Bonito relato de época sobre la España en tiempos de la Guerra Civil. Tiene un cierto aroma a teatro y seguro que para nostálgicos y cinéfilos en general constituye una pieza más que interesante por su capacidad para transportarnos a aquella convulsa época pretérita.

Resulta curioso ver a un jovencísimo Gabino Diego en el papel de Luisito, un inquieto adolescente con pasión por las chicas y la lectura, cuyo mayor deseo antes de estallar la guerra era conseguir una simple bicicleta con que poder seguir persiguiendo a las niñas, y a una bella y lozana Victoria Abril en el papel de una joven damisela (hermana de Luisito) con vocación por el, entonces mal visto, mundo de la farándula.

En términos generales podemos afirmar que se trata de un trabajo correcto, aunque algunos de los diálogos suenan un poco a estudiados y el acabado final deja también algo que desear. Agustín González, como siempre, lo borda. ¡Pero qué grande era ese actor!

Siempre me ha llamado la atención el enorme éxito de esta película que, en mi opinión, no es más que fachada con una buena campaña de marketing detrás. Presentado en formato videoclip y con unos cuantos minutos menos habría ganado bastante. Supongo que será la estética del film lo que más ha gustado, pero sinceramente sigo sin entenderlo: Mucho cuero negro y gafas de sol, cientos y cientos de gafas de sol en todas las escenas a modo de muestrario... De risa.

¿Y dicen que esto es ciencia ficción? Pues yo veo mucho de lo segundo y muy poco de lo primero. La historia, que en un principio prometía, tiene tal cantidad de tonterías y soluciones fáciles que acaba perdiendo toda credibilidad, porque no me vayan a decir que aquello de entrar y salir de Matrix con una llamadita telefónica es un alarde de imaginación... Y lo más chocante, ¿cómo es posible que una muerte en Matrix (universo virtual) tuviera que suponer irremediablemente la muerte de la persona en el mundo real? Absurdo. Niñerías como ésta, a porrones.

Peleas coreografiadas al ritmo de una música machacona, abuso de la cámara lenta y mucho discursito pseudo-filosófico son otras de las cosas que le hacen perder puntos, pero en fin, es precisamente eso lo que ha gustado a mucha otra gente...

No siendo buena, si embargo, es la única que podría salvarse de la trilogía por aquello de la originalidad (las otras dos son ya infumables), pero argumentalmente tiene poco, muy poco valor. Es una lástima que "Nivel 13", otra película del mismo año y temática similar, se viera tan perjudicada por coincidir su estreno con la superproducción que nos ocupa. La historia de este trabajo (de un presupuesto muchísimo menor) está mejor contada, es más congruente y no tiene tanta pamplina como la de los hermanos Wachowski. Mucho más recomendable.

Interpretaciones de manual, correctas pero con falta de carácter, en una película que promete más de lo que realmente ofrece. Los personajes son demasiado simples y actúan como puede esperarse en todo momento; tienen un comportamiento muy previsible. Tom Hanks hace de malo, sí, pero poco. Para el espectador es fácil identificarse nuevamente con Hanks, quien sigue siendo el mismo bueno de siempre, en esta ocasión, en busca de venganza. De manera que no es tan grande el cambio de registro que ha tenido que hacer el amigo Tom (recuérdese que esta peli nos la vendían como el primer trabajo en el que Hanks hace de malo...)

Se echan de menos las traiciones y los giros inesperados de guión que poblaban los grandes clásicos americanos del cine negro de los años 40 y 50. En definitiva, una mayor dosis de intriga y una trama más compleja y elaborada (no tiene por qué llegar a ser ininteligible como acostumbran a hacer otros directores para darle una supuesta mayor magnificencia).

¿Sabe alguien qué fue de esa siniestra figura llamada "femme fatale" que tanto juego dio en innumerables obras maestras del film noir?... Sordidez, engaño, crueldad... Le faltan muchos detalles a esta película. Aunque, dicho sea de paso, para ser la primera incursión de Sam Mendes en este complejo género tampoco lo ha hecho rematadamente mal. Digamos que ha logrado salvar el pellejo con un producto que arriesga poco, y que tiene la suerte de contar con un reparto de peso que hace que la película parezca mejor de lo que en realidad es.

Una película muy simpática cuyo agradable tono ligero te hace verla con la única pretensión de pasar el rato, sin más. La narración tiene algún que otro altibajo, pero es tan apabullante visualmente que siempre encontrarás algo en lo que fijarte; sucede como en "Rango" o "Piratas del Caribe", por citar otros títulos de este director. El reparto está plagado de caras muy conocidas y su producción es impecable, tendiendo siempre a engrandecer cualquier escena. Lástima que el guión no estuviera tan cuidado. Espíritu de acción y aventura nunca faltan, pero ni hay genialidad en lo que se nos muestra ni logra rematarse una gran película.

Probablemente sea una cinta de aprobado justito, otro blockbuster de ver y olvidar. Aunque "El llanero solitario" viene con dos extras que la realzan: (1) los impagables planos de Monument Valley, que harán salivar a todo buen amante del western (chapó por la fotografía y dirección artística), y (2) el archiconocido y extraordinario final de la Obertura de Guillermo Tell de Rossini coincidiendo con el clímax de la película, el único momento en que el llanero adquiere cierto protagonismo frente al indio Toro (Tonto en la versión original). Y es que, una vez más, Johnny Depp logra acaparar toda la atención de las cámaras con su característica verborrea y su rimbombante lenguaje corporal. El excelente trabajo de maquillaje llevado a cabo sobre su persona también tiene mucho que decir al respecto. Armie Hammer palidece un poco a su lado.

Su atmósfera es densa, inquietante y desasosegante por momentos. La interpretación de Turturro muy acorde con lo que exige el film: suspense y contención. Te podrá gustar más o menos, pero es innegable que como thriller funciona a la perfección, pues te mantiene en vilo de principio a fin (e incluso después de acabada). Además, es corta, algo siempre muy de agradecer, y su final "abierto" (aunque quizá deberíamos decir "no explícito") te deja pensando y con mal cuerpo. Interesante propuesta, sin duda.