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Críticas de atomicdog
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
6
18 de noviembre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Comanchería' cuenta el periplo de dos hermanos que viajan robando bancos y de dos policías que los persiguen. El interés reside, creo yo, en como este viaje extrae de cada uno su idiosincrasia.

Hay un 'pathos' que rodea a toda esta película. Los personajes son víctimas de su propio carácter durante toda la película sin que exista una historia de superación como en Toy Story por ejemplo. Y ese es el motor que les lleva irremediablemente al final.

La película es consciente de los clichés del western y mediante una sustitución de sus elementos más típicos realiza una 'romantización' del Viejo Oeste: el indio y los cowboys que se hacen viejos, la escena del niñato con una pistola, los pozos petrolíferos.

Muy atrás quedan los tiempos en los que el cowboy podía encargarse personalmente del culpable. Ahora dependen de la burocracia para poder actuar contra lo que creen que es injusto. Hay algo patético en la última escena, en la que las amenazas últimas suenan casi a parodia.

Comanchería profana los elementos clásicos del western para mirar hacia otra época con nostalgia y algo de patetismo pero sin olvidarse de hacer algo propio: una mirada a la gente sencilla, al contexto social-económico como ente que limita nuestra vida en marcadas parcelas y al carácter propio como brújula que marca nuestro camino en los resquicios de libertad que nos quedan al final.
atomicdog
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Ponyo en el acantilado
Japón2008
7,4
23.325
Animación
9
26 de junio de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Viendo esta película me he dado cuenta porque prefiero Miyazaki a Pixar (entre otras cosas). El tema de la infancia es tratado con frecuencia tanto por Pixar (Monstruos SA, Inside Out) como por Ghibli (Totoro, Ponyo). Pero el enfoque de ambas es totalmente distinto.

Los guiones de Pixar son impecables, historias sólidas contadas con profesionalidad. Todo está perfectamente atado, la buena labor de sus guionistas es indudable. Las películas de Miyazaki dedicadas a la infancia, no hablo de la pubertad como pueden ser Nicky o Chihiro, tienen ese punto de irracionalidad que les caracteriza. A veces prestan atención a escenas que aparentemente no hacen avanzar la trama, o se enfocan en una determinada emoción, o en algunos personajes que van de paso (como las viejas aquí).

Miyazaki es el único director que recoge esa mirada inocente que ve todo con sorpresa e incredulidad. Sus guiones no son perfectos, en algunos puntos incluso pueden resultarnos farragosos. Pero después nos viene con escenas como la de las olas que asedian la carretera con la orquesta de fondo sonando, y Ponyo apareciendo de repente encima de la ola corriendo con ese aire patoso.. y ya te ha metido en la película.

El Disney de antaño solía tener estas escenas también, momentos para que la historia respirase y reparáramos en las emociones de los personajes, y solían hacerlo mediante la música: la alegría de los enanos cuando bailan con Blancanieves no era una escena necesaria, pero ahí está, retenida por siempre en la retina de los que alguna vez la han visto, especialmente para los niños.

Gracias Miyazaki, por entender el cine como un festival de colores, líneas ondulantes y música explosiva, de emociones a flor de piel y de personas antes que personajes.
atomicdog
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10
29 de mayo de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La búsqueda de los protagonistas de la película va más allá de la detención del asesino en serie. Entre los tres personajes principales y Zodiac hay un abismo que es como un agujero negro, una mezcla de misterio e impotencia. El abismo que existe entre un hombre y su obsesión que nunca será satisfecha del todo.

La cámara casi siempre omnipresente nos muestra a unos personajes perdidos en un mundo en el que no parece existir la verdad absoluta, bajo la atenta vista del títere Fincher.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
atomicdog
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10
10 de abril de 2017
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La primera escena en la que aparece Monsieur Gustave abre con él de espaldas a la cámara. Gustave observa un paisaje helado desde el balcón, que inunda en sombras al personaje. Detrás suya una habitación del Gran Hotel Budapest con las paredes inundadas de rosa pastel. Apenas tiene unos segundos, pero tiene una extraña quietud.

