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España España · León
Críticas de bixo
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Críticas 66
Críticas ordenadas por utilidad
2
24 de agosto de 2011
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
COMPOSICIÓN
Por comprimido recubierto de cinismo:
Doctrina filosófica ------------------------------------------ 0.000001 ng
Pasta -------------------------------------------------------- 3000 Tm
Discurso panfletario neoliberal --------------------------- A paletadas
Excipientes: Merengue edulcorado. Pseudo-felicidad ($-USA). Hiper-Ego. Ácido social básico.

PROPIEDADES
‘The Pursuit of Happyness’ es un preparado eficaz en el tratamiento de la sintomatología de muy diversas percepciones de la realidad debido a la presencia de agentes analgésicos y alienantes capaces de actuar por distintos mecanismos sobre la etiología de la percepción.

POSOLOGÍA
La dosis deberá ajustarse de acuerdo al grado de conciencia y capacidad de crítica del paciente. Un visionado será suficiente para un amplio espectro de consumidores, aunque en cualquier caso son recomendables dosis muy superiores. Si el paciente no responde con propiedad se aconseja que sea amordazado frente a la pantalla con los párpados forzadamente abiertos hasta que los síntomas de mejora sean patentes. El uso de colirio es opcional.

CONTRAINDICACIONES
Felicidad plena del tipo ‘Un mundo feliz’ (Aldous Huxley et al. 1932). Tampoco queremos eso.

ABUSO Y DEPENDENCIA
La administración prolongada y excesiva de alienanina puede ocasionar dependencia mental y tolerancia institucional, con síntomas irreprimibles de consumismo agudo. Nunca debe interrumpirse la administración del fármaco, en todo caso aumente la dosis.

PRECAUCIONES
Pacientes con insuficiencia cognitiva, bien producto de reacciones alérgicas a la lectura, bien por sobreexposición a programas televisivos de farándula, o tal vez debido a un exceso de juventud y de niveles hormonales, corren el riesgo de alcanzar niveles de alienación de consecuencias irreparables. En todo caso, son aconsejables.

IMPORTANTE PARA LA MUJER
Si está usted embarazada y los componentes del fármaco ejercen un apropiado control sobre su psique, entonces también nosotros estamos de enhorabuena. Si es igualmente así pero no está embarazada, no sabemos a qué espera para estarlo.

ADVERTENCIA
El ‘spoiler’ al reverso de este prospecto es nocivo para un tratamiento apto (además de mentira, por supuesto). Si tras su lectura, que desaconsejamos categóricamente, siente el impulso de valorarlo positivamente, rece dos padrenuestros y un avemaría, y vea cuantas veces haga falta la película, amordazado y sin pestañear.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
bixo
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7
18 de febrero de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sorprenden las películas de Víctor Gaviria. Uno no puede dejar de preguntarse cómo este cine es posible. El antioqueño es el único embajador del que tengo conocimiento con la autoridad de sellar visados a uno de los pozos más negros y profundos de entre todos los que conforman las sociedades humanas. Cuando la intención es importar el hedor que de estos lugares emanan de poco sirve levantar decorados y contratar a actores debidamente formados en el Actor’s Studio. El hiperrealismo de Gaviria se sostiene utilizando como materia prima la misma miseria que pretende describir, sólo así podremos tan siquiera comprender de lejos el mal que corroe a Rodrigo, un chaval de veinte años en Europa y un ‘culicagao’ consumido hasta la médula en las laberínticas calles del extrarradio del Medellín de aquel tiempo.

