Lo señalé hace un tiempo: la cultura gringa es exhibicionista. Lo interesante es que muchas de las partes de su cuerpo (música pop, películas que abundan en la caricatura, etc.) nos resultan decadentes y aburridas tras tanto tiempo que hemos visto tanto de lo mismo. Sin embargo, así como al hurgar a ciegas una bolsa de basura quizás se puede tener buena fortuna, a veces encontraremos joyas donde muchos sólo encuentran desperdicio. Es así como la pornografía, esa hija bastarda habitualmente rechazada fuera de la intimidad del hogar, se convierte en un movimiento de contracultura que remece los cánones moralistas en la década del setenta y este documental, de manera sólida, nos presenta a los protagonistas de una sociedad norteamericana pacata, mafiosa, truculenta y doble estándar, pero, benditas sean las excepciones, imitable por lo contestataria.
Síntesis: Trabajo serio y ameno que da cuenta de que cualquier tema puede ser abordado por un buen documentalista.

La última película de la saga viene a salvar la mazamorra que había dejado la anterior. Película de mayor fluidez que su predecesora y en la cual se pueden ver buenas escenas de combate: hay un bus como el que maneja Otto de los Simpsons que me parece gracioso. Lo mismo con las motos y sus guerreros (un anticipo de lo que se verá en mad max I) y al finalizar todos son felices comiendo perdices.
Síntesis: A ratos entretenida. Imperdible para fanáticos de la saga. Los espectadores imparciales, POR FAVOR, vean primero la película de 1968

No contento con manejar el coche fantástico, David Hasselhoff decidió lucir sus piernas de zancudo en la playa. Para ello se transformó en salvavidas y juntó a un montón de muchachas atractivas que de sólo verlas invitaban a ahogarse en busca de la respiración boca a boca.
Síntesis: las mejores clases de natación y deporte recreativo al aire libre que se hayan visto en la TV.

Acá en Chile la “Embrujada” se llamaba la “Hechizada” y era una serie que daban como a las seis de la tarde durante la década de los ochenta. Samantha, la protagonista, era una atractiva bruja que tenía un marido rezongón cuyo único poder sobrehumano eran dos orejotas colosales. No sé por qué siempre pensé que dichas orejas habían sido creadas gracias a un hechizo de su suegra, la madre de la blonda y sexy Samantha, que no podía ver ni en pintura al Dumbo de dos piernas que era su yerno. También recuerdo a la hija de esta singular pareja, una niña rubia, que ahora debe andar cerca de los cuarenta y tantos años y que espero no haya caído en las drogas o el alcohol como tantas otras estrellitas precoces en Hollywood, y que hacía travesuras que siempre molestaban a su padre. En fin, una serie simple y simpática, perfecta para verla a media tarde junto a un vaso de leche y un par de tostadas con mantequilla, en una época ya lejana en la que todo era más simple y menos pretencioso, en la que, por ejemplo, Batman ( personificado por Adam West) era un superhéroe no obstante su terrorífica guata.

Interesantísima. Crea un mundo absurdo, bizarro y henchido de humor negro. Los mutantes son la escoria de la sociedad: siameses, tullidos, mudos o desfigurados que se rebelan contra los cánones de la belleza establecida a través de secuestros y atentados contra la gente bonita. Aquí hallaran balas, sangre, traición y risas, pero por sobre todo creatividad pura al servicio de una historia que demuestra la desmesurada, tal vez de otro planeta, imaginación del señor De la Iglesia.
Síntesis: Entretenida y distinta película, tal vez no muy recomendable para los que arrancan al escuchar “Gore” o “Bizarro”.