Haz click aquí para copiar la URL
España España · Mexico
Críticas de Alfie
<< 1 2 3 4 10 52 >>
Críticas 256
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
5 de marzo de 2011
24 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que Pablito Calvo forma parte de la Historia del Cine Español, eso no da lugar a la más mínima discusión. Pero yo digo más; Pablito patentó un estilo genuino de mezclar sonrisa con lágrima que está a la altura, en cuanto a mitos faciales se refiere, de un guiño de Marilyn, una pitada de Bogart al cigarro o una fruncida de cejas de Fernán-Gómez en medio de uno de esos impagables cabreos tan suyos. Y es que cuando Pablito quería conseguir algo, mientras nos emocionaba de paso, ponía en práctica la caída por gravedad del líquido ocular mientras inflaba los mofletes para descubrir la sonrisa más representativa jamás vista de la inocencia infantil. Enorme. Por esto, solo por esto, Pablito volvió loca a España, Italia y parte del Universo.

Di Sica con Pablito hubiera elevado su cine a otra dimensión, no tengo dudas. Todos esos niños protagonistas de “El Limpiabotas”, “Ladrón de Bicicletas” o “Milagro en Milán” son inolvidables, magníficos, pero tienen una rémora importante con respecto a Pablito; y es que nuestro primer niño prodigio será siempre el protagonista de “Marcelino, Pan y Vino”. Y cuidado, esto son palabras mayores. Es como Juan Salvador Gaviota, La Enciclopedia Álvarez o la canción del Cola Cao; conceptos que forman parte de la infancia de tantas generaciones que trascienden más allá de sus respectivos ámbitos.

Y curiosamente esto último que comento es, quizá, el único obstáculo que impide, o impidió, a “Mi Tío Jacinto” ocupar el lugar que merece por pura calidad cinematográfica. Una joya neorrealista española tan única como espléndida, donde la influencia de la corriente italiana inunda las calles de Madrid para construir una cinta soberbia, llena de sutilezas y que muestra una realidad escalofriante. ¿Qué el atractivo es Pablito? Sí, pero solo para encontrarse con ella y luego disfrutar con nuestro niño prodigo. Lo demás, un grandísima película que no olvidarán.
Alfie
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
10 de enero de 2011
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de que Ford dejara para la historia su versión del mitológico tiroteo en OK Corral, Allan Dwan ya rodó la historia del Marshal Earp en la próspera ciudad minera de Tombstone. Es curioso ver como Ford se apoyó en este film de Dwan para hacer su película. No me extraña; es un director gigantesco. Dwan digo. Que Ford también, que se sale de órbita, pero eso ya lo sabemos. El pionero canadiense, no tengo ninguna duda, va tomando con el tiempo el sitio que merece.

Al que admire “My Darling Clementine”, “Frontier Marshal” le resultará agradable, familiar. El concepto es exactamente el mismo pero contado en casi media hora menos. Así era Dwan. Así eran estos directores. Por qué entretenerse o desviarse cuando sé narrar en imágenes y diálogos con una fluidez pocas veces vista por un servidor. A la ya de por sí atractiva historia, hay que sumar una estupenda ambientación y un buen reparto, encabezado por un jovencísimo Scott, que cumple a la perfección con su cometido.

Es curioso observar que conforme se han ido sucediendo las versiones del enfrentamiento, el final del mismo, el clímax, el tiroteo en sí, ha adquirido más y más protagonismo. Tanto en tiempo como en los recursos utilizados. En “Frontier Marshal”, sin embargo, ocurre todo lo contrario: se podrán quedar con veinte momentos antes de elegir el final de este film. Y no porque sea malo, nada más lejos de la realidad, sino porque este es un cine sin fuegos artificiales; no necesita hacerle al espectador el truco final para dejarlo satisfecho.

Curioso recordar como Charles Stevens hace aquí el mismo papel que en “My Darling Clementine”, de indio borracho que desafía a Earp al comienzo del film. Una prueba más de lo que hablábamos antes: “Frontier Marshal” es una génesis, un boceto previo de la obra maestra de Ford y que él mismo reconoció imitando algunas escenas, tomando como referencia los caracteres de los personajes o, simplemente, construyendo planos con la misma idea que Dwan en la cabeza. Demasiadas buenas excusas, además de seguir la carrera del Dwan, para no perder de vista “Frontier Marshal”, uno de los primeros western clásicos.
Alfie
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
19 de diciembre de 2010
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mismo año que dirigiera “D.O.A.”, Rudolph Maté se encargó de este noir para la Paramount. El talentoso director de origen polaco rueda un “police procedural” lleno de violencia, de comportamientos ruines, ambiguos y en donde, nuevamente, la línea entre el bien y el mal vuelve a quedar bastante borrosa. La acción se sitúa en una estación de tren; en ella, se desarrollará el secuestro de Lorna Murchison, una joven ciega e hija del millonario Henry Murchinson. La aparición en escena del teniente de policía de la estación William Calhourn (William Holden) y del inspector Donnelly (Fitzgerald) dará comienzo a la resolución del caso.

El misterio que envuelve al secuestro es bastante convencional, lo cual no oculta los innumerables aspectos de calidad que ofrece el film. Para comenzar podemos hablar del ritmo que Maté imprime a la historia. La cadencia es rápida, sin descanso: se desarrollan las escenas de acción, precedidas de persecuciones, seguimientos, interrogatorios…los diálogos son pocos, las palabras, las precisas. Con esto, y junto con un breve metraje, el director mantiene en continuo suspense a un espectador al que no se le está permitido ni un segundo de distracción.

