Espereraba una película en donde nos explicasen la evolución de las creaciones de Chanel. Cómo se llega a la originalidad, sus influencias. El crecimiento del imperio y su significado. Esperaba eso porque no sabía que la vida de Coco Chanel tenía algo más destacable que su arte. Y en efecto, su vida anterior a la fama no tiene el más mínimo interés, aburrida y ninguna sorpresa. Los franceses, especialistas en hacer que sus iconos acaben en las pantallas de cine, lo malo es que a veces les sale una chapuza.

Una de mis películas favoritas. Sencilla, sin complicaciones y con un guión sin nada en particular, Polanski crea una atmósfera agobiante de principio a fin. Con el paso de los años incluso gana más gracias a su estética sesentera. Impecables todas la interpretaciones. Mia Farrow en el papel de su vida.

Gracias Philip Seymour Hoffman por ser siempre lo más destacable allí donde va. Gracias a Mike Nichols por recordarnos lo mediocre que es Julia Roberts. Gracias a todos por recordarnos que no todo quedó atado y bien atado, cosa que probablemente ni se plantearon en aquélla época.

Una obra maestra. Un humor insuperable. Unos protagonistas magistrales y un guión de lo más original. Si a todo esto le añadimos en la dirección a John Huston sale una maravilla.

Poco que añadir, una maravilla de hora y media.

Para no convertir esta crítica en un mero comentario simplemente resaltar lo que tenemos antes de que empiece. Kubrick dirigiendo, Sellers haciendo los papeles de su vida y un formidable George C. Scott que consigue robarle protagonismo humorístico a Sellers, lo cual resulta verdaderamente difícil.