosas que puedan llegar en el futuro.
La cuestión es que este cambio de compañía, que normalmente a los que estamos fuera del mundillo de Hollywood debería darnos igual, creo que va a ser una baja importantísima dentro del organigrama de Marvel. Y si lo creo es porque, si algo ha demostrado Gunn en estos diez años, es que es un director -y guionista- con muchísimo talento y con una capacidad evidente para levantar, prácticamente de la nada, una trilogía con personajes desconocidos para el gran público convirtiéndola en un enorme fenómeno de masas que han levantado pasiones y cariño dentro de todo el fandom marvelita.

Guardianes de la galaxia Vol. 3, que está en nuestra cartelera desde el 4 de mayo, llega a nosotros casi como una carta de amor de James Gunn a los personajes mientras se construye, en forma y fondo, como una enorme despedida.
La cinta, que arranca con “Creep” de “Radiohead” sonando a toda pastilla -lo de las canciones elegidas para la cinta daría para otro análisis en sí mismo, que buenísimas son todas- y con una situación límite -Rocket está muriendo y sus amigos deben hacer todo lo posible por salvarlo-, no se detiene en ningún momento desde ese arranque y va a construir para todos nosotros una compleja y muy emocional historia de aventuras y acción desenfrenada.

La narración se articula en dos puntos durante un importante tramo de la película. Por un lado, tenemos los flashbacks de la historia de Rocket. Una historia que, si bien no es desconocida para los lectores de los comics, no por ello va a ser menos emotiva y dolorosa. Esos flashbacks sirven no solo para el arco de desarrollo de su personaje -que ya os aviso que se va a ganar el corazón de todo el público y os va a hacer llorar a lagrima viva- sino que también funciona para presentar en toda su potencia al villano más cruel que nos ha traído el UCM hasta la fecha y que no es otro que el Alto evolucionador – al que da vida un imponente Chukwudi Iwuji que está fantástico- un personaje que va a ser difícilmente olvidable por lo que nos hace sentir cuando actúa y que yo particularmente he odiado durante todo el metraje.
Por otra parte, y ya fuera de los flashbacks, la película se construye más como una aventura típica de los guardianes -tono desenfadado, toques de humor, mucha épica y sentimiento de familia disfuncional unida hasta el final- donde Gunn se luce no solo como director -hay planos secuencias potentísimos de acción que demuestran su enorme talento- sino que también lo hace como el gran guionista que es. Dándole el espacio necesario a todos los personajes -a los que ya habían lucido y a otros como Drax o Mantis que estaban aún por despegar dramáticamente y eran más alivios cómicos que ninguna otra cosa- para que puedan brillar en su máximo esplendor y realmente tener ese espacio donde cerrar sus arcos y mirar hacía lo que pueda venir después.

Tengo la sensación de que Gunn tenía todavía mucho que aportar a este UCM, pero unos twitts antiguos y ese despido por parte de Disney y posterior reincorporación para exclusivamente cerrar su trilogía nos van a privar de ver que era lo que tenía que aportar más adelante al UCM.
En cualquier caso, no estamos aquí para hablar de lo que podría haber sido sino de lo que ha sido. Y lo que ha sido es que el director norteamericano nos ha entregado no solo la mejor película de guardianes -que ya es decir mucho viendo el nivel que tenía la primera entrega- sino una de las mejores películas del UCM hasta la fecha. Una cinta que debería marcar los estándares de calidad de la compañía si quieren recuperar al público que, parece, se está cansando de la fórmula.

En definitiva, estamos ante una cinta con tanto corazón, tan bien medida y equilibrada entre su vertiente cómica y la dramática, y tan bien escrita que creo que la gran mayoría del público va a acabar enamorado ante esta carta de amor final de Gunn. Llegué a ella sin esperar demasiado -aunque suponía que sería dramática y sensible por lo que conocía de los comics- y realmente creo que he encontrado una maravillosa película y, posiblemente, el mejor cierre de trilogía que ha tenido ningún personaje/grupo de Marvel hasta hoy. Os hará reír a carcajadas y llorar desenfrenadamente y creo que, precisamente ahí, radica su brillantez. En la capacidad para conectar con el espectador ya sea de una forma o de la otra, según el momento. Recomendadisima.

