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España España · Santa Cruz de Tenerife
Críticas de Ozymandias_Iskander
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Críticas 136
Críticas ordenadas por utilidad
5
20 de enero de 2018
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El vampiro ha sido utilizado como metáfora de la sexualidad, el pecado, la adicción, la droga, la maldad, la desinhibición, el poder, la aristocracia..., pero pocas veces se ha enfocado la figura de este ser como una metáfora de la pobreza, la marginación y la obsesión por otro mundo, tal y como se muestra en The Transfiguration del debutante Michael O'Shea, una pequeña producción dramática que al estilo de la película Martin y con ciertas dosis de Déjame entrar, nos narra la historia de Milo, un adolescente obsesionado con los vampiros, tanto que decide convertirse en uno.

El vampiro puede llegar a alimentarse de sangre, pero también de ilusión. Es una enfermedad que consume los días y las ideas de cualquiera que cae en sus garras. Y, al final, su sombra se extiende hasta convertir nuestra existencia en una larga noche.

Alejándose de los castillos transilvanos o los vampiros brillantes y castrados de Forks, Milo es un pequeño psicópata con sus propios demonios. No esperen ningún toque de cine fantástico más allá de algunos huecos argumentales inexplicables. Aguarden más bien un drama sobre esos personajes que no suelen aparecer en las películas, pero que, a veces, son protagonistas de su propia destrucción, como el propio Milo (Eric Ruffin) o su amiga Sophie (Chloe Levine). Pura desmitificación y, como dice Milo, realista, muy realista hasta resultar incómodo, con muertes cruentas, recuerdos del pasado terribles y momentos en los que sabemos que no hay ninguna esperanza.

La premisa de la película es interesante por cómo retrata a Milo como un pequeño psicópata desde la primera escena. Ruffin consigue crear a un ser amoral, alejado de las convicciones humanas, con el sueño recurrente de su madre muerta, con las muñecas abiertas, y él probando su sangre. De ahí viene el pensamiento del vampirismo como vía de escape, como una enfermedad que le corroe a él y a todos a su alrededor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ozymandias_Iskander
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5
18 de enero de 2018
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Frankenstein es un mito que tiene la capacidad de reinventarse desde su origen en la pluma de Mary Shelley hasta adaptaciones como la estrenada en 2015, dirigida por Paul McGuigan y protagonizada por James McAvoy como Víctor Frankenstein y Daniel Radcliffe como Igor. Y no, se parece bien poco a aquel dramón dirigido por Kenneth Branagh. Más bien toma elementos nimios de la novela para construir una especie de "historia jamás contada", que se alimenta más de los mitos del cine (Igor no aparece en la novela) y decide hacer un híbrido entre película fantástica y de acción, con toques de aquel Sherlock Holmes de Robert Downey Jr. (alguien tuvo que decir: "puestos a imitar, imitamos a Guy Ritchie" y pasa lo que pasa).
Con el excelente ejemplo del Frankenstein y la criatura, el John Clare, de la serie Penny Dreadful demasiado reciente (cosa que, quizás, juega en su contra), la película escrita por Max Landis (hijo de quien ya sabemos, polémico por tantas cosas) se articula en un misterio que no es misterio, con unas escenas de acción un poco a calzador y una relación entre los personajes que parece más un esquema que otra cuestión. Es más, queda la sensación de que hubiera funcionado mejor como una miniserie que como una película.

Al final, queda más la curiosidad de ver a los actores que salen en Sherlock: Andrew Scott (Moriarty), Mark Gatiss (Mycroft), Louise Brealey (Molly) y Alistair Petrie (Sholto), que ver una adaptación de Frankenstein que nos cuente algo nuevo, porque se reservan el origen de la bestia para el final y todo queda tan apresurado, que el largo (y, a veces, tedioso) recorrido que lleva a la nada. El director y el reparto hacen lo que pueden en todo momento, pero el guion y el montaje (que obvia los misterios) hacen zozobrar este experimento, donde quizás lo más destacable es la intención de los autores y la recreación del Londres victoriano.

