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Críticas ordenadas por utilidad
26 de agosto de 2024
15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Probablemente la película más infravalorada que he visto en mucho tiempo. Incomprensible para mí cómo los mismos críticos profesionales y público que ponen por las nubes a películas para mi gusto más bien flojas estrenadas este año, como "Dune: Parte Dos" o "Deadpool y Lobezno", luego juzgan "Isla perdida (Haunted Heart)" como un fracaso. Quizás para entenderlo sólo puedo acudir a la diferencia generacional y a mi conexión con buena parte del cine de Fernando Trueba, del cual si bien no absolutamente todas sus películas me parecen merecedoras de una gran ovación, ésta sin duda sí la incluiría entre sus no pocos trabajos de mayor mérito, escrita y dirigida con buen pulso de autor aunando algunas de sus mejores pasiones: el romance, el suspense y la música.
Donde algunos ven un estilo de rodaje clásico como si fuera algo negativo, en desuso, o estuviese lleno de lugares comunes, yo sencillamente aplaudo la narrativa con que se desarrolla este guion y su puesta en escena en tres partes. Las dos primeras pausadas y desarrollando lentamente a los personajes, su psicología, al mismo tiempo que su relación de pareja, mientras se construyen los pilares sobre el misterio del pasado del protagonista; y una tercera parte que da un vuelco a lo anterior revelándose como un thriller con toques de cine negro. Mostrándose el filme, además de con aires efectivamente clásicos, en un homenaje confesado por el autor a Patricia Highsmith, a Hitchcock y al cine de películas como "Perdición" de Wilder o "Retorno al pasado" de Tourneur, en realidad también con cierta originalidad no tan clásica que parece que no todos aprecian y que es fruto de esa mezcla de drama, romance, thriller psicológico, intriga y neo-noir, juntos en un equilibrio no tan sencillo de lograr.
Matt Dillon y Aida Folch dan la medida idónea a los dos personajes principales, siendo ella la extrovertida, amigable y seductora, y él a la vez tan atrayente para todos como misterioso, introvertido y reservado a la hora de abrir sus sentimientos. De este modo, siendo casi antagónicas sus personalidades, sin embargo empiezan a atraerse creándose poco a poco una química entre ambos en la que tiene sin duda mucho que ver ese buen hacer interpretativo así como la dirección de actores.
La fotografía y la banda sonora se acoplan perfectamente al estilo de rodaje, haciendo que a ratos nos deleite tanto la elaborada partitura que une la composición del polaco Preisner con otros temas de música griega y también jazz, como los hermosos paisajes en verde y azul del lugar de rodaje en las costas de la isla griega de Paleo Trikeri. Todo salpicado con múltiples detalles estéticos en cada encuadre de cámara, donde hasta los platos de comida, su elaboración y su presentación son arte. Elementos que nos acompañan en transición plástica de colores vivos y ambientación luminosa que poco a poco según evoluciona la trama y el sentir de los personajes se van haciendo más oscuros y pesados, hasta llegar la última escena y un bello a la par que potente último plano que se mantiene durante todos los títulos de crédito finales mientras escuchamos un tema folk de Sharon Robinson y Leonard Cohen buscado adrede por lo apropiado para el desenlace.
Donde algunos ven un estilo de rodaje clásico como si fuera algo negativo, en desuso, o estuviese lleno de lugares comunes, yo sencillamente aplaudo la narrativa con que se desarrolla este guion y su puesta en escena en tres partes. Las dos primeras pausadas y desarrollando lentamente a los personajes, su psicología, al mismo tiempo que su relación de pareja, mientras se construyen los pilares sobre el misterio del pasado del protagonista; y una tercera parte que da un vuelco a lo anterior revelándose como un thriller con toques de cine negro. Mostrándose el filme, además de con aires efectivamente clásicos, en un homenaje confesado por el autor a Patricia Highsmith, a Hitchcock y al cine de películas como "Perdición" de Wilder o "Retorno al pasado" de Tourneur, en realidad también con cierta originalidad no tan clásica que parece que no todos aprecian y que es fruto de esa mezcla de drama, romance, thriller psicológico, intriga y neo-noir, juntos en un equilibrio no tan sencillo de lograr.