Twitter: @QuiqueMartin27, colaborador de Mundoplustv
Quique Martín
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8
24 de septiembre de 2022
84 de 105 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alberto Rodríguez lleva demostrando desde que empezó en el cine que su talento para narrar historias es inconmensurable. La obra maestra absoluta que es “La isla mínima” u obras excelentes como “Grupo 7” o “El hombre de las mil caras” nos enseñan que, si algo consigue el realizador español, por encima de todo lo demás, es convertir casi cualquier narración en una lucha tremenda. Bajando al barro sin temor a ensuciarse para conseguir colocar el foco en el mejor lugar posible para explicarnos lo que le interesa. Dejando, eso sí, muchísimo espacio a sus personajes (y a los actores que les dan vida) para crecer durante el largometraje y conectarlos con el espectador.

En esta ocasión, Rodríguez vuelve a la cartelera española por la puerta grande el 23 de septiembre (una vez más y no será la última) con “Modelo 77”. Película que nos traslada, gracias a la portentosa forma de narrar de Alberto, a la emblemática cárcel barcelonesa de la Modelo. Situándonos en plena transición española y contándonos una historia inspirada en hechos reales.
Huelga decir que la transición, en España, supuso un periodo ultra convulso de multitud de cambios, luchas y reivindicaciones. Una época que consistió en la búsqueda de una nueva España que dejase atrás los horrores de la dictadura franquista que había anclado al país durante casi cuarenta años. Prácticamente todos los ámbitos estaban afectados por este proceso de cambio y los presos, aunque olvidados en muchas ocasiones, no eran menos. De todos es sabido que, por culpa de un código penal fascista, las cárceles estaban repletas de personas que no debían estar allí. O que estaban en unas condiciones casi infrahumanas. Y, justo aquí, y en este momento histórico, es donde arranca la película.

“Modelo 77” se sitúa en ese lugar, muchas veces olvidado, y nos cuenta una historia sobre un preso común llamado Manuel que, esperando una pena muy corta, se da cuenta que va a tener que cumplir muchísimos años a la sombra por culpa de un sistema que olvida, sistemáticamente, a sus encarcelados. Y que solo los recuerda cuando le conviene.
Por lo tanto, el personaje al que da vida un enorme Miguel Hernán
(que está ante su mejor papel), va a tener que adaptarse a su nueva situación mientras lucha, al mismo tiempo, por cambiar el sistema desde dentro. Y nosotros, como espectadores, vamos a tener que adaptarnos con él mientras le seguimos en sus pequeños (pero muy importantes) pasos.

La cinta arranca con un ritmo elevadísimo y desde que nuestro protagonista cruza esas puertas y se cierran tras él, nosotros estamos allí encerrados también. La película es claustrofóbica y opresiva cuando lo requiere. Consiguiendo que empaticemos con el joven Manuel y su historia donde no van a faltar abusos, resignación y sublevación ante un sistema en caída libre.
Pero, al mismo tiempo, sabe separarse de ese clima opresivo para generar espacios casi intimistas donde Manuel se abra a algunos de sus compañeros y la cámara se cuele en esas celdas, con nosotros subidos en ella, para conocer las relaciones de lealtad que se establecen tras esos barrotes que te condenan a tener que confiar ciegamente en extraños, con lo que esto conlleva.

Javier Gutiérrez está fantástico y su personaje, tan críptico al inicio, pero muy rico en matices cuando se abre ante nosotros, es gran parte del alma de esta película. Jesús Carroza, que da vida a “el negro”, está excelso. Y aporta ese puntito cómico y de luz en un lugar donde hace mucho que se anda en tinieblas. Por último, tenemos a un Fernando Tejero absolutamente maravilloso, que vuelve a estar en su mejor nivel interpretativo, y demuestra que es capaz de manejarse en papeles dramáticos con total solvencia. Dar vida al “Marbella”, no es fácil. Y el veterano actor español consigue transformarse en él durante sus pequeñas (pero muy importantes) apariciones en la película. No me sorprendería que todo el reparto acabe nominado en los próximos Goya y que alguno se alce con la estatuilla en la gala.