El final de la película amenaza con una segunda parte que nunca se hará (¿una Novia para Frankenstein?) y, por esa manía de los finales abiertos y las franquicias, creo que se estropea el arco de evolución de Víctor. Durante toda la película quiere crear vida, se da cuenta de su error en dos segundos (mal hecho, muy precipitado) y, tras armar la de Dios (lo siento, Vic), para librarse del monstruo, decide que va a crear otro. ¿Otro? ¡¿OTRO?! Vic, estimado colega, dedícate a otra cosa.

En fin, Victor Frankenstein podría haber sido algo mucho mejor y la sensación que nos deja al final es esa: que sin ser una maravilla, tampoco es un bodrio, simplemente es una cinta cinematográfica indecisa, a la que le falta que le caiga un rayo para darle un poco más de vida.
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Ozymandias_Iskander
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2
17 de enero de 2018
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay personas que tienen buen gusto cinematográfico y luego hay personas como yo, que se tragan cualquier película y siempre sacan algo (más o menos) bueno, aunque sea una mentira para así evitar pensar que han tirado más de una hora de su vida a la basura viendo una película regulera. A veces, sabes que las primeras noticias que van saliendo del rodaje no son buenas, y todavía así cruzas los dedos. Después, se estrena y la gente te dice que la película es mala, te lo dice la crítica, te lo dice todo... y sigues pensando: "puede que me guste". Me encanta engañarme a mí mismo, ¿sabes? En el caso de La Torre Oscura, me he pasado más de una hora después de verla, buscándole algo bueno, pero lo único que se cruzaba por mi cabeza era ¿qué ha pasado con la continuación cinematográfica de una de mis sagas literarias favoritas de uno de mis escritores preferidos, Stephen King?

Aunque los reshoots parecen los enemigos del cine comercial reciente, estos siempre han estado ahí, pero en el caso de películas como La Torre Oscura se notan y para mal. Hay una torpeza en el film que nace, de por sí, del guion y que se extiende a todo un montaje que no nos recuerda en ningún punto a El Señor de los Anillos, el spaghetti western o todas las obras que inspiraron a Stephen King a la hora de contarnos las aventuras de Roland Deschain, el último pistolero, y su búsqueda de la Torre Oscura (es más, aquí ni siquiera es lo que busca). Ay.

Que conste que me he intentado alejar de los libros mientras la veía, que he intentado no pensar “eso no era así en el libro” y he considerado lo que nos intentaron vender durante la campaña de promoción de la película: que esto era una continuación que tomaba elementos de varios libros y punto… Pero es que, como película, no funciona. No hay emoción, no hay maravilla ni hay asombro.

Hay muchos bostezos, mucho efecto especial cutre y una ambientación de serie b chusca (¿qué le ha pasado al bueno de Matthew McConaughey en el pelo? ¿Por qué Idris Elba se pasa toda la película más desganado como actor que como su propio personaje?). ¿Se han gastado millones, en serio, en una película que parece que tiene menos presupuesto que muchos episodios piloto de televisión? ¿De verdad? Mientras la veía, sentía escalofríos. Era como si hubiera viajado a 2006 y estuviese viendo de nuevo Eragon en la gran pantalla (salvando las distancias, claro, pero con la misma forma de hacer cine por cuatro duros para recaudar lo máximo posible).

¿Lo peor? El espíritu de la obra de King, por cierto, ni se le ni se le espera, pese a los guiños que hacen a IT, Cujo, El resplandor y tantas otras obras del genio de Maine. Es más, si no conociese la obra de King ni hubiese leído los libros, pensaría que era directamente la adaptación de una novela de fantasía juvenil de esas que nos asolan cada equis tiempo y que se queda en la primera entrega. En resumen, Stephen King considera La Torre Oscura su obra cumbre, una en la que puso décadas y décadas de trabajo, y tiene que tener mérito adaptarla sin que se note nada de todo lo bueno de la pluma de King. ¿Era tan difícil?