Matt Dillon y Aida Folch dan la medida idónea a los dos personajes principales, siendo ella la extrovertida, amigable y seductora, y él a la vez tan atrayente para todos como misterioso, introvertido y reservado a la hora de abrir sus sentimientos. De este modo, siendo casi antagónicas sus personalidades, sin embargo empiezan a atraerse creándose poco a poco una química entre ambos en la que tiene sin duda mucho que ver ese buen hacer interpretativo así como la dirección de actores.
La fotografía y la banda sonora se acoplan perfectamente al estilo de rodaje, haciendo que a ratos nos deleite tanto la elaborada partitura que une la composición del polaco Preisner con otros temas de música griega y también jazz, como los hermosos paisajes en verde y azul del lugar de rodaje en las costas de la isla griega de Paleo Trikeri. Todo salpicado con múltiples detalles estéticos en cada encuadre de cámara, donde hasta los platos de comida, su elaboración y su presentación son arte. Elementos que nos acompañan en transición plástica de colores vivos y ambientación luminosa que poco a poco según evoluciona la trama y el sentir de los personajes se van haciendo más oscuros y pesados, hasta llegar la última escena y un bello a la par que potente último plano que se mantiene durante todos los títulos de crédito finales mientras escuchamos un tema folk de Sharon Robinson y Leonard Cohen buscado adrede por lo apropiado para el desenlace.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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14 de junio de 2010
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante un trabajo original que nos recrea de modo muy particular una fábula con reminiscencias a la leyenda rusa de Anastasia, pero trastocando a la duquesa hija del zar en una princesa del violín, única capaz de ejecutar la armonía perfecta a los ojos del protagonista Andrei Semoinovitch Filipov, antiguo director de orquesta del Bolshoi de Moscú que ve la oportunidad de redimir toda su vida en un concierto en el mítico teatro Châtelet de París acompañado por todos aquellos músicos que se vieron un día degradados al más absoluto fracaso y apartados de sus instrumentos por los dirigentes comunistas.
Así se nos cuenta una historia salpicada entre otras con las notas de Tchaikovsky, Mozart o canciones tradicionales rusas, paradójicamente ejecutadas para la banda sonora de la película por otra orquesta de renombre: la Filarmónica de Budapest. Acordes que llenan de sentido un argumento que contado en clave de comedia y con algunas disparatadas escenas en las que se llevan cierta irónica crítica tanto comunistas como judíos, no prescinde de algún que otro momento emotivo.
La nota de mayor belleza la ponen en el instante anunciado desde el título -le concert- los intérpretes Mélanie Laurent y Aleksei Guskov. Actriz ella que aunque con más partido este año a través de los excelentes planos dirigidos por Tarantino en "Malditos bastardos", no deja de relucir tras la dirección eficiente de Mihaileanu mientras con su violín entabla conversación con los sonidos de la orquesta que responde en el concierto en re mayor op. 35 del ya eterno Pyotr Ilyich Tchaikovsky.
Inundado por los compases de violines, violas, chelo, contrabajo, oboes, clarinetes, trompetas, fagot, flautas, trompa, timbales..., y aunque ante un argumento algo naïf, el espectador no deja de pasar un agradable par de horas que se hacen cortas siguiendo la trama con cierto suspense por su desenlace, tal vez para los muy sensibles con alguna tenue lagrimilla contenida, y sus justas dosis de sonrisas.
No es probablemente el rodaje de esta película de tan complicada ejecución como la pieza musical protagonista -una de las más difíciles para violín que nadie haya escrito en la historia de la música-, pero sí cumple con una difícil misión: agradar mediante un guión sin pretensiones.
Así se nos cuenta una historia salpicada entre otras con las notas de Tchaikovsky, Mozart o canciones tradicionales rusas, paradójicamente ejecutadas para la banda sonora de la película por otra orquesta de renombre: la Filarmónica de Budapest. Acordes que llenan de sentido un argumento que contado en clave de comedia y con algunas disparatadas escenas en las que se llevan cierta irónica crítica tanto comunistas como judíos, no prescinde de algún que otro momento emotivo.
La nota de mayor belleza la ponen en el instante anunciado desde el título -le concert- los intérpretes Mélanie Laurent y Aleksei Guskov. Actriz ella que aunque con más partido este año a través de los excelentes planos dirigidos por Tarantino en "Malditos bastardos", no deja de relucir tras la dirección eficiente de Mihaileanu mientras con su violín entabla conversación con los sonidos de la orquesta que responde en el concierto en re mayor op. 35 del ya eterno Pyotr Ilyich Tchaikovsky.