A partir de aquí la película se convierte en un tour de force de personajes estrafalarios que entran y salen, decisiones espontáneas, persecuciones y situaciones inverosímiles, todo con una sensación de “apelotonamiento”, en las que apenas hay tiempo para profundizar mucho en los personajes. Aunque esta descarada simpleza y sinceridad se convierte en una pista para que el espectador encuentre por sí mismo una segunda capa en estos extraños personajes.

Vemos que Monsieur Gustave es humanista, atento con sus amigos, alguien que ha aprendido a vivir en la época que le ha tocado, saber relacionarse con todo el mundo, siempre visible para cualquiera. Amigo de sus amigos. Esto es lo que se nos muestra más claramente. Pero también vemos que todas las noches cena sólo. Que tiene gustos y aficiones propios de alguien que sueña con épocas pasadas.

De la vida de Monsieur Gustave anterior al hotel sabemos muy poco, algunos datos que deja caer en momentos de debilidad y que no hacen sino dar más halo de misterio a su vida interior. Pero sorprendentemente Wes Anderson utiliza estos huecos de manera que sean significativos para comprender que de Monsieur Gustave sólo conocemos la fachada.

Este alejamiento sobre el personaje principal refuerza toda la esencia de la trama. Una historia que lee una joven, escrita por un viejo al que se lo contó otro viejo. Un laberinto que bien podría ser el que decía Borges sobre Ciudadano Kane: “la investigación del alma secreta de un hombre, a través de las obras que ha construido, de las palabras que ha pronunciado, de los muchos destinos que ha roto la investigación del alma secreta de un hombre […] el héroe observa que nada es tan aterrador como un laberinto sin centro. Este film es exactamente ese laberinto.” Y en el centro del laberinto el alma de Monsieur Gustave. Alrededor el Gran Hotel Budapest, todo lo que le rodea. Lo que vemos de él está deformado por toda la parafernalia.

Pero hay un segundo factor que hace que no podamos ver la imagen completa de Monsieur Gustave, y es la propia forma del relato de la película. Gran Hotel Budapest es la historia que cuenta un viejo, que escribe otro viejo, que lee una niña y que vemos nosotros como espectadores. Esto justifica todos los huecos, las subtramas, los momentos absurdos y da coherencia a una estructura que, bajo otros parámetros, quizá sería inverosímil o forzado, pero que aquí encaja perfectamente.

Aquí volvemos al plano del que hablábamos. Un hombre mirando el paisaje, se puede sospechar que añora algo, aunque no se sabe muy bien el que. En la tranquilidad que le da ese momento de soledad , descansando de las apariencias y de la vida que ha tenido que construirse para sobrevivir, parece el único momento en que la historia reposa y estamos en “tiempo real”. Quizás el único momento que compartimos verdaderamente con Monsieur Gustave.
atomicdog
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8
15 de mayo de 2016
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Hay algo interesante en esta película y es que el director apenas se recrea en las penurias vividas por las mujeres por causa de su trabajo. Todas ellas tienen una profunda crisis en su vida; la hija del mujeriego, la que encuentra un marido que se aprovecha de ella, la del marido que se quiere suicidar, la del hijo que se avergüenza de ella. El prostíbulo es casi un sitio donde descansar de su vida carente de sentido. Un último refugio, penoso y asfixiante, que las atrapa en un mundo sin futuro, pero un refugio al fin y al cabo.

Apoyando esto unos encuadres cerrados y opresivos, que atrapan a las mujeres que protagonizan la historia.

El reparto coral es maravilloso, quizás se eche en falta una trama principal que de un sentido unitario.

Al final es lo de siempre; alguna conseguirá salir de ese mundo. Pero las gallinas que entran por las que salen, el ciclo empieza de nuevo con una prostituta joven. Y ahí Mizoguchi nos regala uno de sus planos más emotivos, con ese primer plano que casi acaricia a la joven. La mirada áspera pero tierna de Mizoguchi que nos regala su última joya.
atomicdog
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