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Rusia Rusia · Stalingrado
Críticas de Ferdydurke
Críticas 2.763
Críticas ordenadas por utilidad
1
17 de noviembre de 2016
9 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cámara tartamuda, montaje ratonero, historia risible, actores de pena..., para qué seguir, acojona de lo mala que es.
Pueril, ridículo ejercicio de repetición que recurre al barullo, el ruido, el gruñido y la tontada como lamentables intentos de crear un mínimo de tensión o espanto que nunca desgraciadamente llega. Ni hablar de trivialidades como pueden ser la creación de personajes o el desarrollo sensato de los sucedidos aquí tristemente acaecidos; se acumulan los hechos de forma tan absurda como vergonzosa, no atienden a ningún sentido o credibilidad. Es alboroto porque sí; podría reducirse todo a una especie, si fuésemos buenos y le quisiéramos dar un sentido más bien humorado, de estampida de jabalíes, a un árbol movido por el viento, una casa en ruinas y muchos truenos. Pero ni eso, nada se entiende ni importa una mierda, es confusión, disparate, mucha imbecilidad, a espuertas, como si sobrara o la regalaran. Como si el hermoso Depredador de McTiernan se hubiera liado con la bruja Lola y la película fuera su apogeo nupcial, coyunda de monstruos dirigida por un ciego, montada por un manco y sonorizada por un sordo.
No hay nada a lo que agarrarse, es vacía por completo. Causa un sopor que tiende al mareo atontado y que cuando puede empezar a cabrear ya de verdad, se acaba, a Dios le damos las gracias.
Realmente sorprende por su indigencia e idiotez. Pero tampoco mucho, es demasiado corta, boba y humilde como para herir sensibilidad alguna.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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3
14 de abril de 2016
9 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que si había cambiado, innovado y enfriado, que si giro o volantazo inesperado, que nuevos aires, más tristes y solemnes. Vamos, que casi irreconocible y voy yo, es lo que tiene, y me encuentro al mismito de siempre. Sí, a Pedro, el recurrente, el ínclito, el que viste y calza. Quizás sin el interludio humorístico de otras veces y un poco más redundante, si cabe, de lo habitual. Pero por lo demás... : mujer doliente con pasado desgarrado, contraste ciudad-vida rural, arrebatos coloridos, rojos sufrientes, muñecas rusas como modus vivendi narrativo, culpas enroscadas sobre sí mismas, como serpientes, mujeres descoyuntadas, hospitales revisitados y enfermedades terribles, muertes, desgracias y espantos, mil explicaciones y vuelta a empezar, depresiones, goterones y hundimientos, en fin, ese realismo más fantástico y delirante que la turbulenta y angustiada mente del bueno de K. Dick en sus horas más creativas y paranoicas, o lo mismo, un artificio melodramático mezcla de tantas cosas contradictorias (el discreto encanto de la burguesía, fashion victim y pijerío como religión cruzada con campo recién salido de un anuncio de miel y mar de postal al por mayor, maqueado todo, embutido en unos colores, unas casas y unos vestidos y adminículos varios robados a alguna revista de moda, de cotilleos o tal vez desfile de modistillo con ínfulas. Dame una mujer estupenda, culta y pasional que se parta en dos y acabe en el consultorio sentimental de la señora Francis. Amor y Lujo remozados con una capa de modernidad chillona y agresiva, como de nuevo rico cultural, libresca y citadora, de muy mal gusto, más un toque de conciencia melosa, autocomplaciente y empaquetada con aires de grandeza cursis e histriónicos; blando todo finalmente, sin pegada ni fuerza ni crítica ni nada, un producto domesticado y amanerado que a pesar de sus contorsiones solo es una remodelación más del culebrón de toda la vida del señor, esta vez en los tiempos de la democracia, el multiculturalismo, el progreso, el capitalismo, el gilipollismo, la globalidad y todas esas zarandajas o cosas tan importantes que nos traen de cabeza y a las que algunos, privilegiados ellos, se adaptan tan bien que les dan lustre mientras hacen boyante negocio y muy premiada carrera) y contadas con tanta unción, desvarío y seriedad que uno termina entre muy distanciado y muy cansado después de todo, sin ganas de saber nada más de esos personajes tan poco creíbles y sus enredos tan sobreexplicados y fútiles.