Inundado por los compases de violines, violas, chelo, contrabajo, oboes, clarinetes, trompetas, fagot, flautas, trompa, timbales..., y aunque ante un argumento algo naïf, el espectador no deja de pasar un agradable par de horas que se hacen cortas siguiendo la trama con cierto suspense por su desenlace, tal vez para los muy sensibles con alguna tenue lagrimilla contenida, y sus justas dosis de sonrisas.
No es probablemente el rodaje de esta película de tan complicada ejecución como la pieza musical protagonista -una de las más difíciles para violín que nadie haya escrito en la historia de la música-, pero sí cumple con una difícil misión: agradar mediante un guión sin pretensiones.
1 de octubre de 2022
28 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Marilyn Monroe fue el nombre artístico de Norma Jeane Mortenson, una de las actrices míticas de Hollywood desde los años 50 hasta principios de los 60 que no necesita presentación, y que protagonizó varias películas destacadas en la historia del cine entre las que como favoritas citaría "Con faldas y a lo loco" y "La tentación vive arriba" de Billy Wilder, "Vidas rebeldes" de John Houston, "Niágara" de Henry Hathaway o "Los caballeros las prefieren rubias" de Howard Hawks. Lo que se conoce de su vida, aunque no todo de forma inequívoca, apunta a una vida personal complicada que empieza con una muy dura infancia y adolescencia; y sigue luego una juventud de éxito profesional pero dentro de una vida también complicada tanto en lo profesional, donde se ganó fama de ser difícil rodar con ella y luchó porque se la considerase una actriz con talento y no un producto para el público, hasta de nuevo en su vida privada donde encadenó varias relaciones sentimentales y matrimonios fracasados, fue propensa a las depresiones y cambios frecuentes de humor similares a los síntomas del trastorno bipolar que la hacían depender de pastillas tranquilizantes, y terminó siendo encontrada sin vida a la edad de 36 años por una sobredosis de barbitúricos tan elevada que hizo que la investigación lo considerara un probable suicidio.
Esto ha sido un muy breve resumen de su biografía. Sin embargo, "Blonde" de Andrew Dominick, basado en una novela del mismo título, aunque puede llamar a la confusión por anunciarse como estar inspirada en la vida de Monroe, no es su biografía. Se trata de una obra de ficción que tomando algunos datos de la vida real de la actriz imagina todo el contenido. Quizás la mejor forma de enfrentarse a la película es suponer que hablan de otra persona de nombre ficticio diferente tanto al artístico como al verdadero de ella. Es decir, que no nos hablan ni de Marilyn ni de Norma Jeane
En ese sentido la película sería muy poco amable con la actriz, centrándose principalmente en los "oscuros" más que en los "claros". Si yo hubiese tenido que escribir un libro o hacer una película sobre la verdadera Marilyn, hubiera intentado ser más amable con el personaje, porque tanto la actriz como la persona creo que lo merecieron. Sin embargo, el autor de la película ha optado por una vía más dura (adaptando una novela dura) que intentaré juzgar a continuación independientemente del personaje.
El metraje llega casi a las tres horas donde hay una protagonista única y fundamental de la que se cuenta la vida y que es interpretada de un modo intenso, veraz y expresivo por Ana de Armas en un papel total para su lucimiento desde el primer al último minuto. La fotografía, la dirección artística y la técnica de rodaje mezclan cierta experimentación en algunos planos, con alternancia de elementos desde el color al blanco y negro, desde el realismo a algunas secuencias oníricas, pudiendo decirse en general que el resultado es notable. Pero para mi gusto la narración no obstante falla en su ritmo y en el desarrollo de cualquier personaje que no sea la protagonista, reiterando demasiado los mismos estados de ánimo siempre sombríos de una persona azotada continuamente por la maldad que la rodea sin mucha variación en lo que sucede, con saltos bruscos de partes de su vida dejando cosas sin explicar, y con análisis nulo de los personajes con los que interactúa hasta tal punto que en muchos de esos hilos esos personajes quedan cojos, aparecen y desaparecen, sin más y en la mayor parte de las veces sin motivo. El personaje que interpreta Adrien Brody es probablemente el más interesante, además del único que parece tener buen corazón con la protagonista, pero igualmente desaparece sin más.
