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España España · Cinebulosa
Críticas de Sergio Roma
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Críticas 44
Críticas ordenadas por utilidad
7
28 de septiembre de 2009
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de que el cine jordano es un gran desconocido, el director Amin Matalqa firma un drama con bastante acierto y no pocas referencias tanto de Oriente como de Occidente.

La nueva y fantasiosa vida casual de Abu Raed que pasa de ser limpiador del aeropuerto a piloto de líneas aéreas será el escenario a través del cual se reflexione sobre la soledad y sirva también para mostrar de reojo una historia paralela con ejes comunes.

Por momentos, una elaborada fotografía, ayudada por paisajes deslumbrantes, y unas delicadas interpretaciones nos sumergen en un drama que puede resultar familiar en su núcleo más profundo, pero que se ve envuelto por el exotismo y la magia de una localización poco habitual y unos personajes poco corrientes.

El guión seguirá una línea más o menos regular hasta un punto sin retorno donde la historia se verá atrapada en un callejón sin salida.

La grandeza de la sencillez, al servicio de una historia con fundamento.


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Sergio Roma
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6
15 de octubre de 2009
10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Puede una persona con Síndrome de Down desarrollar una vida lo más normal posible en una sociedad tan cargada de barreras (especialmente morales) como la nuestra? ¿Pueden llegar a entablar una relación sentimental con una persona “normal”? En estos y otros aspectos similares intenta profundizar tanto esta película como el anterior cortometraje “Uno más, uno menos” dirigido también por Antonio Naharro y Alvaro Pastor. Ya en este mencionado corto de 20 minutos se observa una decidida pretensión de mostrar la enfermedad del Síndrome de Dawn desde una perspectiva diferente, ahorrándose detalles minúsculos para acomodar la pantalla a la delicada situación social que tienen que hacer frente estas personas. Buscar puntos de normalidad donde la convivencia se configure de manera natural, y no premeditada. En “Yo también” existe una cierta línea continuista respecto a estos dilemas, si bien apoyándose en la ficción para conseguir un efecto más dramático e impactante.

Daniel comienza su nuevo empleo de administrativo como cualquier otra persona. Conoce a su compañera de trabajo, Laura, y con el paso del tiempo se acaba enamorando de ella como le ocurre a multitud de personas. Hasta ahí todo entra dentro de lo que podíamos llamar habitual. La diferencia estriba en que Daniel no es una persona normal, a pesar de sus evidentes diferencias respecto a otras personas con el mismo problema, y nuestros prejuicios sociales se encargan de subrayarlo demasiado a menudo. Antonio Naharro y Alvaro Partor realizarán un ímprobo trabajo por mostrar todos y cada uno de los recovecos de una posible relación entre Daniel y Laura. Dejarán desarrollar el enamoramiento de Daniel expectantes ante las reacciones de Laura, una mujer que lleva una vida complicada, y que encuentra un lazo de amistad y apoyo en Daniel. Para ello, una sensacional Lola Dueñas, en un registro poco conocido, se encargará de aportar la complejidad necesaria que requiere ese papel, y entablar una cercana complicidad con Daniel para conseguir un plausible realismo que pese a todo no se conseguirá mantenerse a lo largo de la película.

No se podía haber recurrido a un actor mejor que Pablo Pineda, primer licenciado europeo con el Síndrome de Down, y que no sólo se interpreta a sí mismo (lo cual no hubiese restado mérito) sino que le añade un vínculo reflexivo apreciable, y una capacidad para desarrollar toda una serie de situaciones morales y de gran trasfondo dramático que le otorgan un gran valor interpretativo y un meritorio trabajo.

(Sigue sin Spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sergio Roma
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7
1 de julio de 2009
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existe cierto cine de la Europa del Este que tiene unas características muy marcadas y una oscura personalidad muy asentada en unos paradigmas muy concretos. “Delta” contiene todos los elementos para ser incluida en este tipo de cine, que si bien no cuenta con muchos seguidores, no pasa por alto en festivales de la categoría de Cannes donde esta película fue nominada a la Palma de Oro.

Con un desarrollo lento, de diálogos escuetos y miradas silenciosas esta producción húngara navega con precisión sobre un guión anclado sobre el delta del río Danubio; escenario apropiado para abordar toda una serie de conflictos que tienen que ver en gran medida con las miserias del alma humana y los límites que sobrepasan lo razonablemente establecido.

La llegada de un desconocido joven a una aldea apartada, lejana al mundo exterior, el conocimiento de su hermana y su manera de proceder serán el caldo de cultivo de una sucesión de acontecimientos que tendrán como eje principal los sentimientos más amargos y escondidos del alma humana y que darán lugar a una explosión narrativa en triste contraste con la belleza del paisaje.

Una belleza paisajística que le servirá de excusa a Kornél Mundruczó para desarrollar una elegante sucesión de bonitas estampas, que complementarán a unos sinuosos y pausados diálogos para componer un ejercicio estilístico de aceptable factura.

Aunque en un principio todo resulta extraño, la fuerza de la costumbre consigue equilibrar una historia que poco a poco va cobrando vida propia y se aleja de tópicos banales para asentarse en unas calmadas aguas narrativas donde posteriormente la inocencia y la bondad se verán las caras con la envidia y la codicia. Una interrupción de la inocencia que será un brusco contraste con la paz de las imágenes y el devenir de la historia, pero que le dan la fuerza suficiente para componer una cruda metáfora sobre los oscuros pasajes del alma humana.

