Extraordinarios Arturo de Córdoba y Amparo Rivelles en esta comedia negra. No la había visto hasta hoy y destacaba entre las películas que me recomendaban en la web.
Amparo Rivelles, que solo contaba entonces con 34 años, borda el papel de beata insoportable que solo vive para criticar a su marido. Fascinada con su papel de mártir, ante el cura y sus amigas, no duda en inventarse desprecios y malos tratos, intentando dar lástima con su cojera.
Arturo de Córdoba, alejado totalmente de su famoso papel en “El”, es un taxidermista de buen carácter, a quien le hubiera gustado tener hijos. Soporta con calma el mal ambiente y las agrias discusiones, hasta que su paciencia se agota. “Hasta un ratoncito inofensivo ataca cuando se ve acorralado”.
Muy buenos los diálogos y los personajes secundarios, como el Padre Artemio, siempre en defensa de su feligresa, ese historiador que no termina nunca sus discursos engolados, o Elodio, el temible cuñado que no duda en enseñar su revolver si alguien habla de divorcios.
Resulta una sátira brutal, pero no solo del fanatismo religioso. También de esa amargura vital que solo encuentra satisfacción en el lamento constante y el victimismo.
Y yo tanto años sin saber de esta joya del cine mexicano.

La serie adaptó durante seis temporadas las novelas de Agatha Christie, aunque tomándose muchas libertades con respecto a las diferentes tramas. Es inferior a “Poirot”, aunque comparte la buena ambientación y la participación de actores británicos famosos.
Miss Marple no era detective, con lo que sus investigaciones resultaban más forzadas al encontrarse siempre en todas partes, a comportarse como una entrometida y a recurrir a amigos para que le ayudaran en sus pesquisas.
Geraldine McEwan, veterana actriz de teatro, cine y televisión, protagonizó las tres primeras temporadas, y en mi opinión se llevó lo mejor de la serie, con episodios atractivos como “El crimen dormido” o “El cuadro”.
McEwan era una Miss Marple activa, incisiva y con algo de mala leche. Su sustituta en las tres últimas temporadas, Julia McKenzie, encarnaba a una viejecita más afable, pero sus historias son peores, más retorcidas e inverosímiles. Incluso algún episodio parece una parodia. De estas tres últimas temporadas destacaría la interesante trama de “El misterio de Pale Horse”, que ni siquiera era una novela protagonizada por Miss Marple.
En definitiva, una serie entretenida, pero muchos de sus cambios argumentales resultaban desafortunados.

Diana Dors está considerada una réplica británica de Marilyn Monroe. Rubia de impecable peluquería, grandes escotes, vestidos ceñidos para lucir figura, taconazos y mucho maquillaje. Sin embargo, en esta película, aunque luce toda su artillería cuando la protagonista recuerda su pasado, su apariencia es otra en buena parte del metraje, porque se encuentra en prisión condenada a muerte. El cartel de promoción de la película falsea bastante lo que vas a ver.
Con la cara lavada, incluso demacrada, y con la gris indumentaria de la cárcel, el contraste es tremendo. Esta parte es la más interesante, con una protagonista amargada que no tiene ganas de hablar con nadie, siempre vigilada atentamente por las celadoras, agobiada por la disciplina del centro, sin arrepentimiento, sin fe…
Oye las conversaciones intrascendentes de las celadoras, conoce perfectamente cada desperfecto de las cuatro paredes donde vive, siempre con la luz encendida que no la deja dormir.
Lo más discutible es un protagonista masculino flojito, que parece mentira que pueda levantar semejantes pasiones, y una rival rica y sofisticada que casi no aparece. Las dos relaciones obsesivas apenas están desarrolladas correctamente.
En cambio, destaca el aspecto técnico. La dirección de J. Lee Thompson es muy buena y la secuencia de Mary Hilton, encaminándose a dar rienda suelta a su odio, al comienzo de la película, es para verla varias veces.

Hoy nos sobrecogen aquellos tiempos en los que la humanidad dedicó todas sus energías a la destrucción de sus enemigos. No se comprende como los horrores de la Primera Guerra Mundial no hicieron recapacitar a ciertos dirigentes antes de que se iniciara una nueva contienda. Por los avances tecnológicos iba a ser mucho más terrible que la anterior.
“El mundo en guerra” es un documento imprescindible para entender lo sucedido, por sus impresionantes imágenes, su análisis político, la explicación cronológica de los momentos más decisivos de la guerra y los valiosos testimonios de sus protagonistas.
Algunas reflexiones:

Victimismo y supremacismo
El terrorífico ascenso de Hitler al poder, quien lideró una locura colectiva en busca de la conquista del mundo y la imposición de sus ideas racistas, ofrece a la humanidad una lección que no debería olvidar. Sus trucos para arrastrar voluntades básicamente fueron dos: victimismo para señalar a los enemigos y supremacismo (somos los mejores y no tenemos lo que merecemos). Lamentablemente, hoy en día los vemos por todas partes.