En definitiva, parece que la película busca la identificación de la protagonista con Marilyn Monroe precisamente para poder evitar desarrollar tramas y otros personajes, ya que pueden ser supuestos al conocer la vida de la famosa actriz, y centrarse en los estados de ánimo de una persona aparentemente bipolar que parte de un trauma de infancia y es sometida luego a una vida rodeada de gente que la oprime y se aprovecha de ella. Pero esto por lo que se opta desemboca, además de en el completo derribo del mito de Monroe (quizás lo que se propone el autor tal vez como crítica a una sociedad profundamente machista), en una reiteración con falta de ritmo durante un metraje demasiado largo.
Resultado pues irregular, del que como historia salvo sólo una idea que parte del personaje del padre de la protagonista y se resuelve por correspondencia postal en los últimos minutos de modo inteligente atando algunos cabos tristes.
Parafraseando la canción escrita por Manolo Tena... En este caso, la joven que en realidad no es Marilyn Monroe tampoco "logra dormir, a veces ni con píldoras lo puede conseguir".
Esto ha sido un muy breve resumen de su biografía. Sin embargo, "Blonde" de Andrew Dominick, basado en una novela del mismo título, aunque puede llamar a la confusión por anunciarse como estar inspirada en la vida de Monroe, no es su biografía. Se trata de una obra de ficción que tomando algunos datos de la vida real de la actriz imagina todo el contenido. Quizás la mejor forma de enfrentarse a la película es suponer que hablan de otra persona de nombre ficticio diferente tanto al artístico como al verdadero de ella. Es decir, que no nos hablan ni de Marilyn ni de Norma Jeane
En ese sentido la película sería muy poco amable con la actriz, centrándose principalmente en los "oscuros" más que en los "claros". Si yo hubiese tenido que escribir un libro o hacer una película sobre la verdadera Marilyn, hubiera intentado ser más amable con el personaje, porque tanto la actriz como la persona creo que lo merecieron. Sin embargo, el autor de la película ha optado por una vía más dura (adaptando una novela dura) que intentaré juzgar a continuación independientemente del personaje.
El metraje llega casi a las tres horas donde hay una protagonista única y fundamental de la que se cuenta la vida y que es interpretada de un modo intenso, veraz y expresivo por Ana de Armas en un papel total para su lucimiento desde el primer al último minuto. La fotografía, la dirección artística y la técnica de rodaje mezclan cierta experimentación en algunos planos, con alternancia de elementos desde el color al blanco y negro, desde el realismo a algunas secuencias oníricas, pudiendo decirse en general que el resultado es notable. Pero para mi gusto la narración no obstante falla en su ritmo y en el desarrollo de cualquier personaje que no sea la protagonista, reiterando demasiado los mismos estados de ánimo siempre sombríos de una persona azotada continuamente por la maldad que la rodea sin mucha variación en lo que sucede, con saltos bruscos de partes de su vida dejando cosas sin explicar, y con análisis nulo de los personajes con los que interactúa hasta tal punto que en muchos de esos hilos esos personajes quedan cojos, aparecen y desaparecen, sin más y en la mayor parte de las veces sin motivo. El personaje que interpreta Adrien Brody es probablemente el más interesante, además del único que parece tener buen corazón con la protagonista, pero igualmente desaparece sin más.
En definitiva, parece que la película busca la identificación de la protagonista con Marilyn Monroe precisamente para poder evitar desarrollar tramas y otros personajes, ya que pueden ser supuestos al conocer la vida de la famosa actriz, y centrarse en los estados de ánimo de una persona aparentemente bipolar que parte de un trauma de infancia y es sometida luego a una vida rodeada de gente que la oprime y se aprovecha de ella. Pero esto por lo que se opta desemboca, además de en el completo derribo del mito de Monroe (quizás lo que se propone el autor tal vez como crítica a una sociedad profundamente machista), en una reiteración con falta de ritmo durante un metraje demasiado largo.
Resultado pues irregular, del que como historia salvo sólo una idea que parte del personaje del padre de la protagonista y se resuelve por correspondencia postal en los últimos minutos de modo inteligente atando algunos cabos tristes.
Parafraseando la canción escrita por Manolo Tena... En este caso, la joven que en realidad no es Marilyn Monroe tampoco "logra dormir, a veces ni con píldoras lo puede conseguir".