Adapta a Munro, pero la hace suya, y quizás la enmaraña y estropea, abusa de ella y junta mucho cuento que acaba saturado de tanto drama y muerte afrentosa. La historia no respira, cada diálogo vuelve a recurrir a un pasado que de tan trasegado y transitado parece el famoso metro de Tokio que siempre salde en el telediario infestado de gente mala en hora punta.
Mucho ornato y mucha pose, el esfuerzo denodado por marcar un paquete cultural, y autoral, como si tuviera un gran complejo al respecto y, como contrapeso, exagerara tanto el gesto, se desbordase, ese exceso, que se nos cae sin remedio; prosa relamida y afectada que se pretende poesía del silencio y deviene masa fofa y pesada.
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Ferdydurke
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1
11 de febrero de 2024
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
La peor no, la mejor tampoco, vamos, ahí anda, en el puto punto medio, del montón, malo, o ni siquiera eso, no llega a nada, no es nada, no concreta, ella es tan poca cosa, tan sin (a falta de) sustancia, tan anémica en todos los sentidos, intelectual, humana, cinematográficamente, tan cobarde, oportunista, traicionera, calculadora, ventajista y pretenciosa y empate a cero como la misma película o cosa.
Quiere quedar bien con todo el mundo, ser actual, enrollada, in, feminista, reírse de la tontería que nos asola noche y día con furia desmedida obsesiva (esa yoga adicta inui tan esquimal climática sexualizada por el patriarcado, esas periodistas grotescas de pesadilla con la pancarta en la frente tatuada y el alma en venta a toda hora, putas no, ni hablar, ni en sueños, qué más quisieran), enterada, guay, guapa, dramática, progresista juguetona, existencial, femenina, empoderada, autocrítica, hetero pero sin pasarse, no nos emocionemos, con la POLLA BLANDA, que dura hace daño, claro, obvio, y así con/son todo/s, sus novios, dos pasmarotes de mucho cuidado, dos pringados, apadrínelos, adóptelos, dos tontos del bote y de capirote al dejarse manipular torear (cantos de sirena, sabe bien a quién elige, no se le escapa una a todo ese maromo respecto, muermos de cuerpo entero pidiendo a gritos la final estocada, la puntilla, y la puntita) por esta petarda elementa tan floja siesa y tramposa que se deja caer querer en sus casas se cuela y en sus vidas se mete como la tenia, cuando chirría la marabunta, Alien 23.
La primera mitad quiere ser quinientos días juntos y (poco) revueltos europeos del norte, la leche, y vaya, se deja ver, una mediocridad dulce y pasable, bastante nula e inofensiva y afectada y chuchurría social demócrata y por momentos hasta curiosa o interesante, relajada, calmante. La segunda parece ponerse seria y tremenda y da para abrirse las venas con una compresa por artificial, ridícula, tediosa infinita y finalmente tan tonta.
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Ferdydurke
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5
4 de septiembre de 2021
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
El indiano y su fracaso.
A todo trance. Menudo plantel. Esa ralea. La decisión de Sophie. Pacto entre caballeros. El gran salto.