Venganzas contra la población civil
Los bombardeos indiscriminados, como en Varsovia o Dresde, servían para bajar la moral del enemigo. Y los practicaron unos y otros. A lo largo del documental vemos ciudades completamente destruidas y rostros anónimos que se movían entre las ruinas luchando por sobrevivir.

Euforia insensata
Sabiendo como acabó la guerra, resultan patéticas las muestras de alegría en Berlín o en Tokio tras los primeros éxitos militares. La conquista de su entorno fue posible por una preparación a conciencia para la guerra, mientras los vecinos permanecían ingenuamente confiados. Cuando la producción militar estadounidense y soviética superó a la alemana, el curso de la guerra comenzó a cambiar. Esto no es cuestión de heroísmo o genios militares.

La exhibición del prisionero
Tras cada batalla hay abundantes imágenes de prisioneros, porque era un mecanismo de propaganda. Se exhibía al enemigo derrotado y humillado. Asombra especialmente el gran número de prisioneros británicos tras la caída de Singapur.

El punto de inflexión
Se ha hablado de los desastres alemanes en El Alamein y Stalingrado a finales de 1942, pero como punto de inflexión de la guerra se puede considerar, a principios de ese año, el fracaso de la maniobra envolvente sobre Moscú, cuando las tropas alemanas y sus tanques tuvieron que retirarse a más de 200 kilómetros de la ciudad. Algo se torcía ya en el Tercer Reich.

Derroche de material y vidas
La superioridad militar de los aliados no impidió que tuvieran que pagar un alto precio por cada objetivo. Impresiona el derroche de vidas para tomar las playas de Normandía o para conquistar las islas del Pacífico, donde los japoneses disputaban cada metro hasta la muerte (¡por el emperador!). Las imágenes de los enfrentamientos en el atolón de Tarawa o en la isla de Iwo Jima son especialmente duras. Y las acciones de los pilotos kamikazes alucinantes.

La creación del monstruo
La masacre de la bomba atómica sobre Hiroshima fue la constatación de que la humanidad había creado un monstruo. De entre los avances tecnológicos a contrarreloj que se desarrollaron durante la guerra, éste fue el logro más decisivo. No me parece justificado este horror ante un Japón ya derrotado, aunque el documental, explica todos los puntos de vista posibles.

Imágenes terribles
El verdadero terror no es Drácula o Frankenstein, sino la horrenda realidad. Civiles ahorcados, linchamientos, cadáveres hacinados en los campos de concentración, soldados pudriéndose en el campo de batalla, víctimas entre los escombros… En mi Blu-ray indica: “Apta para todos los públicos”. Yo creo que no.

Entre 1974 y 1978 el violador y asesino Ted Bundy causó la muerte de 36 chicas en los Estados Unidos. Las desapariciones de estas jóvenes se hacían frecuentes en ciertas regiones, hasta que los descubrimientos de los cuerpos alertaban de la acción de un psicópata especialmente cruel y depravado. A partir de este caso empezó a utilizarse el término “asesino en serie”.
Este documental narra, a partir de numerosos testimonios, la historia de este criminal, desde una infancia carente de traumas que pudieran explicar su conducta, hasta su ejecución en la silla eléctrica tras sembrar el terror en los Estados de Washington, Utah, Colorado y Florida.
Se aprovechó de una sociedad confiada, la de los años 70, que no parecía ser consciente de ciertos peligros, de técnicas de criminología todavía poco desarrolladas y de una descoordinación evidente entre los distintos Estados.
Era un joven de buen aspecto, simpático y de conversación inteligente, que en principio inspiraba confianza cuando se aproximaba a sus víctimas. Convirtió sus juicios en un circo al encargarse de su propia defensa y no confiar en los profesionales que le habían asignado. Arrogante y consciente de su carisma, siempre pensó que su interpretación conmovedora de un inocente injustamente acusado, convencería a los medios de comunicación, a la opinión pública y al jurado. No fue así.
Otros aspectos interesantes del documental los enumero en el spoiler.