–Nadie... yo no fumo. Nadie empuja ya la canoa. El Hombre Muerto inicia el último viaje. Al origen, al Espejo del Agua. Dos veces muerto, renacerá. La solemne canoa inflige una herida en las aguas mansas, en la mar en calma; herida eterna, que se abre y cierra al mismo tiempo. En el cielo ve su mente, poblado por nubes, dudas, y luz, alma. El Gran Espíritu lo llama. Allá va William Blake, guiado por las aguas puras; las marcas indias en su cara ya casi borradas, de su revolver y su pecho la sangre aún mana. Ha vivido la ciudad y ha vivido el bosque, la paz y la huída; ahora pertenece al mar. Su vida son opuestos, como lo es su ser. El poeta y el contable, el espíritu libre y la jaula de cifras. Ha visto al cuervo carroñar, y ha visto al águila volar. Ahora empieza a comprender...

Some are born to sweet delight
Some are born to endless night
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