7 de octubre de 2011
22 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde mediados de la década de los cincuenta, Víctor Mora como guionista y Ambrós como dibujante crearon uno de los grandes cómics de la historia española, y con nada que envidiar a trabajos internacionales sobradamente conocidos como pueden ser los de "Tintín" o "Astérix". Varias generaciones han crecido con el Capitán Trueno y muchos probablemente aguardaban este paso a la gran pantalla al mismo tiempo con tanta expectación como temor a que no estuviese a la altura de sus originales.
Me encuentro entre esos insaciables lectores. Uno de los que descubrió al "Capitán Trueno" -junto con el "Jabato" del mismo guionista- en aquellos volúmenes "Extra" a todo color de finales de los setenta. Tuve la suerte de empaparme con sus aventuras, de coleccionar uno tras otro y aguardar la compra del siguiente para saber qué sucedería tras aquel sempiterno "continuará": los fieles Goliath y Crispín prisioneros, la bella y valiente Sigrid reina de Thule en su búsqueda navegando en un drakar vikingo, el Capitán herido por un dardo envenenado... Así aventura tras aventura, un buen día, en el baúl de trastos viejos de la madre de un amigo mientras jugábamos en el desván, aparecieron decenas y decenas de ejemplares más pequeños, cuadernos en blanco y negro, de los que se vendían varios lustros antes a céntimos de peseta... Fue un tesoro mayor que el que cualquier pirata enterrase jamás en isla alguna. Horas y horas de lecturas, los orígenes de los personajes desde el mismísimo "¡A sangre y fuego!" editado el 14 de mayo de 1956, sus primeras andanzas; dormir con tamaño descubrimiento entre las manos era perder el tiempo. Aquellos emocionantes días de ojeras y largas noches que se hacían cortas, quedaron así grabados en mi memoria.
Esta película ha despertado al menos esos recuerdos, y aunque el resultado deja a mi entender bastante que desear, conforma un trabajo que aunque con altibajos se deja ver globalmente y recoge una pequeña parte de la esencia de aquellos personajes.
Como puntos menos débiles quizás la realización y algunos de sus pilares: fotografía y composición de planos, música y sonido, puesta en escena...; que sin embargo no terminan de lanzar un guión algo lastrado por algún que otro tópico, unas interpretaciones más bien flojas, alguna caracterización de personaje un poco tosca, y una historia que aunque con su habitual mezcla entre la aventura y lo fantástico no resiste la comparación con las escritas por Mora, siendo la estética de los títulos finales más genuina y evocadora que el propio contenido de todo el filme.
"¡Santiago y cierra España!", Trueno dixit.
Me encuentro entre esos insaciables lectores. Uno de los que descubrió al "Capitán Trueno" -junto con el "Jabato" del mismo guionista- en aquellos volúmenes "Extra" a todo color de finales de los setenta. Tuve la suerte de empaparme con sus aventuras, de coleccionar uno tras otro y aguardar la compra del siguiente para saber qué sucedería tras aquel sempiterno "continuará": los fieles Goliath y Crispín prisioneros, la bella y valiente Sigrid reina de Thule en su búsqueda navegando en un drakar vikingo, el Capitán herido por un dardo envenenado... Así aventura tras aventura, un buen día, en el baúl de trastos viejos de la madre de un amigo mientras jugábamos en el desván, aparecieron decenas y decenas de ejemplares más pequeños, cuadernos en blanco y negro, de los que se vendían varios lustros antes a céntimos de peseta... Fue un tesoro mayor que el que cualquier pirata enterrase jamás en isla alguna. Horas y horas de lecturas, los orígenes de los personajes desde el mismísimo "¡A sangre y fuego!" editado el 14 de mayo de 1956, sus primeras andanzas; dormir con tamaño descubrimiento entre las manos era perder el tiempo. Aquellos emocionantes días de ojeras y largas noches que se hacían cortas, quedaron así grabados en mi memoria.
Esta película ha despertado al menos esos recuerdos, y aunque el resultado deja a mi entender bastante que desear, conforma un trabajo que aunque con altibajos se deja ver globalmente y recoge una pequeña parte de la esencia de aquellos personajes.
