Ok es Brian de Palma, quizá le recuerden por películas como El Precio del Poder o Los Intocables de Elliot Ness. Esta película tiene elementos muy interesantes; un comienzo desconcertante, un Michael Caine interpretando un papel inversímil de presuponérsele, algunos planos muy chulos, un juego de colores con la sangre, una gran fisicidad y atractivo, un suspense palpitante muchas veces, originalidad temática y la plasmación de un mundo erótico oscuro y de vicios... todo de una calidad realmente artística, pero para mí falla en su conjunto, en su visión global. Esta película la recordaré por esos elementos sueltos, pero no por una película redonda que me llegue en su totalidad, que una vez acabada diga buf, qué buena. Y falla a mi parecer en que no sabe reconducir el suspense hacia el argumento, se pierde en él sin saber cómo terminar el film, autorepitiendo el argumento sobrepasado la mitad. Por otro lado, todo resulta demasiado simple, un suspense donde todo es muy transparente y fácil de entender, no le exige nada al espectador (a mí normalmente me suelen gustar los suspenses que te hagan pensar un poco, un algo de suspicacia), puedes estar haciendo otra cosa mientras la ves y no te pierdes, porque en realidad son cuatro cosas muy obvias. Aunque esto último ya es a título más personal y nada achacable, sólo por la primera cuestión es una pena, porque por esos elementos citados tenía todo para ser un auténtico clásico.

Esta obra sin duda marca un cambio en la forma de concebir el western. En primer lugar, el protagonista (James Stewart) es un abogado que no sabe manejar un revólver. Su única arma es el derecho, y llega para mostrar la ley a un pueblo donde manda la ley del más fuerte, es decir, los pistoleros y ganaderos. En segundo lugar, el co-protagonista (John Wayne) muestra la decadencia del héroe pistolero de toda la vida, de su método de tomar justicia por su mano, lo cual es muy significativo en el cambio de época al que asistimos (años 60). Un tercer aspecto que me parece revelador, es el papel de la mujer, la tercera protagonista (Vera Miles); libre de elegir, con capacidad de decisión y personalidad a diferencia de la mujer pasiva de los westerns clásicos. La epicidad de la relación sentimental entre los tres protagonistas es sublime, de las que quedan en el recuerdo, y emocionan sólo con pensar en ella.

Woody Allen 100%, brillantes conversaciones, sabe tratar de maravilla las historias cruzadas sobre relaciones y matrimonios. Esta película se aproxima al estilo de Hannah y sus Hermanas, centrado en las historias pero con su toque cómico habitual, incluso me parece más compleja en el sentido de tratar relaciones que se rompen y lo que queda de ellas, y como se pueden rejuntar o no, y los pensamientos de ellos dentro de éstas. Realmente es de las cosas que más me han fascinado, y que exige todo un recorrido de reflexión como también muestran anteriores cintas suyas. Me parece una de sus mejores y más maduras películas, sin tanta reflexión ganso-narcisista de Allen.

Una película acerca de lo que es el honor, de cómo se puede enmascarar tras un traje y unas medallas, y de lo que es ser realmente una persona honrada. Desmitifica totalmente el hecho de ligar honradez a la respetabilidad social del trabajo que desempeñas. Es la cualidad que hace humano, y que se desmpeña diariamente con actos, palabras y acciones. Crítica del sacrificio de vidas humanas por fines personales que se han cometido y se siguen cometiendo. No se trata de personas que combaten por un objetivo honrado en el que puedan llegar a creer (como en el caso de la misión suicida que les encomiendan, tomar la colina esa; aunque la guerra contra los nazis sí que tiene su justificación), simplemente ratones enviados a morir.

¿Cansado de las típicas películas de jugadores de cartas o de tramposos de casinos? Pues esta es tu película. Se pueden sacar muchas historias en un casino, ya era hora de que hubiese una distinta, con un tipo de persona más habitual en las salas de juego. William H. Macy es el hombre para el papel, no puede haber nadie mejor, aparte de que es un actorazo como la copa de un pino los papeles de este tipo, de perdedor que ha arruinado su vida le van como anillo al dedo. Alec Baldwin también está sensacional, como jefazo duro que mueve los hilos como nadie (y que sabe fingir conforme a sus intereses), realmente el peso de la película descansa en las escenas entre ambos. Luego la química con Maria Bello es perfectamente creible, me encanta la conjunción, es que es una historia que te crees y que piensas que a tí también podría pasarte, por eso me ha gustado tanto.

No creo que haya una sola película de Macy que no me ha gustado. Grande.