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Polonia Polonia · Galitzia
Críticas de Valkiria
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Críticas 240
Críticas ordenadas por utilidad
9
30 de junio de 2009
84 de 104 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aún la veo bajándole el audio porque sigo espantándome en las mismas escenas pese a conocérmela de memoria. No me ha ocurrido con otras películas fetiche del cine de terror, si es que éste existe.

"El Exorcista" tiene un lado cómico y absurdo, que no hace sino restar tensión y todo pese al severo rictus de Max Von Sidow y al maldito piano de Mike Olfield; "Poltergeist" se ha quedado completamente infantilizada y le han crecido mil enanos; "La Semilla del diablo" tiene momentos grotescos y mejor olvidables (Satanás, Belcebú o Lucifer, vaya usted a saber, sobre Mia Farrow), y más allá de "Carrie", insuperable, toda la gama de sanguinarias pelis de psicópatas me aburren hasta el hartazgo. Mención aparte para "El resplandor" por supuesto, película que insisto, no pertenece al género.

Mi veneración hacia George C. Scott, lleva al sobresaliente esta cinta de terror, no superada, jamás, por ninguna de las de su estirpe. "Al final de la Escalera" se queda a muy poco de alcanzar la perfección. Quizás el final precipite forzadamente una historia que crece en intensidad durante todo el metraje pero abusando de unos últimos minutos demasiado estridentes.

Por lo demás, ni una sola pega, ni un sólo reproche. Únicamente, la pregunta típica... George, ¿por qué diablos no huyes?

Topetazos en las cañerías, sillas de ruedas y mecedoras que se precipitan por la escalera, esa pelota diabólica que va y viene, ese niño ahogado, la bañera desbordada, esa miseria humana bajo la cual esconden los progenitores la vergüenza de haber engendrado un niño desvalido, la ambientación y estética de los años 70, ese piano terrorífico (de ahí sacó Amenábar el piano de la Kidman como también la escalera que sube la ex ciencióloga en "Los Otros").

Es decir, "Al final de la escalera" sirvió todos los referentes al cine posterior de terror. No hay película que no deje de servirse de ésta. Medak, sentó jurisprudencia.

Más que recomendable; un magnífico Scott, que sobrecoge (como si ya no tuviera bastante con su via crucis personal) y una estupenda ambientación en esa mansión del terror, (mil y una veces imitada) con aquelarre de mediums incluido, que traen al más acá, al niño del más allá.

Paranormalmente genial.
Valkiria
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9
22 de septiembre de 2008
72 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
... en las manos de Eddie, el Relámpago de California.

Newman, un desecho, es acusado por George C. Scott, corredor de apuestas, por beber whisky como pretexto para perder en la mesa de billar. Y sin embargo eso no es lo trágico.
El trago más amargo que ahoga a Newman es el pretexto fatal que encuentra para ganar: Sarah.

La película es lúgubre y oscura. Algunos podrán pensar que Scott entra en escena como un faro para iluminar esa penumbra; esa "impenetrable oscuridad que nos rodea" a la que se refiere Sarah y que se recoge en cada fotograma durante dos horas.

También inquietan los silencios, sólo rotos por el clack-clock de las bolas y el golpe seco de los vasos contra la barra del bar donde Scott le pone las pilas a Newman: "uno de los mayores deportes que existe, es sentir compasión de uno mismo, un deporte que gusta a todos. Especialmente a los fracasados".

Para mí el fracasado mayor en esta historia es ese gangster reconvertido en caja registradora, el que pone el dinero, los dedos rotos, la sodomización y la muerte por el medio. El que se queda sólo, al fin y al cabo: Scott.

Eddie al menos podrá recomponerse a pedazos. Pedazos rotos porque su historia de amor con Sarah es la de un contrato de mutua tristeza. Él le dice: "¡Inventa algo más alegre!" y ella responde clavándole la mirada y esperando: di, "te quiero".

Eddie no lo dice. Al menos a tiempo. Sí se lo dice al gordo de Minessota: "jugaste como un maestro", por representar el fair play, la honestidad (virtudes de las que Newman carece) pero sobre todo por reencarnar la razón por la que al menos, sea un poco menos doloroso haber empujado a alguien al borde del precipicio.

Scott, en el espejo:

- Pervertido (en la vida y en la cama)
- Retorcido (en la vida y en la cama)
- Lisiado (en la vida y en la cama).

¿Y eras tú el que acusaba a Eddie de no tener temperamento en el cuerpo? Siempre lo tuvo: al menos podía sentir los nervios de un taco, de un pedazo de madera.

- En fin, Newman en un papel atípico para él por el contraste de los sucios planos, el humo y el whisky contra su apolínea imagen.

- Scott, en un personaje que reta en duelo a Newman durante toda la película y compartiendo escenas (compartiendo barra con él... ayyy), mientras debaten sobre la filosofía de la superación individual. "¿Pero quién te crees que eres, la General Motors?, le dice Paul.