Ni siquiera la música de Junkie XL (demasiado genérica para mí) se salva de la quema de una película que podría haber sido mucho más: el inicio de una saga, una forma de continuar y no solo adaptar las obras de la que se parte… y, sobre todo, una buena película.
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Ozymandias_Iskander
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9
2 de mayo de 2016
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"No siempre podemos salvar a todo el mundo, pero uno no se rinde"- Capitán América.

¿En qué lado estás tú? Con esa frase, Marvel vendió en su día el evento cómiquero Civil War, que sirvió para que muchos nos embarcásemos en las viñetas del Universo Marvel. En 2007, la lectura de aquellos cómics, me llevó a zambullirme en la Casa de las Ideas y, ahora, casi diez años después, tenemos una película que toma varios de sus elementos clave.

Capitán América: Civil War es la decimotercera pieza (y el número no da mala suerte) de su Universo Marvel Cinematográfico, que se extiende ya desde la gran pantalla a la pequeña, los cómics y mucho más. Todo un innegable ejercicio de arquitectura de ficción que hace que los espectadores y lectores agradezcamos estar viviendo esta edad de las maravillas.

Los directores, los hermanos Russo, regresan tras El Soldado de Invierno para sumergirnos en una historia donde la redención, la condena y la ruptura de las viejas alianzas son claves. En un mundo que aún se recupera de los acontecimientos de Sokovia en La Era de Ultrón, el Capitán América ve su labor y las de sus Vengadores cuestionada por un mundo que aún no sabe hacer frente a los héroes y villanos del mañana. Cuando muchos quieren que Los Vengadores se pongan al servicio de la ONU, con Iron Man a la cabeza, el regreso de Bucky Barnes cambia todo. Steve está dispuesto a darle una oportunidad, pero el mundo se cuestiona si necesita héroes y, de repente, estalla la situación: la guerra civil ha comenzado.
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Ozymandias_Iskander
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8
9 de enero de 2018
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué sería de Black Mirror sin un capítulo incómodo? Desde su primer episodio, la serie de Charlie Brooker ha logrado que muchos espectadores nos sintamos de un modo horrible, mientras nos narra cómo la tecnología cambia el mundo a peor... o cómo el mundo siempre ha sido horrible, como en este tercer episodio de la cuarta temporada: Cocodrilo.

Mia (una imparable Andrea Riseborough) es una mujer que ha conseguido hacerse a sí misma superando su pasado, que alberga un hecho traumático que amenaza con destruir su nueva vida. Sin saberlo, se cruzará con una agente de seguros, Shazia (Kiran Sonia Sawar), que posee un aparato que permite recuperar los recuerdos de los testigos y las víctimas de los accidentes. Y Mia decidirá, una vez más, construirse a sí misma, a toda costa.

Charlie Brooker erige un capítulo de suspense que funciona, que enturbia la mente del espectador, al mismo tiempo que vierte las pistas para un final que, si bien puede que no esté del todo a la altura, zanja con una mera casualidad toda una situación desesperada que convierte al personaje de Mia en un monstruo. O puede que siempre lo haya sido. Ella ha permitido que el mal triunfe como espectadora y después se ha convertido en una bestia con tal de que nadie lo sepa y el fin, como quien dice, justifica los medios. Sea como sea.

A través de los paisajes pálidos y los personajes amorales, el escritor Brooker y el director Hillcoat nos hablan de cómo los recuerdos nunca se borran, de cómo el pasado siempre viene a nosotros, y de cómo el destino deja marcados a todos los personajes. Todos, al final, somos piezas de un rompecabezas que se puede reconstruir en cualquier instante, aunque no lo deseemos.

En este caso, la trama de Cocodrilo nos transporta a la fuerza de los primeros capítulos de la serie, a la vez que toma muchos elementos de capítulos de series como Alfred Hitchcock presenta. ¿Podrá escapar Mia de su pasado? ¿O somos nuestro pasado?

Puede que, por el mal cuerpo que nos deja o la oscura moraleja que se desprende de esta pesadilla, el capítulo Cocodrilo es, junto a Hang the DJ y Black Museum, uno de los mejores episodios de la cuarta temporada de una serie necesaria como es Black Mirror. No lo olviden.
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Ozymandias_Iskander
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