A pesar del muy buen trabajo de Michael Douglas (¿es cosa mía o Douglas interpreta prácticamente el mismo presonaje en toda su filmografía?) y de la mano de Fincher en la dirección, es una película bastante superficial, que entretiene y me ha mantenido pegado al sillón por su buen ritmo, pero que sólo permite un visionado.

El director de 'Amelié', Jean-Pierre Jeunet, junto con el para mí desconocido Marc Caro, nos regala esta pequeña gran joya del cine francés. Con limitados recursos, el director logra crear una producción realmente notable.

La película, prácticamente atemporal, narra las diferentes situaciones en un peculiar edificio de un lugar indeterminado en Francia, donde, por motivos que no se muestran al espectador, la falta de alimentos se ve suplida por el canibalismo gestionado por el dueño de la carnicería situada en el bajo del inmueble. La trama puede leerse en términos de la deshumanización que supone la búsqueda para satisfacer necesidades básicas y que se antepone a cualquier sentimiento de empatía o altruismo entre los inquilinos del edificio.

Tanto la atmósfera asfixiante, las tonalidades pardas, la ambientación extremadamente peculiar, el papel que juega la música en la historia y una caótica fotografía, conforman una fusión de lo grotesco (curiosísimos personajes como la paranoica vecina cuyos intentos de suicidio se ven una y otra vez frustrados, o el anciano que se alimenta de caracoles y ranas, dotan a la historia de cierto tono coral) con lo sentimental (la historia de amor entre el protagonista y la hija del carnicero) que contadas películas han logrado alcanzar.

Mención aparte merecen los trabajadísimos créditos iniciales del filme.

El peculiar cine de Jean-Pierre Jeunet, si bien irregular en los últimos años, nos ha dejado autenticas joyas a lo largo de sus inicios como realizador.

Pocas películas han hecho uso de tantos y tan bien utilizados recursos estéticos como Amelie, su diseño artístico que enamora, una banda sonora legendaria y una Audrey Tatou que cautiva a cualquier espectador.

Cada uno es libre de emitir una crítica desde su opinión personal, faltaría más. Pero quienes afirman que Amelie no es más que una buena dirección de arte, sobrecargada en ocasiones, con un guión efectista que abusa del "joie de vivre"... váyanse al carajo! Yo consumo cine desde la humildad y para disfrutarlo, y aquel que se considere amante el cine y no tenga un sitio especial en su filmoteca mental para esta delicia de filme, que se lo haga mirar.

Parece la heredera british y punk de 'Funny Games' de Michael Haneke, más descarada y sin la pedantería -y calidad, ¿por qué no?- del austriaco.

La incorporación de la música en la narrativa, de la mano con la violencia tan explícita, es tan poco sutil como Haneke, con una banda sonora muy bien elegida.


Es inevitable recordar al 'Elephant' de Gus van Sant en ciertas secuencias, La Naranja Mecánica, o atisbar algún homenaje fugaz a Cristopher Nolan.

Da la decepcionante impresión de que se queda a medio camino entre muchos géneros y no termina por asentarse en ninguno. Quizás, menos gags cómicos la hubiesen convertido en un film más serio y no hubiese pasado desapercibida entre el público como me temo que sucederá.

violenci explicita, se va enmarañando

Si al menos, al final, Javier Bardem hubiese asesinado a las protagonistas para luego suicidarse habría algo verdaderamente interesante en el film y dejaría satisfecho a cualquier espectador que buscase una pizca de España en él.

Note el lector, que si la película asemeja cierta caricatura romántica de España, la visión que se tiene en el resto del mundo de este país, como muchos de nosotros tenemos imágenes deformadas de otros lugares. Por eso quizás ha tenido mejor acogida de crítica y público en el extranjero una película en la que el guión no termina de encajar. Quizás sea complicado asimilar que no todos los guiones son adaptables a la gran pantalla y en este caso es decepcionante que con unos ingredientes tan potencialmente buenos por separado, el resultado sea tan difícil de digerir.

A pesar de todo, merece la pena verla aunque sólo sea por el personaje de Penélope Cruz, que entre tanto delirio (más propio de Salvador Dalí que del tantas veces referenciado en el film Antoni Gaudí), interpreta al único autorizado para parecer padecer un marcado desvarío mental. A Bardem también se le nota mas cómodo en las escenas junto a ella). Además, hay que reconocer que la banda sonora escogida es impecable para la ocasión.

Por último, comentar que esta es una de esas que no tienen ni pies ni cabeza en su versión doblada. He visto alguna escena de la versión en castellano y no entiendo cómo se puede permitir que se realice un doblaje de esta película y cómo puede hacerse cambiando la voz de dos de los mejores actores españoles en la actualidad por la de un par de actores de doblaje.