Como puntos menos débiles quizás la realización y algunos de sus pilares: fotografía y composición de planos, música y sonido, puesta en escena...; que sin embargo no terminan de lanzar un guión algo lastrado por algún que otro tópico, unas interpretaciones más bien flojas, alguna caracterización de personaje un poco tosca, y una historia que aunque con su habitual mezcla entre la aventura y lo fantástico no resiste la comparación con las escritas por Mora, siendo la estética de los títulos finales más genuina y evocadora que el propio contenido de todo el filme.
"¡Santiago y cierra España!", Trueno dixit.
6 de septiembre de 2008
16 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta primera entrega de las dos en las que Soderbergh ha rodado parte de la biografía de Ernesto "Che" Guevara se destapa con el predominio de un estilo semidocumental, en el que los aspectos de diseño de producción e interpretación son probablemente los puntos más fuertes, mientras que la estructura argumental que intenta presentarse de forma original no termina de cuajar causando más bien una falta de continuidad narrativa.
De este modo, encontramos una muy buena ambientación y caracterización de los personajes en el mundo en que se desarrollaron los hechos descritos en las propias memorias del protagonista -"Recuerdos de la guerra revolucionaria cubana"-, al mismo tiempo que una actuación contenida, realista y más que convincente del ya premiado en Cannes por este papel Benicio del Toro; acompañado por un reparto en la misma línea donde merece destacarse además al actor mejicano Demián Bichir encarnando a Fidel Castro.
La película mezcla, alternando entre el color, el blanco y negro, e imágenes con distinto grano y textura, partes diversas: unas sacadas de archivo histórico, otras del desarrollo de la revolución cubana, algunas en las que se representa una entrevista al Che, y varias del papel político posterior de éste en discursos como los realizados ante Naciones Unidas. Aunque el hilo conductor primordial parecen ser las escenas del desarrollo cronológico de la revolución desde su gestación, los flashbacks contínuos que alternan unas partes con otras (archivo, revolución, entrevista, discursos políticos) e incluso que retroceden o avanzan en el tiempo dentro de una misma parte (flashbacks en el hilo revolucionario hacia los momentos de la gestación ideológica), terminan por romper el ritmo necesario para que la película adquiera tensión dramática.
"Che: el argentino" se muestra en definitiva como una sucesión conexa en cuanto a la expresión de los ideales del personaje, pero un tanto inconexa como historia en sí misma, asemejándose más a un documental deslavazado, que ni siquiera por tanto como documental terminaría de cuajar. Mientras que secuencias aisladas pueden tomarse como de gran calidad, el conjunto adolece de la unidad necesaria que hubiera podido convertirlo en un excelente trabajo. Una lástima en un film que aun así no deja de ser bastante interesante.
De este modo, encontramos una muy buena ambientación y caracterización de los personajes en el mundo en que se desarrollaron los hechos descritos en las propias memorias del protagonista -"Recuerdos de la guerra revolucionaria cubana"-, al mismo tiempo que una actuación contenida, realista y más que convincente del ya premiado en Cannes por este papel Benicio del Toro; acompañado por un reparto en la misma línea donde merece destacarse además al actor mejicano Demián Bichir encarnando a Fidel Castro.
La película mezcla, alternando entre el color, el blanco y negro, e imágenes con distinto grano y textura, partes diversas: unas sacadas de archivo histórico, otras del desarrollo de la revolución cubana, algunas en las que se representa una entrevista al Che, y varias del papel político posterior de éste en discursos como los realizados ante Naciones Unidas. Aunque el hilo conductor primordial parecen ser las escenas del desarrollo cronológico de la revolución desde su gestación, los flashbacks contínuos que alternan unas partes con otras (archivo, revolución, entrevista, discursos políticos) e incluso que retroceden o avanzan en el tiempo dentro de una misma parte (flashbacks en el hilo revolucionario hacia los momentos de la gestación ideológica), terminan por romper el ritmo necesario para que la película adquiera tensión dramática.
"Che: el argentino" se muestra en definitiva como una sucesión conexa en cuanto a la expresión de los ideales del personaje, pero un tanto inconexa como historia en sí misma, asemejándose más a un documental deslavazado, que ni siquiera por tanto como documental terminaría de cuajar. Mientras que secuencias aisladas pueden tomarse como de gran calidad, el conjunto adolece de la unidad necesaria que hubiera podido convertirlo en un excelente trabajo. Una lástima en un film que aun así no deja de ser bastante interesante.
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