Creo que lo que no se suele entender de "La pasión de Cristo" es que, al contrario que la mayoría de las películas sobre Jesús, no es cine histórico-biográfico, sino religioso: no pretende contar su vida y milagros (nunca mejor dicho), sino hacer que los espectadores profundicen en la fe y en el significado del mensaje cristiano. Otro buen ejemplo de cine religioso son, como se sabe, las películas de Dreyer, que por la misma razón no suelen ser apreciadas por el espectador medio. El método de Gibson para lograr su objetivo es destacar los aspectos más violentos y crudos de la pasión; se podrá estar o no de acuerdo, pero desde luego la obra resulta muy impactante. No creo que tenga nada que ver con la violencia gratuita de Tarantino o Rodríguez, y que suele hacer las delicias de muchos de los mismos que han criticado esta película por sangrienta.
Brillante la idea de rodar en latín (aunque con una gramática más bien macarrónica y un insufrible acento inglés) y en arameo, lo que acentúa el realismo de la obra (aunque, puestos a ser realistas, yo hubiera elegido a un Jesús menos "hollywoodiense" que Jim Caviezel, o sea, más feo y bajito). Hay que destacar también la interpretación de Maia Morgenstern como María; es increíble poder transmitir tanto sin apenas hablar.

Me sorprende mucho que, de las nominaciones a los Oscar que recibió Thornton por esta película, al final ganara el premio al mejor guión y no al mejor actor, cuando sin duda el mayor valor del film es su creación, tierna, divertida y llena de matices, del retrasado mental protagonista. La historia, a pesar de algunos pasajes originales, no pasa de ser un drama familiar bastante convencional; el desenlace, además de que se ve venir, no se lleva a cabo de una forma muy brillante. En cambio, lo que no se puede olvidar es a ese personaje ambivalente, un asesino a sangre fría que por alguna razón consigue ganarse nuestro cariño incondicional casi desde los primeros minutos. Tuve la suerte de ver la película en versión original, y creo que gran parte del mérito de Thornton está en su recreación de un acento rural muy cerrado (patente incluso para los que no somos nativos), pero que no resulta artificial. Muy interesante también la actuación del niño Lucas Black.

Creo que soy la primera que escribe una crítica de esta película, sin duda poco popular en España, aunque se ha comercializado en DVD. Es una lástima que las obras procedentes de cinematografías "exóticas" tengan tan poca difusión en los países desarrollados (por supuesto, es culpa tanto de las distribuidoras como del propio público), sobre todo cuando son productos interesantes y divertidos como este.
Se trata de una comedia dramática sobre la relación entre los dos amigos del título, pobres aldeanos que se ganan la vida como malamente pueden, y que sueñan con tener un coche para irse a la ciudad y prosperar. De los dos personajes, sin duda resulta mucho más atractivo el de Kini (Vusi Kunene), que ha de cargar sobre sus hombros el peso de múltiples problemas, y lo hace sin perder nunca la esperanza ni el sentido común. Por el contrario, Adams (David Mohloki) es histriónico, infantil y una constante fuente de dificultades para su compañero.
Sin ser ninguna maravilla, la película resulta bastante entretenida y por momentos conmovedora, a la vez que provoca conciencia sobre las desigualdades sociales y el modo de vida en los países subdesarrollados. No funcionan tan bien otras líneas del argumento como la romántica, en que los escarceos de Adams con las prostitutas resultan forzados, y quizá su única función es revelar cierta tensión homoerótica con su amigo. El desenlace también es precipitado y poco creíble. En cualquier caso, la recomiendo para todo aquel espectador al que le guste ver cosas un poco diferentes a las de siempre, pero que a la vez no sean demasiado "vanguardistas", sino que tengan un significado humano y apelen a los sentimientos.

Las películas de Garci siempre son agradables de ver, pero en esta ocasión el resultado desmerece de sus cualidades. De hecho, "Luz de domingo" parece a veces una parodia del propio estilo del director: Asturias, principios del siglo XX, familias bien, historia de amor... está todo, menos la habitual brillantez de este cineasta. El guión y la realización son rutinarios, los actores parecen incómodos con sus personajes, y las escenas climáticas no terminan de convencer, además de introducir en la narración cambios de ritmo demasiado bruscos. Apenas pasa de ser el típico melodrama decimonónico de buenos y malos, pero en lugar de la maestría narrativa de un Galdós tiene la exageración y el tremendismo escasamente literarios de Pérez de Ayala, en cuya novela se basa. Únicamente cabe valorar aspectos técnicos muy cuidados, como la fotografía y el vestuario.

Película que en su día pudo llamar la atención por su argumento, a priori morboso, pero que se desarrolla de la forma más británicamente contenida y menos emocionante posible. Hoy en día, ofrece poco más que una buena muestra de ese reconocible ambiente setentero, tan anodino y cutre, además de unas cuantas risas, seguramente no previstas, a cargo de una familia que parece tener unos veinte hijos de cinco o seis años, los cuales se dedican a fumar y a rayar coches mientras sus padres están de viaje con un negro que no se sabe exactamente si es el amante de la madre o un inspector de Hacienda de incógnito. El guion es deslavazado y da la impresión de que las escenas podrían haberse ordenado de cualquier otra forma y daría más o menos igual, porque la cosa ni avanza ni retrocede. El triángulo amoroso resulta poco creíble y, sobre todo, poco interesante; el muchacho bígamo es mucho menos encantador y seductor de lo que nos obligan a aceptar, y al final no nos importa si se queda con el médico gay, si prefiere seguir toreando a la supuesta mujer madura (que, en realidad, no parece mucho mayor que él; hermosa Glenda Jackson) o si se larga a aburrirse a Estados Unidos porque se ha cansado de aburrirse en Inglaterra. Nosotros, desde luego, ya estábamos aburridos desde hacía rato.