La fotografía de Daniel L. Fapp aparece en las escenas más importantes, como en el desenlace o en el interrogatorio en las vías del tren a uno de los secuestradores, oscureciendo no solo la pantalla, sino también la moral de alguno de los personajes. Por otra parte, tiene el gran acierto de captar magníficamente el ambiente de la estación; el ajetreo sin cesar de pasajeros, yendo y viniendo, la presencia en segundo término de las conversaciones, de los murmullos, del altavoz de información o de los trenes entrando y saliendo, permiten vivir prácticamente in situ toda la acción, en una puesta en escena ejemplar y que es, sin duda, lo mejor de la película.

El trasfondo pederasta y los poderosos instintos asesinos del cabecilla del secuestro, el comportamiento un tanto ambiguo de la policía o el impactante final a lo “The Third Man”, completan un film que merece la pena ser visitado por su ritmo y por su solvencia, y que disfrutarán especialmente los amantes del noir policial.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Alfie
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
10 de diciembre de 2010
20 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como siempre, esto ya es algo habitual en el género, pasearse por el noir americano clásico es una continua caja de sorpresas donde los films parecen desempolvarse, quitarse las décadas de encima y aparecer ante nuestros ojos contemporáneos como obras brillantísimas e únicas; “The Face Behind the Mask” se ajusta perfectamente a este molde. Dirigida por un habitual de la serie B en la Columbia, Robert Florey, la película sirve como perfecto resumen a la situación del noir a principio de los cuarenta en los Estados Unidos: nos encontramos en unos años decisivos y de transición donde la obvia influencia de los despatriados europeos marcaría el camino de las producciones en los años siguientes.

A igual que en la extraordinaria “Stranger on the Third Floor”, también protagonizada por Lorre, el expresionismo alemán empapa cada uno los fotogramas del film. La acertada fotografía de Planer da a la película un fantástico aire claustrofóbico, a medio camino entre lo gótico y lo terrorífico, que ambienta a las mil maravillas la historia de otro sueño americano roto. Peter Lorre interpreta a Janos, un inmigrante húngaro (una de las pocas veces que Lorre interpretaría un personaje con el que compartía nacionalidad) que llega a NY con el único objetivo de trabajar y poder traer a su familia a América. Todo se complica cuando, en su primera noche en la ciudad de los rascacielos, Janos es víctima de un incendio en el motel donde se hospeda. Como consecuencia del mismo, el desastre: su cara quedará totalmente desfigurada lo que le impedirá encontrar trabajo alguno y, por tanto, su sitio en la sociedad. Lo siguiente serán sus primeros escarceos con los bajos fondos hasta liderar una banda de hampones que operan por toda la ciudad. Durante su ascenso, bajo una máscara que recrea su rostro ante la imposibilidad de poder realizarse una cirugía estética exitosa, Janos conocerá a Helen la cual condicionará definitivamente su carrera criminal y el final de su historia.

La película es una exposición clara y concisa de las consecuencias del rechazo social y de las repercusiones que puede tener el mismo en la vida de un hombre, presentado en un principio como alegre, dicharachero y esperanzado. La evolución del personaje de Lorre, sus diferentes etapas, sus fobias, miedos, etc. están estupendamente rodadas e interpretadas. Durante los casi setenta minutos de metraje podremos ver a un Janos que ríe, llora, odia, ama, sufre… todo ello para llegar a un final donde no hay sitio para la redención o perdón alguno; todos y cada uno de los personajes pagará con creces los pecados cometidos.

“La gente que me mira, ve una máscara. Artificial. Pero el rostro detrás de la máscara está mutilado. Una horrible pesadilla. De la que no puedes despertar”
Alfie
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
8 de diciembre de 2010
27 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás sea ésta una de las películas menos vistas de Luis García Berlanga. Puede deberse a que sea la precedente de uno de sus grandes éxitos, “¡Bienvenido, Míster Marshall!”, o simplemente porque fue una película concebida en la cabeza de Edgar Neville quien, sobre todo en el comienzo, deja bien marcada su impronta. Sin embrago, conforme avanza la cinta la mirada berlanguiana se va imponiendo y quedan patentes muchas de esas características que luego aflorarían brillantemente en sus obras venideras.

Si decimos que “Novio a la Vista” es un “Verano Azul” en 1914 al que se le han añadido un pelín de crítica social y, ante todo, una serie de personajes socarrones, estrafalarios y casi surrealistas propios del cine de Berlanga, estaríamos haciendo una descripción simple pero muy acertada de lo que supone esta película. Importante decir que el punto de vista predominante en la historia es el juvenil, lo cual resalta esas apariciones “adultas” que aportan una riqueza artística maravillosa y que son, sin duda, lo mejor del film. El Señor Amorós, los Generales, Renovales (José Luis López Vázquez), la familia Peláez o el resto de la tropa compuesta por los padres de los muchachos, llenan la pantalla, para diversión del espectador, de tópicos ridículos, exageraciones desternillantes y fanfarronadas inauditas, que desembocarán en una “batalla contra los mayores” donde el espíritu del país de Nunca Jamás está presente.

Cabe destacar también la perfecta ambientación que nos da una idea muy fidedigna de cómo era esa estética y esas costumbres que tenía la sociedad española de la época cuando iba a pasar las vacaciones a la playa. Por supuesto, mucho menos “ligera” que en la actualidad y donde enseñar las rodillas era algo escandaloso, temerario y descaradamente atrevido. Menos mal que para algunas cosas hemos tenido la suerte de vivir otros tiempos… ¡Viva el bikini!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Alfie
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 10 52 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow