Paul empieza bastante bien, tiene su gracia. Pero después del encuentro de los protagonistas con Paul la película decae bastante y pierde interés en su desarrollo como road movie, sin sorpresas, poca emoción, chistes facilones y diálogos bastante simplones. He echado en falta un guión más imaginativo, arriesgado e inteligente para una película de este tipo.

Paul se presenta como un alienígena que conoce bien a los humanos y sus costumbres, habla nuestro idioma e, incluso, tiene alguno de nuestros vicios. No sé, puede que ahí esté el fallo, que todo en Paul es demasiado normal y corriente para tratarse de un alienígena, salvo por algún que otro poder sobrenatural que era de esperar. Por otra parte, el diseño de Paul está muy bien y su integración en la película como uno más también resulta muy natural.

En cuanto a los demás personajes, salvo la pareja protagonista de los simpáticos Pegg y Frost (que me han hecho más gracia que el propio Paul), los secundarios no son demasiado interesantes.

No es que aburra, pero el resultado me parece algo pobre y menos divertido de lo que me esperaba.

“La vida empieza hoy” es de esas películas que puede que no dejen huella pero que resultan un agradable entretenimiento. No es una comedia tronchante pero se ve con una sonrisa de complicidad casi permanente, tan sólo interrumpida en algunos momentos más dramáticos, pocos, pero muy oportunos y significativos.

Es una comedia coral de simpáticos personajes que, con sus diferentes situaciones y condicionamientos personales, nos muestran cómo afrontan el amor y el sexo en la llamada tercera edad. La película tiene un evidente tono positivo y optimista sobre el tema, que ya se anuncia con ese bonito título, y es claro el mensaje sobre lo mucho que se puede hacer en esa etapa de la vida. Cabe destacar también la sensibilidad y el buen gusto con los que está hecha la película y felicitar a la directora Laura Mañá por apostar por un tema poco explotado en el cine con tan buen resultado.

Un cortometraje conmovedor que cuenta con unas excelentes interpretaciones. Me ha gustado sobre todo porque nos recuerda lo importante que es estar con el ser querido en ese último momento, acompañarle y hacerle sentir nuestro amor para conseguir ese “alumbramiento” que da título al cortometraje y que se representa simbólicamente al principio con ese viaje en coche por una carretera iluminada. Es interesante también ver cómo los personajes que aparecen afrontan de distinta manera ese momento.

A los que les haya gustado y emocionado este cortometraje recomiendo especialmente la película “Despedidas”.

Aunque al parecer no ha tenido mucha repercusión, Amores locos es una película bastante interesante porque nos ofrece algo nuevo y por ese sugerente papel que juega la pintura en la trama. La historia está bien desarrollada, sin giros extraños o forzados. Te va atrayendo poco a poco desde su inicio a la par que crece el interés por la obsesión de la protagonista y por saber qué ocurrirá al final.

En cuanto a los personajes, destaca sobre todo Julia, su protagonista femenina, muy bien interpretada por Irene Visedo, con ese aire enigmático y misterioso, y de la que sólo conocemos su obsesión por el cuadro. El personaje de Enrique (Eduard Fernández) me parece demasiado contenido, creo que le falta algo de fuerza a su interpretación. Y en cuanto a los demás secundarios y sus respectivas historias, con las que la película incide en el tema de los amores obsesivos, no son especialmente interesantes. Creo que la trama principal daba por sí sola suficiente juego para recrearnos con las sugerentes visiones de Irene, con su relación con Enrique, con la historia del cuadro y con su propia historia. Elementos interesantes no le faltan, pero creo que podría haber sido mucho mejor.

La historia es bastante simple, sin nada destacable si no fuera por ese personaje tronchante de Juan Carlitros, que me ha hecho pasar un rato divertidísimo. Con él pasas de la sonrisa a la carcajada durante toda la película. Me ha gustado mucho ese humor simple e inocuo, que surge de los gestos, los juegos de palabras, de la forma de hablar, de la misma apariencia del personaje, de su ingenuidad, de las situaciones hilarantes... Aunque supongo que esto también es mérito del guionista.

Juan Carlitros se presenta en un principio como ese amigo/conocido pelmazo que uno intenta evitar para acabar siendo ese amigo incondicional al que acabas cogiendo cariño por ser como es. Él es lo mejor de la película, que no es poco si sólo quieres echar unas risas, teniendo en cuenta lo difícil que es encontrar una comedia de las que te hacen reír a carcajada limpia. Y aunque esto del humor es muy subjetivo, vale la pena probar con ella.