A Richard Curtis habría que ir pensando en ponerle un monumento en un sitio vistoso de Londres. Ha hecho tanto por el cine reciente de su país, como JK Rowling por la literatura, o los Waterboys por la música. Love Actually y Cuatro Bodas son esa especie de sueño inalcanzable que buscan para sí gente más reconocida. Siempre que me citan pelis como "El Paciente Inglés" o "El Piano" como grandes pelis románticas, yo les doy la razón. Las de Curtis jamás pasarán por serlo, y precisamente por eso valen la pena. Porque son mucho más.
A la chica del café le ocurre algo similar. Sus personajes son de verdad, y sus tristezas también. El modo en que este contador de historias se ríe hasta de su sombra es de manual - sólo hay que escuchar el sueño del protagonista. Y luego están esos momentos de soledad, esas conversaciones, las toallas que ella acapara, la sinceridad de ambos y la ternura. Alguien dijo que solamente es serio quien se pasa la vida haciendo el payaso. Curtis tuvo la mejor escuela con Mr Bean. Su seriedad es glacial, como la de Islandia. Y aún así cálida, como los pechos de Kelly MacDonald. Es imposible meter todo lo que importa en una película. Pero Curtis hizo con la historia de La chica del café un buen equipaje de emergencia. Entre risas, nos hizo pensar. Y sentir.

Perdí mi copia en VHS de esta divertida comedia hace tiempo. Y desde entonces espero el momento de volver a pillarla en DVD. Alan Alda, como director y guionista, podría haber sido un digno sucesor del Woody Allen cómico y emotivo si hubiera querido, el de "Días de Radio" o "Misterioso Asesinato en Manhattan" - ésta última lo incluye como actor. "Una nueva vida" es su intento más logrado.
Mucho del humor televisivo contemporáneo que más me gusta (Friends, Frasier, Cómo conocí a vuestra madre), me recuerda al tono y a los diálogos de esta película, y al empeño de Alan Alda de entretener con estilo y alegría al espectador. Todo es bonito en esta historia de divorcios y niñerías de gente ya crecidita. Y las historias de amor te las crees porque no lo abarcan todo. Porque, a los cuarenta largos de la pareja recién separada, ambos están llenos de dudas e inseguridades. Son divertidos porque son de verdad.
Con la profusión de chorradas que mensualmente se estrenan en DVD, ¿para cuándo ésta? ¿y para cuando otra historia suya, sr Alda?

Sólo quien ha odiado a muerte su trabajo, quién no ha tenido nunca claro eso que llaman el "futuro profesional" de uno, quién se suele sentir más un espectador que un protagonista de su propia vida puede entender plenamente lo que esta sencilla película plantea. El hecho de que casi todo ocurra de noche nos habla de transición, de época indeterminada, de falta de claridad en el horizonte. Y también de magia, ya que estamos. La magia de poder cambiarlo todo con la luz de un día nuevo. De dejar de vivir en la noche.
Las amistades en esta peli son fortuitas y de conveniencia casi. Pero son auténticas también, porque no se dan por sentadas. Porque los defectos se expresan, y la gente intenta corregirse. Éso le da autenticidad a su discurso - sincero como pocos. Entre escenas muy logradas de dialogos que suenan a auténtico, queda la pregunta con la que comienza la historia, la pregunta que su guionista plantea al espectador (cito de memoria, era más o menos así): "40 o 50 horas de trabajo a la semana, durante 40 o 50 años, ¿y para qué?"
Que conteste quien lo tenga claro...

Así como "Love Actually" es la versión más completa y compleja de las pelis románticas, así como "Seven" es y será el mejor thriller de psicópatas de la historia, "Ponyo en el Acantilado" es para mí lo mejor del cine de animación de siempre: un cuento donde lo de menos es el argumento (excelente, por cierto), y lo que prima es la pura fantasía, el humor, los alucinantes dibujos y la bondad explícita del relato. Si hay una película adecuada para todos los públicos, ésa es la última de Miyazaki, aún más que "Mi vecino Totoro".
Otro valor añadido es el hecho de poder verla en el cine: no encuentro otro argumento mejor contra la piratería, ni contra la pereza de la gente por ver sólo pelis en casa. Ojalá se corra la voz, y la gente ocupe las salas de nuevo. Lo merecía "Titanic", lo merecía "El Señor de los anillos", y ahora lo merece Ponyo.

Si tuviera que expresar lo que le pido a una película, me quedaría con lo del entretenimiento. Pasar un rato divertido - a ser posible, sin darme cuenta casi de que ha pasado el tiempo. La mayoría de mis pelis favoritas hacen que las horas parezcan minutos, que de repente llegue la noche. Family Man consigue algo más, aparte de eso. Te hace plantearte cosas. Es raro que una película te haga pensar. Y aún más raro que no trate de colarte la típica historia de "chico conoce chica".
Ya desde la primera escena la situación está resuelta. Esta peli no va tanto de relaciones como de peripecias vitales. ¿Qué hace uno con su vida? ¿De verdad podemos elegir el camino que transitamos? ¿Y cambiar de sendero en un momento dado? ¿Qué hay de bueno en cada sendero? Lo mejor de esta historia es que pretende más bien formular preguntas, y dejar que sea el público quien las responda. El final será feliz y/o abierto dependiendo del tipo de persona que seas. Asimismo la idea de familia, de trabajo, de amigos, de realización personal.
Ésta es una peli de guionista 100%, aunque hay que reconocerle su empeño al director por haber sabido llevarla con estilo y sensibilidad. Alguien escribirá algún día una larga y sesuda comparativa entre ella y "Qué bello es vivir". Más o menos, llevan al espectador al mismo sitio.