Ese doblaje es un crimen de lesa humanidad, te saca de la película de entrada, de buenas a primeras, la falsea, simboliza el cine de Garci, el rechazo furibundo a la vida, a las posibles imperfecciones humanas, al titubeo, el arte como ejercicio de necrofilia, lo que se describía en el coleccionista de Wyler, algo enfermizo y terrible, el miedo a la verdad, el odio a la ambigüedad o lo libre, el preciosismo ensimismado, amor a los juguetes, a lo truncado, a lo que no protesta, carraspea o se mueve, ni caga o bosteza, se deja hacer como una muñeca, y que además supone una importante humillación a los actores a los que supuestamente tanto se quiere, los pobres, hasta la voz se les quita, su esencia, lógico que Valero le demandara y ganara, gran hazaña.
Y esa música constante es un atropello, un empalago, un infierno, a sangre y fuego.
Un todo acartonado y geriátrico, museo de cera, maniquíes, muertos vivientes, reunión de fantasmas, cenáculo de ánimas en pena, el pueblo maldito, los otros, tanta tumba.
La película es reaccionaria y clasista a todo dar o poder. La aristocracia es santa, el pasado, egregio, el resto, todos los de más abajo, como una cascada o un gran manantial, una pirámide por la cual la mierda cae, es un estercolero, lleno de gente hedionda y miserable, lo peor de cada casa, de la faz de la tierra.
Se contraponen una serie de valores; valor, honor, grandeza, verdad, arrojo, inteligencia, gallardía, bizarría, bravura versus mentira, cobardía, bajeza, avaricia, miseria, engaño, vileza, mediocridad, comedia.
La idealización de don Rodrigo es excesiva, un poquitico, algunos pueblos bellos asturianos tal vez se pasen por ejemplo, la crueldad brutal con la que se trata a sus muchos enemigos, por el contrario, es justa y merecida, siempre necesaria, corta si cabe, o qué decir de la entente abismal infernal formada por el clero, dios nos salve de ellos, la medicina, cuanto más lejos, mucho mejor, aparta de mí este cáliz, la política, ese engendro del averno, cutre teatro de variedades, y el funcionariado que trepa hasta el cielo, vade retro ese grupo entero o gueto, no lo quiero, en definitiva, las cuatro patas del mal absoluto, la carcoma de la sociedad, el horror encarnado, sin solución ni posible perdón, los tiempos modernos tan democráticos en toda su abominación/aberración, en canal abiertos. En ese sentido, está bien reflejado el hecho nefando que supone observar cómo se relevan la religión y la ciencia a la hora de venderse al mejor postor y obedecer a todo correr los mandatos del dinero ciego en ese intento desesperado por encerrar al animal viejo y barbado bajo falsa bandera.
Glotonería y arribismo secular. Gula y prostitución moral. Vil metal.
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Ferdydurke
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4
17 de diciembre de 2017
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Es una denuncia evidente contra la barbarie de los negros que viven en las zonas rurales de Sudáfrica? ¿Y relacionada o derivada de esa brutalidad también se quiere criticar el clima atroz de continua agresión física y espiritual ejercida contra los muchachos incipientes o varones polluelos en edad del pavo? ¿Y más concretamente habla, se queja del sadomasoquismo reinante? ¿Y todavía más específicamente de la represión a la opción homosexual, como consecuencia de todo lo anterior o solo como un factor más dentro de un contexto de miseria moral y desprecio corporal?
No lo sé, pero en verdad tampoco deberíamos sorprendernos ni hacernos los exquisitos o escandalizarnos demasiado.
Aquí, en el Occidente más o menos desarrollado, también tenemos de todo eso. Sabemos mucho de la violencia perpetrada contra el propio cuerpo con nuestro consentimiento. Sin necesidad, además, de excusas culturales, de ritos iniciáticos muy claros o de presentar esos hechos horribles como valores sociales o comunitarios. En nuestro caso vale un porque sí y a correr. Porque es costumbre, moda, sale en la tele, lo hacen los demás o es el último grito de los más guay.
