Este trabajo aparece cuando ya estábamos hartos de amores huecos y gratuitos en el cine. Cansados, por ejemplo, de acertar siempre lo que va a pasar con la chica monísima de una película de acción, que se topa con el héroe (que no cambia el ceño fruncido ni aunque le hagan cosquillas, por cierto) entre disparos y mamporros. Cuando ya no importaba lo borde que fuera la tía al principio para despistar, que se daba por hecho un beso con lengua, mientras suenan trompetas y violines. A veces, surgía la típica pregunta: "¿Por qué no se ahorran esas memeces?" Efectivamente, muchos no las necesitamos para que una película nos guste. ¡Incluso agradecemos que no estén! Hartos también de las comedias románticas, con resultados tan empalagosos como inexplicablemente comerciales, pues se hacen como churros, e igualmente indignos. Hartos de los ganchos sexuales y del insulto a la inteligencia del espectador. Hartos de tantas cosas así que, todavía hoy, se siguen produciendo y que pueden hacernos creer que no es posible algo mejor.

Sin embargo, ante tanta parida y subproducto, a veces aparece una grata excepción como ésta; meritoria además por ser tan simple, directa y sincera. Entonces, en esos casos, algunos dirán para recomendártela: "Es romántica, pero está bien". Quizá no porque el cine romántico sea malo, sino más bien porque hacer algo bueno no es tan fácil como parece.

Before Sunrise (a.k.a. Antes del Amanecer) es una película honesta sobre el amor. Se trata de una producción sencilla, basada en una conversación natural entre dos personas, sin artificios ni esperpento, pero escrita con una magia cercana capaz de embaucarte. Así te permite asomar a la vida, en tiempo real, y experimentar cómo te enamoras sin efectos especiales. Una historia de dos personas que se conocen en el mismo mundo que nosotros, y cómo surge algo entre ellas. Aunque supongo que, si no hemos vivido la verdad que se nos cuenta, será difícil que sepamos valorar dicha franqueza y cómo fue plasmada.

Desde mi punto de vista, esta cinta consigue mantenerse en su línea hasta el final. De modo que no necesita sorprenderte cuando acaba, simplemente te sobrecoge emocionalmente, siendo capaz de recordarte sensaciones que creías olvidadas. Entre tanto, no tienes más que disfrutar de sus diálogos e ilusiones, hasta el punto de sentirte representado e incluso formar parte de ellas. Por ser tan verosímil y porque los actores están a la altura (muy importante). En lo personal, cuando nos muestran aquellos sitios por los que pasaron llega a emocionarme. La película consigue transmitirnos ese hechizo nostálgico que impregna los lugares, cuando en ellos surgió el amor y allí quedó una parte de nosotros. Ese juego del universo que, dentro del caos, a veces, parece conspirar para indicarnos el camino. Cómo convertimos nuestros sueños en realidad, y cómo nuestra realidad comienza a parecer un sueño...

Yo era un chaval que acababa de romper con su primera novia. Como suele pasar, parecía entonces que aquello era la mayor de las tragedias. Tuvo entonces mi primo la feliz idea de llevarme al cine para ver una película mala para distraerme: Mr. Bones... Esperábamos que fuera mala, sí, ¡pero no tanto! Fui testigo de cómo mi primo caía en depresión allí mismo. Supliqué sin suerte a una acomodadora que tuviera compasión y que nos dejara cambiar de sala. Éramos jóvenes e ingenuos. Quisimos pensar que aquello sólo podía mejorar y aguantamos estoicamente hasta el final. La experiencia fue terrible. A mi primo se lo llevaron en camilla y, si pude sacar algo bueno de aquello, fue entender que había cosas peores que mi ruptura.

Todavía me despierto noches como esta por las pesadillas...

A pesar del innegable impacto causado por esta película en el mundo del cine y en el pensamiento colectivo, creo que todavía no somos justos a la hora de reconocerle a Matrix su enorme valor. ¿Por qué? Cuando la obra pasa por ser una aventura de ciencia ficción, da la impresión de que muchos pecamos aún de prejuicios esnobistas que nos llevan a considerar los mundos imaginarios como algo poco serio y, por tanto, menos respetable.
Hay factores que podrían atenuar ese menosprecio como, por ejemplo, reducir las escenas de acción o envolver el producto con una factura que se tenga por intelectual (asociándola con el surrealismo o algo similar). Pero aún así, aquello que se aleja de escenarios realistas al estilo de El Padrino, me atrevería a decir que está condenado a perder algún punto en nuestra calificación. Y esta película merece que nos lo replanteemos. Porque todo lo que se diga acerca de lo que combina: desde sus bases filosóficas hasta el manejo de la cámara y los efectos especiales, suele quedarse corto. Que su acción fuese capaz de fascinar además a los entusiastas del cine de artes marciales e incluso del anime, lejos de ser una tara, es en mi opinión una genialidad. La forma envuelve a su vez un fondo nada desdeñable, inspirado en el ensayo de Jean Baudrillard que el protagonista guarda en su habitación. Es "Cultura y Simulacro". Y Matrix es Cine.