Si no fuera por los tópicos y los clichés sobre la Rusia postzarista, diría que es una comedia brillante. Lástima que los guionistas y el genial Ernst Lubitsch hayan caído en esta trampa de las convenciones; posiblemente razonable a la luz del momento histórico en la que se grabó, pero que no soporta el tamiz del paso del tiempo, con el que todo se pondera. Subrayar que en aquella época, pensar que un ruso era una especie de soldado alienado contra el sistema capitalista era tan normal como para un hombre medieval decir que la tierra era plana o, sin ir más lejos, como en nuestros tiempos decir que todo árabe es un posible talibán.
Como comedia romántica la película tiene muchos elementos maravillosos, como por ejemplo, la química de los tres rusos (¿a nadie le recuerdan a tres hermanos muy conocidos?), la pareja protagonista –mención aparte a la Garbo, Dios me libre-, y numerosos sketches simpatiquísimos.
Sin embargo, como en estas obras maestras lo fácil en centrarse en lo bonito, en spoiler navegaré sobre las ciénagas.

Mola. Mola mucho. Sin embargo no creo que sea una película que recordemos dentro de 10 ó 15 años. Y lo digo porque es predecible, sus personajes son maniqueos, los diálogos flojos y los gags absurdos. Por todo esto sólo le pongo un 6.
Pero mola. Y mola porque:
-Tiene una banda sonora de tres pares de pelotas. A los que somos hijos de los 80 nos pone.
- La estética es acojonante. Vuelve a los 80 y bebe de star-wars, willow y muchos más, pero lo hace con la tecnología del siglo XXI.
- Y las escenas de acción enganchan mucho.
Hay que verla y disfrutarla, sin darle mucho al coco. Obviamente su intención no es hacernos reflexionar, sino entretener.
Y lo logra.

Hace unos días, mi cuñado, gran aficionado al cine clásico y fan de la insigne Greta Garbo, me recomendaba encarecidamente las películas de esta divinizada actriz. Yo, que intento ser sensible a todo tipo de opiniones, me puse a ello y decidí comenzar por Mata Hari. Sé que no es su mejor film, sin embargo la temática suscitaba mi interés. Y, con todo ésto, me sumergí en la película...
Como versión de Mata Hari está bastante bien, pero nada más. Desde luego, con los que sabemos actualmente sobre esta compleja mujer, el argumento se vendría abajo como un castillo de naipes. Pero era el año 31 y tenemos que perdonarlo.
Hay una carencia importante con la banda sonora, pues de hecho no tiene. Me imagino que por aquello de sincronizar las tres bandas: imagen, sonido ambiente y música, pues la moviola estaba aún en pañales. Digo yo, vamos, que en esto no soy ningún experto.
En cuanto a Greta, tengo que confesar mi decepción con esta diva primigenia. Primer gran producto del star system, creo que, al menos en este film, no ha sabido adaptarse del cine mudo al sonoro. Demasiado sobreactuada, con excesiva gesticulación y un acento inglés un poco raro. Pienso que los patrones dramatúrgicos del cine mudo no tienen nada que ver con los del sonoro y a ella, en esta peli, la han pillado en pleno proceso de adaptación. Por cierto que a Ramón Novarro le pasa exactamente lo mismo.
Y para terminar, quería decir que Garbo no acierta en la caracterización de Mata Hari. Según he leído, la verdadera Mata Hari tenía rasgos orientales heredados de madre. Además, pasó unos años en Java, donde aprendió artes amatorias orientales y, entre otras cosas, la danza de los siete velos. Bien; los rasgos orientales no son atribuibles al debe de la actriz, eso está claro, pero la danza de los siete velos con el que se abre la película deja mucho, pero que mucho que desear.
Quién sabe, quizás la verdadera danza de los siete velos sería demasiado "fuerte" para los tiempos que corrían.

Parece increíble que un argumento tan malo y tan previsible pueda haber sido desarrollado por Wes Anderson y por este reparto tan bueno. Sí, un viaje físico y simbólico que inician los protagonistas para encontrarse a ellos mismos como hermanos. Nos suena, ¿no?
No sé, con el talento de todos ellos creo que se podría haber creado una gran peli sin problemas, pero bueno, éste ha sido el guión y... y sin embargo Wes Anderson consigue salvar los muebles con un no sé qué que te mantiene pegado a la pantalla. Manda huevos.
¿El talento del director? Seguro que ha ayudado. Es muy, muy bueno -recomiendo encarecidamente El gran hotel Budapest-. Se nota en cada plano. La cámara habla, cosa que sólo logran unos pocos elegidos. Sin embargo creo que lo que realmente merece la pena de la película es la actuación de los tres actores principales. Lo bordan, en serio.
Cuando terminas de verla sientes un buen regusto, pero lo peor es que no sabes muy bien por qué.

Si hay dos actores cuya conexión puede salvar cualquier historia esos son Walter Matthau y Jack Lemmon. Son dos talentos interpretativos de esos mayúsculos, intangibles, atemporales. Y esto, unido, a la dirección del gran Billy Wilder, hace de un argumento un tanto anodino, de una trama más esperpéntica que otra cosa, una buena película que arranca sonrisas en cada diálogo, con cada personaje y en cada sketch.
La cinta no presenta grandes decorados, ni tampoco una banda sonora aceptable. Sin embargo los diálogos son finos, llenos de humor satírico hacia prensa y poder político, dos de los grandes poderes sobre los que giran los estados modernos. Quiere llegar lejos en esa crítica, pero no lo consigue;se queda a medio camino, y ese es el gran problema de fondo. Pero merece la pena ver a estos dos fenómenos sobre el escenario, y a una joven y enorme Susan Sarandon que brilla en cada fotograma.
Concluyendo: no es la mejor peli de ninguno de estos cuatro gigantes, pero si nos gustan las buenas interpretaciones, es de obligado visionado.