Veamos: tatuajes, piercings, pendientes, operaciones de carnicería estética, encerramiento de multitud de cuerpos drogados en lugares minúsculos sin luz ni oxígeno y soportando millones de decibelios a escasos milímetros de tus orejas, borracheras delirantes a edades demasiado precoces, suicidios/asesinatos masivos en coches que son armas de muerte, atracones bulímicos y obesidades mórbidas, delgadeces espantosas, celebración enloquecida del ejercicio físico como tortura agonística, ingesta de millones de pastillas por cualquier banal motivo, jóvenes hinchados, convertidos en pollos de granja, mujeres transformadas en maniquíes de paja, depilaciones horrísonas, insolaciones abominables, cientos de horas cada día delante de un electrodoméstico que emite basura sin interrupción como si fuera un estercolero que arrasa o engulle nuestro cerebelo, qué sé yo, ejércitos de zombis hipnotizados por luces luciferinas...
En fin, podría seguir hasta el fin con ejemplos palmarios y felizmente aceptados/exaltados por nuestra sociedad ideal (de la muerte), tan próspera, progresista y realizada satisfecha, llena de valores y hermosura y sentido, pero en verdad no son más que formas poco disimuladas de ejercicios blandos (o no) de sadomasoquismo feroz o segregaciones inevitables de una masacre dirigida/consentida, quizás simple pulsión de aniquilación o (auto)destrucción, tal vez nada más que el deseo de sentir algo real o cierto por una miserable vez.
Y falta lo mejor. Para que el placer sea completo, todas estas actividades de ocio satánico se hacen previo pago del torturado o víctima propiciatoria, sal en la herida. Hay una industria boyante alrededor de cada mínimo artilugio, adminículo, procedimiento o instrumento de dolor.
Sí, no miento. Nos sacan la pasta por destrozarnos la vida de mil maneras diferentes, por convertirnos en seres vencidos, derruidos, con el cuerpo descompuesto (como si fuera una valla publicitaria) y el alma devorada (por las termitas del entretenimiento/comercio más felón y abismal).
Por lo tanto, estos pobres y simpáticos negros sudafricanos practican, en comparación, juegos de niños, muy bestias y feos, sin duda mucho menos sofisticados y retorcidos que los nuestros, son hermanitas de la caridad, pellizcos de monja.
En cualquier caso, uno todavía tiene ojos en la cara y algún sentido más por ahí anda, algo debe de quedar de sensibilidad por dentro, y por fuera, para que esta película se haga desagradable, áspera, ruda, tosca y difícil de tragar en la mayoría de sus pocos pero largos minutos.
En su mayor virtud radica su gran defecto. En su primitivismo espontáneo y naturalismo recio como si fuera (¿lo es?) improvisado y sin afectar, en ese muestrario de encontronazos, amores violentos y ritos cafres expuestos al desgaire y al por mayor, sin mucho filtro, sin plastificar, ahí, en esa gracia bestia también encontramos su tedio, inanidad y brutal vulgaridad/simplicidad sin desasnar, en esas escenas o vacíos habladas entre dientes y tan bruscas y llenas de exabruptos.
Desde el comienzo salvaje con corte insoportable de pollas al viento, el espectador ya pena (por esos penes, sajados, violados) y se pregunta qué cosa es esa, ¿algo parecido a lo que hacen los judíos con sus niños de nombre circuncisión?, ¿o más que ver con la famosa y sobrecogedora ablación femenina?, ¿un hombre llamado caballo? Uno no sabe bien, pero se teme lo peor.
Y acierta. Seguimos, para que no falte de nada, con falta de agua y sueño durante una semana. Para continuar con la alegría e ir preparándose para la ascensión mística que propiciará alcanzar el estado de madurez deseado (sí, ya sabemos, o así nos lo han contado, que entre algunas tribus se solía estilar realizar ese tipo de ritos iniciáticos que marcaban el paso de la niñez a la adultez, de niño a hombre, pero, en nuestra abismal ignorancia y poca buena fe, santa inocencia, creíamos que eso ya había pasado a mejor vida, casi lo habíamos olvidado).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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