Son inevitables las referencias al cine de su compatriota Béla Tarr en la manera de afrontrar situaciones y de componer personajes y es bastante probable que estemos ya en condiciones de hablar de un cine húngaro con cierta madurez y personalidad para afrontar una nueva etapa de cine contemporáneo.

Aguas templadas y calmadas para navegar sobre el delta de un río que puede esconder alguna desagradable sorpresa final.
Sergio Roma
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6
12 de octubre de 2009
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los tiempos actuales donde las infecciones se están convirtiendo en nuestro pan de cada día, y donde tocarse con nuestros allegados supone ya casi un ejercicio de heroísmo, resulta morboso, y casi masoquista adentrarse en esta extraña película que pareciera transportar un gris mensaje apocalíptico. Razones para un tímido acercamiento hay unas cuantas, entre otras y principalmente, la dirección de los hermanos españoles Alex y David Pastor en una producción cien por cien norteamericana. Razones para ir perdiendo interés según avanza la película hay otras tantas, destacando la acumulación de tópicos y un estancamiento del guión que impiden un intenso compás medianamente atractivo.

A priori, la irrupción de los hermanos Pastor en el cine norteamericano pudiera mantener cierta similitud con la de Juan Carlos Fresnadillo y su excelente “28 días después”. Pero por desgracia esta esperanzadora similitud se desvanece a medida que la historia pierde personalidad y poco a poco se va convirtiendo en una película más, dentro de un género escaso de imaginación en estos tiempos. Alex Pastor por su parte ya se dio a conocer de manera brillante con su cortometraje “La ruta natural”, que ya destacara en la edición del “Sundance” del 2006, donde volver la vista atrás y retroceder los pasos previamente marcados supuso una originalidad narrativa interesante.

En un planeta donde la mayoría de la población están infectados con un extraño virus contagioso y mortal, del que apenas nada se nos cuenta, cuatro jóvenes todavía “sanos”, emprenden la arriesgada aventura de dirigirse a una apartada playa del Golfo de México, donde aspiran estar a salvo durante una temporada. Esto convertirá a “Carriers” en una road movie de sencillo seguimiento desde un primer momento, pero donde los recursos, intervenciones y sorpresas se van agotando conforme la historia se va perdiendo a la deriva. Cuesta encontrar un norte medianamente orientativo; los neumáticos narrativos en cambio, se desgastan al son de una carretera sin apenas curvas donde dirimir algún esporádico argumento razonable.

En todo caso, la posición que ha de adoptar cada uno de los cuatro jóvenes, según van sucediendo los acontecimientos, las disyuntivas morales, y delicadas decisiones que tienen que tomar a lo largo del camino, se antojan como lo más interesante, en medio de unas interpretaciones irregulares y monótonas que no nos alejan afortunadamente del interés por sus reacciones. Volver a reencontrarnos con la niña buena del “Bar Coyote” (Piper Perabo), o presenciar un conflicto de autoridad a cargo de los dos hermanos protagonistas no supone en sí mismo ningún interés más allá de lo previamente configurado por la creación de unos personajes carentes de expectativas de orden mayor.

Ligeramente entretenida, discreta y sencilla es lo más que se puede decir de esta película de dirección española y producción norteamericana de la que se esperaba bastante más.


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Sergio Roma
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8
9 de octubre de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cerezos en flor es, en su esencia, un bello poema con un alto contenido metafórico (desde el mismo título) y narrado con la sesibilidad y la nitidez de quién tiene muy claro hacia dónde quiere llevar un proyecto y sobre todo cómo quiere abordarlo.

Al igual que Sofia Coppola, en su estupenda “Lost in traslation” o recientemente Isabel Coixet con su nuevo trabajo en ciernes “Mapa de los sonidos de Tokyo”, la directora alemana Doris Dörrie nos traslada su interés y pasión tanto de la parte más cosmopolita como de la más exótica de un país tan deslumbrante como Japón. Y lo hace a través de una historia que entabla lazos casi oníricos desde Occidente hasta esa parte de Oriente, desde Alemania hasta Japón pasando por las cristalinas costas del Mar Báltico y su increíble luz sobre el agua. Esta fascinación de Dörrie hacia la cultura japonesa proviene de viajes pasados donde descubrió la manera de proceder de una sociedad muy distinta a la que ella conocía; un esmero extremo hacia cada cosa incluso en los detalles más ínfimos, así como la parsimonia para hacer las tareas más cotidianas. Lo que se conoce con el nombre de: “Mono no aware”, y que se define como estar melancólicamente encantado y melancólicamente conmovido: la fusión del yo con e mundo exterior.

Para esta trabajo, Dörrie ha decidido contar con un actor conocido en la pequeña pantalla y teatro alemanes pero poco pródigo al cine como es Elmar Wepper con el que ya contó en “El pescador”, y al que le considera un verdadero milagro para ella, en un trabajo sensacional que combina valentía, compromiso y grandes tablas para afrontar un papel de cierta complejidad debido a los diversos cambios a los que se somete. Uno de los mejores trabajos europeos que nos deja el anterior año. Tampoco desentona, ni mucho menos la conmovedora y enigmática interpretación de Hannelore Elsner, que ya la pudimos ver el año pasado en “Lo visible y lo invisible” de Rudolf Thome (en un papel con ciertas similitudes al actual) y que deja su aura presente en todos los momentos del film a pesar de tener una actuación algo más breve que su compañero de reparto. Siempre un placer su tierna, pasional e incluso desafiante mirada con la que observa el mundo y lo que le acontece.


(Sigue sin spoiler)
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Sergio Roma
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