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España España · Madrid
Críticas de jokinr
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Críticas 110
Críticas ordenadas por utilidad
2
14 de octubre de 2016
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Viendo las películas de Sacha Guitry uno comprende el verdadero sentido de la explosión de rebeldía que supuso la 'nouvelle vague' francesa. No extraña que aquellos jóvenes de la nueva ola estuvieran hartos de este tipo de cine elaborado con unos presupuestos tan reaccionarios, tanto desde el punto de vista ideológico como estético, que rozan la estulticia artística. La vacuidad, el aburrimiento, la ridiculez, la falta de concepción cinematográfica de Guitry en esta cinta raya el ridículo. Lo único que le diferencia de una exposición de diapositivas es que las figuras se mueven.
Eso, por no hablar de la visión que se da de la Historia de Francia y de la figura de Napoleón, cercana a la hagiografía más banal e infantil dirigida únicamente a mentes patrioteras infantiles.
jokinr
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1
11 de marzo de 2014
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se presenta este filme como de serie B, aunque tras haberla visto realmente no llega a la categoría siquiera de serie Z. De hecho sería necesario el alfabeto entero para poder "matricularla" y dar así idea de su bajísima calidad. Que yo recuerde, es el peor filme de serie B que he visto en mi vida. Mal dirigido, mal interpretado, mal rodado, mal narrado, aburrido, soso... Lo único que podría ser salvado es la música y no porque sea buena, sino porque no es demasiado mala. No sé cómo los espectadores de la época no incendiaron el cine a los diez minutos de haber empezado la cinta. Lo peor: las frases rotundamente sentenciosas de un diálogo que destaca por su inanidad (de hecho, si uno se fija bien, se dará cuenta de que está rodada a la manera del peor cine mudo). Lo mejor: aparte de la partitura, la belleza del rostro de una de las actrices, cuyo nombre desconozco.
jokinr
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4
21 de octubre de 2009
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Realmente este guión, estos diálogos, estos giros argumentales son de Richard Brooks, el mismo que años después escribiría y dirigiría, entre otras películas, “Elmer Gantry” o “A sangre fría”? Nadie lo diría, sobre todo si uno se ve sometido durante cien minutos a una batería de frases grandilocuentes y de eslóganes propagandísticos proestadounidenses emitidos por engoladas figuras sin relieve que no tienen empacho en equiparar a soviéticos y nazis (como representantes ambos del "mal"), y que elevan a único lugar habitable de la tierra a los sacrosantos Estados Unidos de América; suscribe esta obra además la estrategia del miedo a la guerra nuclear que en aquella segunda mitad de los años cuarenta tanto esgrimió el gobierno yanqui para atraer a las clases medias y trabajadoras de Europa y sustraerlas del dominio soviético (no olvidemos que en Francia, lugar donde se desarrolla la trama, el Partido Comunista era el más votado por aquellos años); y opta además por un falso pacifismo, pues si bien por un lado aboga con frases huecas y grandilocuentes a conseguir una paz un tanto abstracta, por otro tacha a los rusos (supuestamente el enemigo de esa probable y futuribe guerra) de seres abyectos y maquiavélicos en el logro de sus objetivos políticos.



Pero lo peor de la película es que su trama ha sido torpemente armada con protagonistas tan planos como la moralina que desprenden (salvo en el caso de los perversos soviéticos y colaboracionistas franceses) y con tantos giros innecesarios que el espectador acaba mareado y algo aburrido; por no hablar del final, que hubiera merecido para los responsables del mismo (¿Richard Brooks?) un segundo juicio de Nuremberg. Únicamente puede atenuarse la condena por el pulso directivo de Daves, que sostiene como puede esta historia, aunque sólo en su primera mitad puesto que a partir de no recuerdo ya qué minuto no la hubiera salvado ni el mismísimo Jonh Ford.



