Para poder disfrutar de esta película tienes que asumir desde el principio que todo lo que en ella ocurra es completamente inverosímil, infantil, empalagoso y traído por los pelos.

Sólo entonces pueden tener cierto sentido las actuaciones tan forzadas de todo el elenco. Así como el vestuario y el maquillaje tan cursi. Y los colores chillones de los decorados y hasta de los árboles de la calle.

Decorados ampulosos, chicas guapas, glamour veneciano del siglo XVIII... para muy poca cosa.

Toda la trama es bastante artificial y cae en lo retorcido. Las actuaciones no son malas, pero tampoco llegan a entusiasmar. Los personajes son todos de opereta. Le falta humanidad, calor, emoción. Y, para colmo, se necesita de vez en cuando alguna voz en off para que el espectador vaya entendiendo el alcance de lo que está pasando.

Pues sí, es una pena, porque la serie está muy bien llevada.

La ficción histórica es bastante fidedigna a la historia real. El ritmo de la narración está en su punto para que resulte interesante en todo momento. Los actores, los diálogos, los paisajes, los decorados... todo es correcto y atrayente.

¡Pero muchas veces no se entiende bien lo que dicen los protagonistas porque, incomprensiblemente, no saben vocalizar! ¿Es que ya no se enseña a hablar en alto y declamar bien en las escuelas de actores?

Se trata de un "teenager" que aprende a ser hombre chocando con la vida y siguiendo el ejemplo de un ídolo que resulta que es un farsante. Y todo este argumento está envuelto en escenas medio simpáticas, medio inverosímiles, propias de una "americanada".

Pero eso sí, la música de los sesenta que escuchamos durante toda la película suena muy bien.

Es una película dura, porque en ella ves que la vida real en Venezuela está instalada en una espiral de violencia de la que no te puedes librar hagas lo que hagas.

La película está bien realizada. El guión apenas tiene fisuras y el director filma lo que ve sin recrearse en las escenas violentas, pero tampoco sin escamotearlas. Todos los actores cumplen perfectamente su papel.

Al final te asombras de que las autoridades de Venezuela hayan permitido realizar esta película en las calles de Caracas. Pero es que está realizada en 1990, cuando todavía había democracia en este país.