Aunque los motivos sean en gran medida personales por parte de la directora, muestra el poder de "Il Cavalieri", debido a su dominio tanto sobre los medios públicos como los privados. Como siempre quien domina la información domina al pueblo y lo priva de su libertad. Pero no es sólo una crítica sobre el poder del gobierno de Italia, ni a favor de la oposición, habla de una Italia "atada de manos" por la poca alternativa de gobierno pues el principal partido de la oposición es débil, y no es una alternativa clara. Puede que las opiniones de la directora no sean las correctas, pero no es el contenido de esas opiniones lo importante del asunto, lo importante es que cualquier sátira por definición alude a la inteligencia del público, y diga lo que diga, mientras no incurra en la mentira intencionada, ha de ser lícito que el pueblo lo juzgue por sí mismo y no a través del filtro ideológico del Primer Ministro. Democracia y censura no pueden ir de la mano.

Cinematográficamente no va mas allá del valor de un programa satírico (sólo que algo más serio) como los que hay en las televisiones independientes o porqué no decirlo televisiones libres. Más que un trabajo cinematográfico tipo documental parece un trabajo periodístico.

Entrañable historia de un inocente adolescente que empieza a descubrir la belleza del cuerpo femenino, y que se va dando cuenta que lo que ha visto en "Al-Hamman" (Los baños) durante toda su vida cuando su madre lo lavaba, se puede mirar y admirar de una forma distinta, más adulta y menos inocente.

La película da una buena muestra de la vida en las calles de Túnez. Los escenarios complementan la película dando una luminosidad digna de elogio.

El chico, al parecer emparentado con el director, hace un gran papel y su personaje resulta muy natural y creíble.

En las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, antes de la decadencia del Tercer Reich, los nazis buscaron el apoyo de la Iglesia Católica a través del Obispado de Luxemburgo y para ello emplearon a este conocido sacerdote. Esta es la historia de los nueve días "de vacaciones" que le dieron para realizar su trabajo.Destacan los duros examenes de conciencia, de este hombre de Fe con serias dudas entre la salvación para él y para su familia a cambio del pronunciamiento a favor de esta atrocidad por parte de la Iglesia Católica, que como ha sucedido varias veces en la historia se encuentra atada de manos en las guerras permaneciendo neutral a la espera de un vencedor.

Ulrich, que el mismo año estuvo del lado del régimen en la película "El Hundimiento" borda este papel de sacerdote fiel a sus principios pero que, no sin remordimientos, llega a pecar de egoísta ante la necesidad sufrida en el campo de concentración de Dachau dónde compartía barracón con los demás sacerdotes católicos opuestos al régimen.

La película, lejos de centrarse en el sufrimiento del campo, reduce esto a una introducción, mostrando sólo la marca que la estancia en él deja en el sacerdote. Hago saber, lo digo por aquellos que estén hastiados de ver escenas de muerte y sufrimiento en los campos de concentración, que esta película no trata de eso.

Desenfrenada historia de provocaciones y rechazos que llevan a los más insospechados límites al triángulo protagonista.

Al margen de este triángulo, aparecen en escena varios personajes que muestran una serie de disparatadas situaciones que añaden una dosis más de locura al argumento de la obra, Verónica, el Teniente y Pushkin. De los que hablo en el "spoiler".

Película disparatada, pero que te hace pensar, a través de la inocente mirada de un bosquimano, en la cantidad de "tonterías" que hace el hombre, y en lo inútiles que son la mayoría de las cosas que han llevado a los "hombres pesados" (no bosquimanos) a adentrarse en África.

Todo esto aliñado con humor y ese toque de documental de animales hacen de esta secuela una película agradable de ver aunque en ocasiones resulte algo absurda.