Haz click aquí para copiar la URL
España España · teruel
Críticas de simón
<< 1 20 23 24 25 28 >>
Críticas 138
Críticas ordenadas por utilidad
10
9 de febrero de 2009
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Por qué nuestra vida es finalmente como es? ¿Resulta todo aquello que un día nos prometimos? ¿Se han cumplido aunque si quiera fuese por un instante todas aquellas expectativas que en cierto momento soñamos por consumar? De no ser así, ¿qué motivos han sido los causantes de que nuestra existencia no termine por ser como así lo hubiésemos deseado?
¿En qué medida depende la fortuna en nuestro destino? ¿Quizá bastante más de lo que incómodamente podríamos reconocer? ¿O simplemente puede considerarse la misma como accesoria a lo que realmente es importante, esto es, el talento, la constancia, el empeño, la perseverancia o el esfuerzo con denuedo? ¿Debemos aguardar a que la Diosa fortuna nos indique el camino a seguir, o es más inteligente, empero, tomar la iniciativa y luchar sin descanso por todas aquellas ilusiones que un día ambicionamos conseguir? ¿ Es posible que un solo acontecimiento, por todo lo nimio que un primer momento pudiera parecer, condiciona toda nuestra existencia? ¿ Es cierto, como afirma en cierto libro Paulo Coelho, que a veces parece que todos los elementos del universo conspiran entre sí para lograr un determinado fin, por muy oscuro o imbricado que este pueda parecer? ¿Cómo sería de diferente toda nuestra existencia si en un momento muy preciso y determinado por el azar hubiésemos conocido a otra persona? ¿Seríamos más felices o simplemente retrasaríamos la solución final, puesto que todo estaría determinado a la consecución de unos fines, irrogados por ignotos designios, previamente fijados?
¿Realmente cuál es el motivo que nos empuja actuar de una determinada forma? ¿Cuál es la emoción que predomina en cada momento: el miedo, la culpa, la codicia, o quizá sea el egoísmo? ¿En qué medida son correctos y hasta qué punto permisibles nuestros actos si todos y cada uno de nuestros pasos van encaminado a la honesta búsqueda de nuestra propia felicidad?
¿Realmente conocemos a nuestros vecinos, compañeros, amigos, familia, amantes o novios? O incluso, ¿nosotros mismos somos conscientes, sobrevenida una situación de crisis, de lo podríamos llegar a hacer? ¿Nuestros actos son lo todo lo correctos de lo que en un principio habíamos considerado?
¿De qué forma afecta la conciencia a nuestro comportamiento? ¿En qué manera nuestro sentimiento de culpa condiciona las decisiones a tomar? ¿Existen seres que nunca escuchan esa vocecita que los confronta con la realidad de sus acciones? ¿De ser así, son más felices estas personas?
Demasiadas preguntas, demasiadas dudas, tantas, que solamente un Woody Allen en estado de gracia podría contestárnoslas todas; en una memorable escena, una de las mejores de la historia del cine, en la que un muy sombrío y atribulado Jonathan Rhys Meyers reflexiona sobre todos esos dilemas que han afligido, afligen y afligirán de siempre a la humanidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
simón
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
5 de julio de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuatro minutos. Sólo en 4 minutos y utilizando personajes animados se puede resumir la esencia de toda una vida: sus altos y sus bajos, sus ilusiones, la esperanza, el miedo, el sacrificio, la irremediable llegada de la muerte y la soledad.
Podrían parecer temas ya muy manidos, universales y que han sido tratados en el cine de muchas otras formas, sin embargo lo que algunos filmes no consiguen en dos horas de metraje Up nos los hace sentir con una fuerza inusual en tan sólo 4 minutos.
La vida es un largo camino que implica sacrificio y esfuerzo, encontrar a alguien que este dispuesto a recorrerlo junto a esa otra persona incondicionalmente resulta complicado, ha decir verdad hoy en día casi imposible. Los buenos momentos son tesoros que todo el mundo desea disfrutar pero ¿qué ocurre cuando no conseguimos lo que queremos?, ¿de verdad tenemos esa capacidad de tolerar la frustración, de anteponer en un momento dado las necesidades de otra persona a nuestro propio bienestar?, esta claro que la mayoría de las personas no tienen esa capacidad.
Sólo si nos paramos a pensar un momento y desconectamos de todo del caos que nos rodea, de la premura de la sociedad actual, podremos ver que no somos tan importantes, sino un simple eslabón más en la cadena y que nuestras ilusiones y metas tienen importancia, sí, pero sólo en la medida en que las compartamos con las personas a quienes queremos.
Todos esos sueños que alguna vez dejamos esperando en algún cajón de sastre y que algún día sabemos imposibles de realizar y sin embargo sacamos, a veces, a pasear por nuestra memoria con el único fin de deleitarnos en lo que podría haber sido, representan, sin duda, pequeños destellos de luz que nos permiten hacer más llevaderos esos momentos de desesperanza que a todos nos aguardan en algún momento.
Disfrutad, pues, de esa escena magistral en que corbata tras corbata vemos pasar la vida de Ellie y Carl, día tras día, metáfora de nuestra propia vida al fin y al cabo, que casi con milimétrica similitud resume lo más maravilloso que un ser humano puede poseer.
Disfrutad de sus cuatro minutos, de lo mejorcito de la historia del cine, sin duda.
simón
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
24 de diciembre de 2010
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Levantarse una buena mañana como cada día, sin una vaga ilusión ni la más mínima esperanza, sin más objeto que cumplir con la tediosa rutina convertida casi en pertinaz ideología.