En cualquier caso, como ya he dicho antes, creo que los personajes son el alma de la película. Y que por ellos es por donde como espectadores quedamos enganchados al relato. Pero, debo decir, que no es en el único punto donde anclarnos a esta historia.
El largometraje no deja de ser, obviamente, cine de denuncia. Y, como tal, funciona en muchas ocasiones. Esa lucha contra el sistema, ese pájaro de la libertad gritando desde cada celda y ese fuego de la revolución que arde contra un sistema corrupto hasta lo más bajo es gran parte de la victoria de este fantástico drama carcelario que te envuelve con él hasta el final haciendo que te coloques tú también tras las barricadas.

Es evidente que estamos ante una película dura, cruel y violenta. Pero es tan certera cuando quiere serlo y se siente tan honesta y realista en los momentos en los que coge a la justicia para quitarle la venda y mostrarnos su rostro que únicamente puedes caer rendido y aplaudir a Alberto Rodríguez por volver a lograrlo una vez más.
Quizá no sea la mejor película española del año. Hay muchísima competencia apretando fuerte (especialmente Alcarràs con su Oso de oro de Berlín bajo el brazo y su candidatura a los Oscar). Pero, desde luego, si que es una de las grandes y mejores cintas que nos dará el cine español en este fantástico 2022. Sinceramente, id al cine a verla. No os defraudará.

Twitter: @QuiqueMartin27, colaborador de Mundoplustv
Quique Martín
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8
25 de diciembre de 2021
96 de 130 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adam McKay es un director que ha demostrado, en sus dos últimas películas (La gran apuesta y el vicio del poder), que se le da extremadamente bien realizar una radiografía de cómo funcionamos como sociedad. La facilidad que tiene para enseñar las miserias humanas con un toque cómico y de sátira es algo que a mí, especialmente, me gusta mucho como consigue hacerlo.

En esta última película titulada "no mires arriba", y volviendo al territorio de la comedia satírica, McKay vuelve a conseguir, en mi opinión, el mismo nivel que en sus predecesoras y realiza un análisis tan certero como honesto de como funciona nuestra sociedad (basta con comparar con lo que vemos cada día por redes sociales ahora con la pandemia para darnos cuenta cómo de certero y atinado es todo lo que se ve en la cinta).
Partiendo del descubrimiento de dos astrónomos de un cometa que chocará y destruirá la tierra en seis meses si nadie lo impide, la película se toma su tiempo en ir analizando poco a poco las etapas por las que pasan nuestros protagonistas para que se les escuche y realmente algo se ponga en marcha para evitar el desastre.

Mckay no deja títere con cabeza y atiza y retrata a los medios de comunicación, las redes sociales y su funcionamiento, los políticos aprovechados de turno y toda la fauna que suele poblar posiciones de poder y que únicamente actúan por el interés propio y no por el bien mayor.
Creando una narración que trae, como he dicho anteriormente, reminiscencias de la pandemia del COVID-19 pero que funcionaría en otros momentos temporales de la especie humana. Al final, como todo buen guion, es capaz de construir algo que funcione en múltiples contextos y eso es digno de alabanza siempre.

Además, todo esto lo hace con un tremendo reparto donde destacan Leonardo DiCaprio, Jennifer Lawrence y Meryl Streep, pero que tiene aún más secundarios de lujo que, con papeles más pequeños, consiguen destacar enormemente.

En el apartado de cosas negativas, creo que es importante decir que creo que la película se le va un poco de duración. En ese alarde de retratarlo todo acaba yéndose a más de 2h y 15 de duración y se le nota en algunos momentos.

En definitiva, creo que esta película es una notable película, lastrada un poco por su exceso de metraje, pero que consigue que nos riamos con nuestras propias miserias. Muy recomendable.
Quique Martín
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7
15 de septiembre de 2023
80 de 102 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos en una época en que, a poco que cualquier producto haga dinero en taquilla y otorgue rentabilidad a sus productores, se mercantiliza al máximo mediante secuelas innecesarias que son todas copias unas de otras y que, no solo son tremendamente continuistas, sino que además no aportan ningún valor extra. Esto mismo fue lo que ocurrió hace ya un par de años con la segunda entrega de esta franquicia -Muerte en el Nilo- que era una peli tremendamente similar a la primera entrega y que, si bien seguía siendo un producto entretenido y disfrutable -no le vamos a negar eso-, no aportaba nada nuevo ni fresco que marcase diferencia alguna con su predecesora.

