Críticas de Rafael Teicher
10 de septiembre de 2009
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un film perfecto. La originalidad morfológica ( el trazo ) de los dibujos es radiante. Es una película con trama firme, atractiva, que se despliega a tempo. Sumerge al espectador en una danza de Shiva perfecta. La música de cierre es bella, serena y pura; un lied. Uno siente al egresar de este mundo una gran desazón, un cierto descenso. Este es el signo inequívoco de haber participado de una experiencia poética genuina.
Rafael Teicher
Rafael Teicher
10 de septiembre de 2009
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia es de gran porte, una cadena de peripecias que le otorga gran dinámica paisajística a la película. recordemos que está basada en una novela de Thackeray, el que escribió ese inmenso mosaico costumbrista finísimo ( la feria de las vanidades ).
El film se desarrolla con ritmo solvente.
Destaco especialmente la iluminación natural ( uno de los pocos casos donde se respeta el tenebrismo de las candelas propio de los siglos pasados )
Rafael Teicher
El film se desarrolla con ritmo solvente.
Destaco especialmente la iluminación natural ( uno de los pocos casos donde se respeta el tenebrismo de las candelas propio de los siglos pasados )
Rafael Teicher
13 de febrero de 2010
11 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película resulta una dinámica paisajística articulada mediante encuadres limpios, significantes, leves. La fuerza de los colores y de los principios activos ( viento, agua, música ) configura una suerte de tapiz donde se inscribe el misterio del rostro.
Los personajes están edificados en adobe, en piedra callada. La sonrisa del mozuelo es cautivante, al igual que la adustez del hombre mayor.
El enigma del acordeón demónico es propuesto como espina dorsal discursiva. Sin embargo el despliegue total de las posibilidades argumentales queda algo trunco.
El primer film realmente colombiano que he visto
Rafael Teicher
Los personajes están edificados en adobe, en piedra callada. La sonrisa del mozuelo es cautivante, al igual que la adustez del hombre mayor.
El enigma del acordeón demónico es propuesto como espina dorsal discursiva. Sin embargo el despliegue total de las posibilidades argumentales queda algo trunco.
El primer film realmente colombiano que he visto
Rafael Teicher
12 de septiembre de 2009
11 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las mejores películas de toda la historia de la cinematografía. De trazo decantado ( sin barroquismos preciosistas ), consuma una dinámica de planos integrada y cohesiva; se articula con naturalidad y sin perder en ningún momento el volumen de revelación por la sorpresa plástica sobria. Una lección óptica ingeniosa, lírica. La trama es harto simple, una excusa para el desarrollo visual, para la festividad del discurso de la luz. La música es popular, inmortal, precisa.
Perfecta
Rafael Teicher
Perfecta
Rafael Teicher
Documental
1995
1 de junio de 2010
10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una lazada de fogonazos blancos, de hoyuelos. Gran faena de trabazón óptica, melódica y discursiva. Y digo "grande", pues no impide, no obstruye ni precipita. Habilita, abre.
El corto inaugural de Gabriel Axel es poético, una pincelada radiante que presenta esculturas de nieve y sombra, como una propuesta del tiempo.
El ensayo de Peter Greenaway es casi un ramo de marcas, una rúbrica que agoniza en un tablero de agua sucia. Es perfecto.
Muy apetecible también es el pasaje de Haneke, la compostura por cortes televisivos, impacta sin aturdir, posee.
Lynch entrega un minuto litúrgico del fuego.
El de Arthur Penn es como un escupitajo azul, un improperio angélico.
La secuencia que propone Konchalovsky ocurre como una tirada de caracoles negros. Es hipnótico, tribal.
De manera que la película acaba intensificando los pulsos, invitando, lubricándonos las cavidades de la memoria.
Rafael Teicher
El corto inaugural de Gabriel Axel es poético, una pincelada radiante que presenta esculturas de nieve y sombra, como una propuesta del tiempo.
El ensayo de Peter Greenaway es casi un ramo de marcas, una rúbrica que agoniza en un tablero de agua sucia. Es perfecto.
Muy apetecible también es el pasaje de Haneke, la compostura por cortes televisivos, impacta sin aturdir, posee.
Lynch entrega un minuto litúrgico del fuego.
El de Arthur Penn es como un escupitajo azul, un improperio angélico.
La secuencia que propone Konchalovsky ocurre como una tirada de caracoles negros. Es hipnótico, tribal.
De manera que la película acaba intensificando los pulsos, invitando, lubricándonos las cavidades de la memoria.
Rafael Teicher
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