Cabizbajo y humillado te desplazas como ayer, desganado, hacia tu aburrido trabajo, recorriendo, desalmado, sus pasillos enmohecidos y solitarios, saludando con desdén a tus compañeros, dibujando con cara de circunstancias una mueca de exiguo contentos, y sientes casi lástima por ellos, la misma que, quizá, sientas por ti mismo.

Al cabo llegas a tu puesto, y obligado a cumplir con tu cometido te sientes agobiado, como a tu propio mundo encadenado, y percibes un nudo de aliento envenenado que se enreda en tu cuello ahogándose en tu propio vaho desesperado, tu propio aliento contaminado, lastrando con ello tu particular mundo trufado de tedio, hartazgo y desengaño.

Y así día a día, hasta el resto de tu vida, sin nada que haga concebir una mínima sensación de alegría, un instante de ilusión o pasión momentánea, por la que soportar una vacía existencia de lacerantes derrotas apañadas.

Y sí, te encantaría que todo fuera diferente, e incluso por momentos la realidad te ciega y sientes impulsos extraños que logran engañarte, y te esfuerzas por cambiar, lo intentas como nunca creías que podrías, pero pronto te percatas que todo ese esfuerzo resulta banal, pues tu sino ya esta escrito, y sólo eres un anónimo nombre más en la larga lista de perdedores que cubren la faz de este mundo tan cruel y falaz, engañando con sus falsas promesas de eterna felicidad.

Y ya casi ni te enfadas con el mundo por no haberte concedido ni una sola oportunidad, obligándote a que te resignes a una vida de perversa soledad, y ya casi ni te importa que el tiempo transcurra, veladamente, imprimiendo en tu rostro el poso de la derrota más pertinaz.

Y justo en ese momento, en el que sientes que ya has caído, que ya has cedido ante un oscuro y profundo abismo vacío; justo en el instante en el que notas, resignado, el suave y cálido abrazo del ruin desencanto, justo en ese momento, aparece ella: que con una leve mueca consigue ilusionar un día de sombría y profunda tristeza, que con una mirada ilumina la oscuridad, que con sólo una palabra logra componer en tu cabeza una dulce y cadenciosa sinfonía de felicidad, por la que, en definitiva, ante su sola presencia merece la pena el transcurrir de toda una, hasta ese momento, penosa existencia.
simón
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
23 de noviembre de 2010
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Génova, vetusta ciudad porteña, abierta al poderoso y azul mediterráneo; ciudad de estentóreos contrastes cromáticos, acervo ingenuo de otros tiempos, con hondos olores a salitre evocadores de añejos sentimientos. Génova, símbolo de un ocaso que no se muestra, metáfora del decrépito que nunca llega a consumarse del todo, autoconsciente como pocas de su pasado ampuloso, vehemente y ancestral.
Genova, cuna de damas y caballeros, de trovadores, poetas y aventureros; punto de encuentro de canallas, navegantes erráticos y cansados viajeros; tierra de destino de caballeros, incorregibles soñadores y sedientos bohemios. Génova, dominio de codiciosos y románticos, de castrenses y escribanos, de ladrones, policías, feriantes y tertulianos.
La esencia de una Génova, anárquica y vanidosa, facunda e hiperbólica como pocas, decadente pero orgullosa, es perfectamente definida por la cámara de un Winterbottom que ha sabido captar el color de sus rincones más ocultos.
He tenido la inmensa fortuna de residir durante todo un año en esa maravillosa ciudad y resulta estremecedor como Winterbottom describe no sólo una ciudad, sino también una atmosfera tan particular como la genovesa, con sus matices, a veces tan sorprendentes e inesperados.
La recoleta y agitada belleza de las plazas de su casco viejo, la sorpresas agazapadas que esconde en cada esquina al viajero, la grandilocuencia de sus caóticas y modernas avenidas, la altivez de su vetusto pero precioso puerto, la serenidad de sus bucólicas playas, el bullicio de sus angostas callejuelas trufadas de olores casi desaparecidos, la tensión de lo cotidiano... pero sobre todo lo que mejor se describe es el sentimiento, el que se despierta al descubrir por primera vez esta maravillosa ciudad.
Sin duda magnífica ciudad para comenzar de nuevo, para dejar atrás los lastres del pasado, para aprender a vivir y comprender que la vida es un regalo que no hemos de desaprovechar.
**Por favor, escuchad al gran Fabrizio de André.
simón
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
1 de junio de 2010
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca he tenido amigos como los que tenía cuando era niño, pero... ¿quién los tiene?.
Magnífica y certera sentencia final de una película nostálgica como pocas, de una película que exuda cándida añoranza en cada fotograma, que destila melancolía infinita en cada gesto, en cada ingenua mirada, en cada palabra.
Minimalista película que con dos o tres apuntes evoca con ternura ciertos momentos de nuestra añorada infancia, aquellos que nos marcarían para siempre, y que se han guardado impresos en nuestra memoria como los mejores años de nuestra vida.
simón
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 20 23 24 25 28 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow