Es cierto que sentí en todo momento que Ducornau había perdido el factor sorpresa tras aquella Crudo que tanto gustó. Titane no juega con tanto a su favor, pero las conexiones con aquella película, sobre todo de manera emocional, son obvias, hasta el punto de que tengo cierto temor a que Ducornau se encasille con un nicho reivindicativo dentro de su cine, y que cuando quiera salir del mismo sea demasiado tarde para ella. En cualquier caso, mientras dure su buen momento, bienvenido sea.

Titane es una película que se ha vendido como incómoda y difícil de ver por mostrar imágenes ciertamente impactantes. Supongo que de alguna manera estoy vacunado después de haber visto demasiadas cosas dentro de un género tan plástico, pero lo cierto es que no sentí Titane como una película trasgresora o que quisiera basar, desde el mal gusto, su apuesta. Lo cierto es que pienso que la culpa de todo ello la tiene un mensaje que predomina por encima de todo lo demás, por encima de las estridencias o incoherencias -más bien incomprensiones- que puedas tener viendo determinadas escenas y planteamientos. Un mensaje bonito, que te invita a aceptar todo sin hacer grandes preguntas y aplica esa filosofía a la propia película. Algo bonito presentado de una forma cruenta, pero que brilla con tanta fuerza que es imposible opacar.

Si bien considero que pierde en comparación con el anterior trabajo de Ducournau, no tengo duda de que espero con impaciencia sus próximos avances.

Un puente entre Batman Begins y El caballero oscuro que se siente insuficiente, o por lo menos, demasiado insignificante. Animación tremendamente irregular y sobre todo cortometrajes sin chicha alguna, de los que sólo puedo salvar un par. Guardián de Gotham no es una mala recopilación, pero se siente decepcionante y sobre todo intrascendente con tramas demasiado anecdóticas que no aportan nada y tampoco parecen funcionar en su propósito.

Creo que hubiera funcionado mejor como una recopilación aislada que no se hubiera asociado con la saga de Nolan.

Hay directores que hagan lo que hagan dejan su huella, y Sam Raimi es uno de ellos, hasta el punto de que a veces parece que lo que intenta es precisamente salir de sus propias "manías". Un plan sencillo es una de esas películas de actuación, que bien podrían llevarse a una sala de teatro. El trío protagonista tiene gran parte de culpa gracias a unas actuaciones memorables de un gran Billy Bob Thornton y un siempre infravalorado Bill Paxton, rodeados por secundarios solventes como Jack Walsh o la propia Bridget Fonda.

Una película que recuerda inevitablemente a Fargo aunque se desprende de toda su faceta cómica. Para mi gusto, atrapante en sus primeros 45 minutos y con pérdida de fuelle significativa a mitad de película, con una resolución aceptable pero de nuevo por debajo de esa extraña magia de la primera parte. En cualquier caso, un viaje que merece la pena en todo momento.

Una de esas películas desaprovechadas, donde es el contexto distópico-social lo único que se siente atractivo mientras que la trama se siente desaprovechada. Demasiado insignificante y precipitada en su final. Mostow tiene u juguete que no acaba de saber dominar, una oportunidad de la que sale bien parado, pero que sin duda da la sensación de poder haber dado algo mucho mejor. Tampoco ayuda un Bruce Willis fuera de papel todo el tiempo, que aporta un nombre más que una interpretación. Mucho mejor en su papel Rosamund Pike, siempre solvente, y una Radha Mitchell correcta sin más.

Aunque se sienta como una oportunidad desaprovechada, se hace lo suficientemente entretenida como para dejarse ver.

Una película mala, que sirve como un entretenimiento vacío puntual y poco más, y cuyo principal problema es presentar una película en 1996 que parece de mediados de los 80, sin evolución alguna, con un Schwarzenegger en status de estrella que aquí ni siquiera es capaz de demostrar un carisma especial lo suficientemente positivo como para compensar el resto de la película.

Un Chuck Russell en caída libre desde casi su ópera prima de The Blob que tanto me gustó, y que ha dejado por el camino cualquier atisbo de personalidad, y una historia que gira en torno a una damisela en apuros que Arnold salva una y otra vez. Anticuada incluso para su década, pero lo suficientemente corta como para quedarse en la indiferencia y no llegar al tedio.