Pero esta película va más allá de su incalculable valor informativo. Cada plano, cada secuencia rodada por el colombiano, esconde mucho CINE. La imposibilidad de recrear ambientes controlados, y una más que sospechada limitación presupuestaria, son contratiempos de peso y que, sin embargo, Gaviria sortea (dentro de lo posible) con admirable destreza, dotando a su obra de una coherencia y un ritmo muy meritorios. El conjunto resultante no sólo es interesante o recomendable, ‘Rodrigo D’ es una película necesaria, aunque nada más sea porque cualquier sitio puede ser un día una barrida en la ciudad de Medellín.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
bixo
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8
7 de enero de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las innovaciones técnicas y espectacularidad de ‘Cabiria’ van mucho más allá de las características propias del movimiento colosal al que pertenece, esta película es mucho más que sus faraónicos decorados o los miles de extras que la pueblan. Películas anteriores del mismo género épico, tales como ‘La vida de Jesús’ (Pathé, 1910) o ‘Quo Vadis?’ (Enrico Guazzoni, 1912), de semejantes proporciones y presupuestos disparatados, se enfrentaban junto al resto de proyectos de la época a la problemática de incluir planos cerrados, que resaltaran los personajes y sus acciones, entre planos más generales en los que transcurría la acción. Grabar las escenas por separado y mezclarlas durante el montaje parecía la única solución posible hasta que Pastrone y su ayudante de dirección, Segundo de Chomón, descubrieron un medio para moverse sin rupturas de planos generales a planos medios usando un ‘juguete’ inventado quince años antes por R. W. Paul. El ‘carello’ (como lo denominaron) les permitía acercar, alejar o desplazar la cámara en las escenas que lo requerían con tal desparpajo que pronto se utilizó la expresión de ‘movimientos Cabiria’ para referirse al rodaje de este tipo de secuencias. El complejo uso del traveling en esta película no sólo agilizó la narración y acentuó más si cabe sus gigantescas proporciones, sino que ante todo revolucionó el mundo del cine al exprimir las posibilidades de la que es, en palabras de crítico de cine Mark Cousins, la herramienta más sensual de todas con las que un director cuenta.
bixo
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2
24 de julio de 2011
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
De ‘Reservoir Dogs’ a ‘Inglourious Bastards’ pasaron muchos años y un buen puñado de películas con un único hilo conductor en común: la violencia. Tarantino fue franco desde un principio, nunca pretendió introducir en sus películas idea alguna; de la primera a la última, todas fueron huecas por igual. Si por algo este heterodoxo director saltó a la palestra fue por el elaborado y atractivo envoltorio con el que adornó sus obras, para nada un talento menor a juzgar por el resultado de sus primeros trabajos. En ‘Reservoir Dogs’ (por la que siento especial debilidad) logra por momentos embellecer el acto puramente violento y vil a un nivel pocas veces igualado en el cine. La danza macabra a la que se abandona el argumento repele igual que atrae, y ese es sin duda uno de sus secretos. Aunque mucha más diluida y edulcorada, la esencia de esta particular lírica está también presente en ese producto genuinamente pop que es ‘Pulp Fiction’, consumida posteriormente hasta la última gota (y con menor éxito) en ‘Jackie Brown’. Pero que nadie se lleve a engaño, detrás de este aparente ejercicio de descerebrada banalizad hay mucho trabajo, e ‘Inglourious Bastards’ es la más rotunda y contundente prueba de ello; es, digamos, nuestro control negativo.

Tras un prometedor comienzo, Tarantino se dejó llevar por la inercia de su merecido reconocimiento (ayudado en buena parte por un indolente fenómeno ‘fan’ que lo defiende a ultranza). De ese modo, la saga ‘Kill Bill’, por ejemplo, fue acogida por el gran público como si de obras mayores de trataran pese a que en ellas nada quede de esa chispa que distinguía a sus predecesoras. En resumidas cuentas, era una historia de sobra conocida: sus películas pasaron de buenas a malas.

Lo de ‘Inglourious Bastards’ es mucho más preocupante. Tarantino siente (parece ser) la necesidad de compartir sus más bajos instintos con el resto del planeta, pero agotada la fórmula que lo encumbró resulta más complicado pasar por encima de toda ética, y la solución la encuentra en los siempre bastardos nazis. Da lo mismo si eres un sádico redomado, un padre de familia o un simple mandado que pasaba por allí, si llevas el uniforme alemán mereces morir y que te corten la cabellera. Además, el público no sólo lo va a perdonar sino que aplaudirá entusiasmado al igual que Adolf Hitler en la platea viendo morir a soldados aliados.

(conclusiones finales en el 'spoiler')
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
bixo
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4
15 de diciembre de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se lo debió encontrar por casualidad en un trayecto de tren que de Francia partía en dirección a la lejana Rusia. De cómo el rumano supo del balcánico, de seguro que no fue un hecho tan casual.

Allá en el 97 se abre una polémica a tres bandas: Benigni arranca aplausos en medio mundo con ‘La vita è bella’, mientras que el otro medio le acusa de plagiar a Mihaileanu la idea original que sostiene tan notable película; mientras tanto, en la antigua Yugoslavia, el bueno de Kusturica, que se disponía al rodaje de ‘Gato negro, gato blanco’, se preguntaba dónde leches se había metido Goran Bregovic, su compatriota y arreglista musical en sus últimas obras, las que le llevaron a la fama internacional. Resultó que el músico se había ido con su música a otra parte, concretamente a Francia, donde estaba el rumano con todo dispuesto para poner en marcha su ‘Train de vie’. Si el director balcánico alguna vez la vio, seguro que lo que menos le dolió fue escuchar en obra ajena los acordes compuestos por su amigo Bregovic. A Mihaileanu no le bastó con coger prestado al músico, cada escena, cada secuencia, cada fotograma, es un plagio impudoroso al cine de Kusturica. Sólo faltó su saber hacer, y es que eso viene de serie, y el rumano, lo que son dotes para el lenguaje cinematográfico, en esta película demuestra más bien poquitas.
bixo
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