En esta ocasión, y por suerte para nosotros, Branagh y su equipo han decidido que la saga necesitaba un soplo de aire fresco y han apostado todo a convertir “Misterio en Venecia” -que llega a nuestras salas el quince de septiembre- en otra cosa muy distinta a lo que eran sus dos predecesoras.
La cinta sigue manteniéndose dentro del “Whodunit” -genero que consiste en averiguar quién ha cometido el crimen y que es tan típico de las novelas de la propia Agatha Christie- pero en lugar de rodearse de una coraza de suspense se ha mudado definitivamente al terror clásico con algunos “Jumpscare” -sustos de subida de volumen que te hacen saltar en el asiento- que se reparten durante todo el metraje y con la creación de una ambientación de cuento gótico muy estilizado que, sinceramente, le sienta francamente bien a la película.

Huelga decir, eso sí, que cualquier parecido con la novela que adapta –Llamada “Las manzanas” en la traducción española- es pura casualidad. Igual que han decidido cambiar el tono también han decido únicamente quedarse con los nombres de los personajes y con que hay una fiesta durante la noche de Halloween y modificar todo lo demás. Así que los que estéis esperando una buena adaptación de esa historia, será mejor que dejéis de esperarla. Es una historia completamente nueva, pero con los mismos personajes. Cosa que os puede traer frustración si queríais ver la novela trasladada a imágenes pero que, por otra parte, consigue que te puedas llegar a sorprender con todos los giros que tienen planeados para esta película ya que son completamente nuevos.

Una vez aclarado lo anterior, vamos a hablar más en profundidad de la cinta. La película arranca, como ya he mencionado anteriormente, con una fiesta de Halloween donde Poirot debe descubrir si una médium que dice que puede contactar con el fantasma de la hija de la dueña que murió el año anterior, es una farsante o dice la verdad. Al poco de comenzar la historia las cosas se complican muchísimo y se produce un asesinato bastante brutal y, si con esto no es suficiente, todos los personajes que pueden haber cometido el crimen quedan aislados en esa enorme y tétrica mansión condenados a pasar la noche entre sombras y sospechas. Mientras tanto nuestro detective decide que no quiere perder el tiempo e intenta encontrar las respuestas a todos los enigmas que se han planteado.

A partir de ese momento tenemos como dos líneas que va a ir siguiendo el largometraje dirigido por Branagh.
Por un lado, la trama de la investigación va avanzando en un sentido más clásico.
Vemos entrevistas a los posibles culpables -algo muy típico del personaje principal- paseos por la espléndida localización -atentos a como juega con las luces y sombras la fotografía de la película- y una búsqueda incansable de pistas. Pero, por otra parte, todo ello está envuelto con recursos propios del terror más clásico como voces que se oyen y no sé se sabe de dónde vienen, sonidos que no concuerdan con los de una casa vieja en una noche de tormenta y algunos hechos concretos que son muy difíciles de explicar. Todo ello aderezado con unos cuantos sustos que, al menos conmigo, han funcionado bien y considero que están muy bien trazados.

Al final, lo que la cinta pretende es que no solo te enganches a la trama más propia de el genero de suspense y pienses en quién ha podido cometer el crimen y cómo ha podido cometerlo, sino que, mientras haces todo eso estes al mismo tiempo planteándote si realmente hay algo sobrenatural o todo es algún tipo de plan preparado por el culpable. Creo que, en ese doble juego entre realidad y fantasía, que es donde la película se mueve en todo momento, radica la principal virtud de esta cinta y es lo que, para mí, convierte a esta secuela en la mejor de las tres partes de esta -de momento- trilogía. Ojalá en otras franquicias se tomen decisiones arriesgadas como las que se han tomado aquí y se decidan a empezar a cambiar las cosas y salirse de la aburrida zona de confort donde se han instalado.

Twitter: @QuiqueMartin27, colaborador de Mundoplustv
Quique Martín
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