En definitiva una obra completamente prescindible tanto en la filmografía de Brooks como en la de Daves y cuyo único valor, la propaganda política, la convierte en el día hoy en un curioso objeto de estudio para los historiadores de la Guerra Fría.
jokinr
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3
27 de agosto de 2018
5 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si por algo puede ser de interés la visión de “Carnivale” es porque compendia muchos de los defectos del volquete de series con que nos han castigado las productoras norteamericanas los últimos años, en detrimento presupuestario, artístico, estético e intelectual (¿?) del cine de pantalla grande de toda la vida.
Lo mejor que se puede decir de este serial es que es efectista y como tal, consigue, de vez en cuando, algún logro que otro, eso sí disuelto en la inmensa banalidad que supone esta creación dirigida por otro lado por una caterva de directores que no han hecho nada reseñable en el mundo de la gran pantalla y tampoco en el de la pequeña. El más conocido de todos ellos es el melifluo Rodrigo García, un realizador que no pasa de ser un obediente artesano al servicio de un producto matemáticamente diseñado por la casa productora.
Y no otra cosa es este “Carnivale”, un mero bien de consumo de usar y tirar, como la inmensa mayoría de las series estadounidenses que he tenido la oportunidad de ver, eso sí, con un presupuesto apabullante que le permite recrear (o más bien deformar) una época histórica que, en ningún caso, se merecía el tratamiento dado por esta mercancía audiovisual. Y es que cuando vendes chatarra casi nada funciona. La Gran Depresión aquí no es más que un falso decorado, estéticamente reelaborado para conseguir otro de esos muchos efectos en los que se basa su presunta peculiaridad, es decir, un mero reclamo. Otro es la de reivindicarse en la órbita de aquella mítica “Twin Peaks”, de la que únicamente valían algo los capítulos dirigidos por David Lynch, ya que el resto era puro humo (y en este sentido “Carnivale” es una digna secuela, es decir, más humo sólo que con la tara añadida de que la presencia de Lynch no existe). Más efectos (o defectos): ocurrencias sin sentido basadas en fantasías descocadas, personajes estrafalarios que pueden hacer cualquier cosa y que sirven a los guionistas para sacar todo tipo de conejos de sus brillantes chisteras argumentales, tratamiento de la fotografía de postal gastada y amarillenta, continuos giros narrativos sin ton ni son que descolocan al más pintado, salvo a aquellos que sólo buscan descerebrarse frente al televisor, diálogos presuntamente “misteriosos” y “sugerentes” que prometen lo que no dan, ocultamiento absoluto de las condiciones socioeconómicas de la sociedad del medio oeste estadounidense de los años treinta y un largo etcétera que convierte el humo del que antes hablaba en un simple pedo de colores encerrado en una bonita botella.
En fin, que nadie pierda el tiempo viendo esta basurilla. Si a alguien le gustan las series que revise “La mejor juventud” de Marco Tulio Giordana, “Los gozos y las sombras” de Rafael Moreno Alba, “Fanny y Alexander” de Bergmann, “El decálogo” de Kieslowsky, “El capo de Corleone” de Monteleone y Cahill, y alguna más que anda por ahí, todas más viejas que La Tana, pero que aún por desgracia no han sido superadas.
jokinr
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4
6 de junio de 2017
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una película con mensajes obvios, tan obvios que pueden despistar a los ingenuos fascinados por la “magia” de la industria de Hollywood. Uno de ellos es el siguiente: es mejor ser capitalista en un país capitalista que comunista en un país comunista, y sobre todo más divertido. Eso ya lo sabe cualquier trabajador con dos dedos de frente de cualquier país capitalista. Otro, aún más transparente, y por tanto menos apreciado por el público y la crítica es que en el mundo socialista la mujer es una persona y en el capitalista un mero objeto de placer masculino. Esta realidad ya es menos conocida, pero por ello no es menos cierta. Hay otros mensajes menos importantes, algunos falsos, todos ellos al servicio de la propaganda burguesa; pero yo me quedo con los dos que he destacado y que me parecen los más importantes.
En cuanto a sus méritos artísticos, dejando aparte un par de números de un Astaire que comenzaba a decaer y de Charisse y de la música de Cole Porter, el filme no vale gran cosa. Incluso da un poco de pena ver a Peter Lorre intentar hacer lo que ya casi no puede.
jokinr
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