Lo tiene todo; un protagonista cachas que sólo se mueve por el amor romántico hacia una mujer de la que sólo puede decirse que es guapa, coches, tiros y música de comprar en el bershka; todo ello envuelto en una atmósfera que te hace pensar que estás viendo la obra del siglo. Pero la historia es un mojón y los personajes son la planitud absoluta. De hecho la chica se reduce a ser el trofeo del prota, ese trofeo al que el protagonista tiene que rechazar heroicamente para cumplir con sus obligaciones de macho alfa. Una historia de tiros y ajustes de cuentas aderezada a cascoporro mediante una historieta de amor vomitiva y machista. Machista no por introdcir explícitamente el machismo en la película, sino por la incapacidad de erradicarlo implícitamente. "Eres madre soltera, pero tranquila, por fin viene un machote a hacerse cargo de tu descarriada vida", "os daré todo lo que pidáis, pero dejad en paz a la chica" y demás pastillitas machistas son a las que recurre esta película para crear una historia de amor con la que rellenar una película que sin ella habría durado la mitad.
Debe decirse que el comienzo arranca fuerte, pero enseguida cada fotograma compite con el anterior en ver cuál es más pretencioso.

La película entera gira entorno a lo malos que son los soviéticos y comunistas en general, y lo bueno que es el resto del mundo. Este tema se desarrolla a lo largo de la huida de un grupo de personas que escapan de un gulag, y en el camino no hablan de otra cosa que de la maldad bolchevique. Da igual que se encuentren en Siberia o en el desierto del Gobi: la sombra del comunismo siempre les acecha. Pobrecillos. ¿Y el resto de sus personalidades, cómo se rellena? Pues con clichés absurdos y manidos a más no poder; la figura del hombre perseverante pese a la adversidad, el heroico "seguid sin mí", la muchacha sobre la que han caído todas las injusticias del mundo... en fin, los personajes no son más que sombras cabizbajas que caminan y caminan, y sus motivaciones son absurdas e inexistentes. El resto de la película se resume en un guión de media página y unos paisajes bonitos, aunque pudiendo encontrar eso último en internet, yo habría cuidado un poco lo primero. Porque habiedo una crítica al régimen soviético se echa de menos rigor histórico y político. En este aspecto Weir no se moja y por ello la película parece un berrinche infantil contra el malvado comunismo.

Tú vas con la buena intención de ver una peli así, abierto a lo que te quieran mostrar, ¿no? Quiero decir, te pones a verla aun sabiendo de antemano que esta es la frikada de turno que ha parido Japón, el sueño húmedo de cualquier otaku pajillero. E intentas resetear el cerebro y juzgarla objetvamente. En mi caso incluso iba con el recuerdo de que la escena inicial me impactó mucho. Pues bien, resulta que hora y media de peli después, opino que con la intro es suficiente. El resto de la película se resume en una historia absurda, escenas que no llevan a ninguna parte, personajes ridículos, piruetas de guión para a ver si remonta la tensión y una casquería cutre y excesiva. En serio, es flipante cómo entienden en esta película la física de la sangre; el cuerpo humano es como una bolsa de sangre que a la mínima explota y lo pone todo perdido. Creo que ese rollo de gore cutre es lo que la podría haber salvado; de hecho así se ha vendido al mundo y así me ha llegado a mí, como una peli de gore. Pero luego la peli se torna aburrida, las escenas de sangre quedan como algo anecdótico y eso provoca que sean como un pegote innecesario en una historia "seria", y el abuso del j-pop sólo la hace más aberrante.
Si esta película se hubiera vendido como una peli de coña, algo del estilo abierto hasta el amanecer, incluso sería medio salvable. Pero si algo me enerva de esta película es que va con la pretenciosidad de ofrecer una buena reflexión con esa mierda de "¿Estás conectado a ti mismo?". Cuando al final la película se torna aleccionante y transforma el argumento en una moralina absurda, ya es para tirarse de los pelos. No, mira tronco, una peli de Chuck Norris matando peña en Vietnam tiene más argumento que Suicide Club.
Por último, hay un aspecto que nunca sé cómo evaluar en el cine japonés, y es el autismo de cada puto personaje. ¿Cómo me lo tengo que tomar? ¿Como una crítica? ¿Como un retrato fiel de la sociedad japonesa? ¿En serio son todos los japoneses así, tan parcos de sentimientos, con tanta falta de reacción, tan desligados de su entorno? ¿O se debe más bien a considerar a las personas como elementos de atrezzo? Vale que los japoneses sean más reservados o lo que sea, pero digo yo que no se van a tirar como corderillos a la vía de un tren así como así, estando felices y sonrientes cinco minutos antes, ni van a permanecer completamente pasivos al ver a alguien suicidarse a un palmo suyo. En la película, estos suicidios masivos se explican de una forma también bastante autista: un grupo de j-pop, el Parchís japonés, ordena subliminalmente a los jóvenes a suicidarse. A un babyboomer a lo mejor se lo cuelas, tronco, y hasta Ana Rosa Quintana se escandalizaría y dedicaría un programa a ese tema. Pero alguien que haya nacido de los 70 para adelante ya ve este argumento como absurdo. Tal es mi caso, pero, ¿por qué no se iba a poder hacer una buena película con ese hilo argumental? Claro que, habría que renunciar a meter a un niño repelente, un Principito, para decirme cómo tengo que vivir mi vida y cómo tengo que juzgar la de los demás.
Un truño de película, vamos.

Tiene un buen ritmo: casi tres horas de peli que se pasan volando. Pese a que Jack Nicholson siempre sobreactúa, aquí le vemos en uno de sus papeles menos histriónicos. Actores que en nada destacan pero que tampoco patinan, una historia entretenida pero sin sobresaltos... Todo normalito. Salvo la ingente cantidad de violencia innecesaria y los pequeños agujeros que hay en el guión (comentaré alguno en el apartado de spoilers), todo correcto. No es el mejor momento de Scorsese ni de lejos, pero no está mal.
En general, creo que The Departed es una de esas pelis que puede gustar a mucha gente pero que en pocos puede calar hondo.

Bueno, un 4. La verdad es que es difícil saber qué estás viendo. Eso sí, planos hiperbólicos y artísticos al más puro estilo David Lynch que no falten. Esta cinta tendría un 1 si no fuera por los puntazos cómicos, que no sé si son intencionados o simple negligencia de dirección. Recomiendo que se vea desde la determinación de no entender ni un ápice de la historia.