Película de sobremesa ideal para lo san valentineros más alternativos (o eso nos creemos). Parece una apuesta pobre, pero no decepciona; es mordaz, sarcástica y muy sacrílega. Las canciones son básicas pero pegadizas. Todo ello envuelto en ese aura de que algo no va como debería, aunque no existe otra forma de hacerlo.

Noomi Rapace convierte en creíble un universo creado por y para la trama, sin mayor interés tecnológico o innovador; Orphan Black + Blade Runner = dos horas de entretenimiento sin mayores pretensiones.

A ver. Yo creo que algo nos estamos perdiendo, algún simbolismo o metáfora que provea de una nueva lectura a la película y la dote de significado.

Porque tan vacía no puede ser... ¿no?