- Y Piper Laurie, la voz de la razón aún estando coja, alcohólica y enamorada.
Valkiria
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7
19 de octubre de 2008
82 de 103 usuarios han encontrado esta crítica útil
10:Para Brynner. Se come a los otros seis y sólo con encender un cigarro acapara la pantalla.
9: Para la banda sonora y el reparto
8. Para Eli Wallach, su fanfarronería y lo bien que argumenta sus fechorías
7: Para Bronson y los niños
6. Para la película
5: Para Corburn y sus andares de "soy más chulo que un ocho"
4: Para lo absurdo del comportamiento de Horst Buchholz y de su historieta de amor
3: Para Robert Vaughn, que me saca de quicio
2: Para el mensaje "América os hará libres"
1: Para la deplorable imagen que ofrece la película de los mexicanos, estúpidamente mansos
Valkiria
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9
22 de marzo de 2009
69 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
- Lo de los trabajos forzados a pecho descubierto, de toda esa congregación de fornidos varones, curtidos bajo un sol de justicia ya lo habíamos visto en “El Puente sobre el río Kwai”.

- Lo de los obstinados intentos de fuga y correctivos desmedidos en calabozos oscuros y aislados, también lo habíamos visto en “La Gran Evasión”.

- Lo de la brutal pelea entre reos, descompensada de peso pesado (Kennedy) a peso pluma (Newman), lo sufrimos con cada paliza que le propinaron a Monty Clift en “El Baile de los Malditos”.

- También habíamos visto a la abatida madre, Jo Van Fleet, morir del dolor que le brota del alma al ser testigo del aciago porvenir de su vástago, aquí, en “La leyenda del indomable” y allá, en “Al Este del Edén”.

Qué grandísima actriz... Y qué grandísimo compañero de trabajos forzados resultó ser George Kennedy, cuando trabada su amistad con Luke, no deja de animar a su chico: “¡No vayas tan deprisa muchacho; los huevos los pelo yo, para eso soy su entrenador! ¡Tú serás muy listo firmando cheques sin fondo pero aquí, quien pela los huevos soy yo! ¡Vamos Luke, sólo quedan 18!”

Eso es lo que nunca habíamos visto.

La tripa abultada de un Newman preñado tras la ingesta de los 50 huevos que el chico de Ohio se mete entre pecho y espalda, sólo por terquedad, tal vez por matar el tiempo y por apostar cualquier chorrada: ese abogado del diablo en “Éxodo”, un día boxeador de nombre Graziano, “marcado por el odio”, al otro vaquero trasnochado.

Si..., un tal Butch Cassidy, tocado con bombín y compañero de correrías del Sundance Kid; el carterista y empedernido jugador de póquer que dio “el golpe” y la vida a la mitad del tándem más espectacular del cine; el "Harper" que le tira los trastos a la Bacall; un Nóbel en Estocolmo ganador de “el premio” de literatura; “el dulce pájaro de juventud” que se enamoró “desde la terraza” de su esposa Woodward; lisiado, atormentado y desairado hacia su padre y su mujer en “La gata...”, el contra-espía de Hichtcoock que rasgó “la cortina...”, el pirómano sin causa de un “largo y cálido verano” y curioso... un apagafuegos en “El Coloso...”.

El crack del billar en “El color del dinero” y, además de todo eso, el letrado borrachuzo, venido a menos pero redimido en “Veredicto final”; “el hombre de Mackintosh”, sin "ni un pelo de tonto", un “buscavidas” fanfarrón que se arrojó por “el camino a la perdición”. En fin... un tal Newman, “el indomable”, que llora a su madre rasgando un banjo.

Todos esos hombres y uno sólo fueron él. ¿Lo único que no consiguió? Quedarse entre nosotros.

Pero ahora no quiero pensar en eso. No se lo reprocho. Me ha dejado en herencia más de 60 películas, y entre ellas, una mano tan bien jugada como esta, en la que el Cool Hand Luke, además de mostrarnos su as en la manga y zamparse 50 huevos, se echa una charla de lo más distendida con Dios.
Valkiria
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7
16 de septiembre de 2008
113 de 166 usuarios han encontrado esta crítica útil
A todos, por favor, escuchad los primeros cinco minutos de La Soga sin mirar hacia la pantalla. Lo que crees que está ocurriendo no tiene ni de lejos nada que ver con lo que en realidad ocurre.
Una de las genialidades de Hitchcock como lo es tambíen rodar la película entera en dos únicas escenas (sino me equivoco) y crear el mayor momento de tensión cuando la empleada doméstica recoge los platos, copas y canapés del arcón.

Una habitación, cuatro excelentes actores, teatro en estado puro y una dominación de la técnica apabullante (sólo recuerdo un fundido en una chaqueta para cambiar al segundo y último plano secuencia).

Los diálogos vivos y audaces. De esas conversaciones tan "cotidianas", personalmente extraigo
la conclusión de que Hitchcock desprecia a la mitad de la humanidad, al menos.

Es una de las pocas películas (sino la única) de Hitchcock con reparto por entero masculino (a excepción de las secundarias: la novia, la madre y la empleada). También eso me llamó la atención del director, siempre tan dependiente de sus rubias intérpretes.

Aunque, sinceramente, la historia me resulta inverosímil como también que James Stewart sea tan súper cocazo como para olerse siquiera de lejos lo que se está cociendo.
Yo, hubiese apostado por la jugada perfecta y por la impunidad, pero Hitchcock no se atrevió. Cosas de Hollywood, supongo...

Un 7, porque es buena, buena. No subo la puntuación porque Sir Alfred no se atrevió a redondear el final como la "hazaña" lo merecía... sin jamás ser abierto el maldito arcón.
Valkiria
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