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Críticas de A POSITIVAR
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Críticas 131
Críticas ordenadas por utilidad
6
21 de enero de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El papelón de Benedict Cumberbatch es lo más sobresaliente de The imitation game. Un film con partes de cine de escuela, pero que parece que quiere contar demasiado. Flashbacks y flasforwards constantes te van sacando de lo que, para mí, es la parte más interesante: descifrar el código de los nazis. A varios días vista, hay un batiburrillo de narraciones en mi mente que no le deja opciones. No obstante, el nórdico director de Headhunters ha entrado con buen pie en el cine más masivo. Reseñar la fotografía —casi nominada— del español Óscar Faura.

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6
13 de enero de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de cierta parálisis facial periférica por parte de un niño que ya no juega a la pelota sino a bajarse al moro. A pesar de que a algún crítico se le ocurrió citar a 'The Wire' —expectativas al canto— simplemente porque hay escuchas. A pesar de una subtrama amoroso-almibarada tan sobrante como el exceso de promoción de la televisión amiga. A pesar de todo eso, a Daniel Monzón El Niño le ha salido guapo, hiperactivo, de buenísima factura, real y muy entretenido. Dos horas (y piquito) que se pasan a ritmo de fueraborda.

El Niño y el Compi, dos amiguetes con poco que hacer y con ganas de pasta para conseguir llegar a algo más en la vida (como, por ejemplo, los dueños de un chiringuito), deciden probar suerte en el mundo del tráfico de estupefacientes; adrenalina y dinero rápido que convierten en prácticamente un juego. En paralelo, dos policías buscan joderle el negocio a algún gran capo del narcotráfico.

Tengo la impresión de que la diferencia entre las películas de acción hollywoodienses y las españolas (o europeas) está en la labor de documentación. En ocasiones, si no fuera porque conoces a los actores, pensarías que esa película nacional que estás viendo es un programa de callejeros o de comando actualidad. En mi opinión —nada contrastada debo admitir— el cine español (o europeo) se basa en la realidad y la realidad estadounidense se basa en el cine. En referencia a El Niño, tanto el realizador del film como su coguionista Jorge Guerricaechevarría se pasaron casi un año informándose sobre el terreno. De ahí la autenticidad de esas imágenes, prácticamente documentales, como son las colas de coches para entrar en Gibraltar o las de las colas de personas en las idas y venidas de Marruecos a España. Entrevistaron tanto a gomeros (los que pilotan las lanchas) como a policías con el fin de escribir un guión sobre el problema del narcotráfico en un punto estratégico situado entre tres países. ¡Gibraltar español! Simplificando, además de ver una película entretenida, he podido descubrir detalles desconocidos e interesantes: me enteré de que en Gibraltar está el único aeropuerto del mundo que cruza una carretera nacional, la cual debe cortarse al tráfico de coches para que aterricen los aviones; como si fuera el paso a nivel de un tren. Entre los vehículos que no saben si coger las rotondas por la izquierda o por la derecha y los aviones de pasajeros que se te cruzan, conducir por aquella zona bien podría merecerse una película, Fast & Furious XXVII podría estar bien.

El Niño es vigorosa (vaya frase más sugestiva). Una película, con nombre de fenómeno meteorológico y dirigida por un director con apellido de fenómeno meteorológico, que es un thriller bien estructurado y con mucha cadencia. No puedo negar que me esperaba un pelín más en cuanto a la definición de personajes, pero como cine de género es una buena película. Se echaron de menos películas así en época estival.

En cuanto a los actores que hacen de polis, poco decir de los Tossar, los Fernández o los López. En cuanto a los cacos, destacar a Jesús Carroza (7 vírgenes) que, como compadre del protagonista (Jesús Castro), está muy contundente y, además, susurra menos que éste y de vez en cuando hasta cambia de gesto. El Niño no sé si tendrá secuela, lo que seguro que tiene es muchas portadas en revistas para quinceañeras y entrevistas en el programa de Ana Rosa.
A positivar las secuencias de persecución entre el helicóptero que patrulla el Estrecho y la lancha que transporta la mandanga. Para mí, la mejor escena de acción-persecución que se ha rodado en el cine patrio.

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5
6 de junio de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Él, que nunca dirigió pero estuvo ahí, sin autocomplacerse, ni hacer sombra ni agasajo. Él, que escribía comedias sobre la agonía y las hipotecas y los tullidos y la pobreza. Él, que hacía drama de la religión y la pitanza. Él, que se adaptó al habla de su entorno. Él, que buscó complicidad transalpina y cambió de lengua pero no de lenguaje. Él, que me firmó un autógrafo en un lienzo. Él que guionizó El cochecito y El pisito y El verdugo y Plácido y Mafioso y La gran comilona y La escopeta nacional y La vaquilla y un etcétera largo y excelso, contundente y estrafalario. Él, que hacía cine que venía de la vida, porque el cine que viene del cine no le interesaba. Él, que escribió Los muertos no se tocan, nene. Él, es Rafael Azcona: uno de los mejores guionistas del mundo.

Sus amigos sabían lo que le debían y han intentado hacerle un homenaje en forma de película —cómo si no— basado en una de sus primeras novelas. Una novela que intentó dar el salto al cine y completar una trilogía junto con El pisito y El cochecito. Pero claro, la censura le dijo a la pareja Ferreri- Azcona: “Sí hombre. Pero si os reís de los muertos y de los políticos y de los funcionarios locales y de los militares que tanto trabajan por la patria, y habláis de placeres solitarios y de amores externos a la sagrada unidad familiar católica, apostólica y romana; y no le hacéis honores a España, nuestra nación: una, grande y libre. Así que, por la presente, comunicarles a Don Marco Ferreri y a Don Rafael Azcona Fernández que su intento de película se va a quedar en eso: en intento. A parla”. A la sazón, hace dos años se juntaron sus colegas David Trueba, José Luis García Sánchez y Juan Gona y le dieron bola y metraje al proyecto. Pero claro, Ferreri y Berlanga ya no están y Azcona sólo hay uno.

Fallido, aunque bien intencionado, homenaje póstumo a Don Rafael. Rodado en blanco y negro, sin sonido directo, con un elenco coral y doblado en sala y con un gran respeto. Aún así, es de agradecer que García Sánchez se plantara sin miedo frente a un morlaco semejante, un proyecto que el público iba a comparar sin miramientos, y nos contara la historia de Fabianito y todo lo que se desenvuelve alrededor del velatorio de su bisabuelo: el primer amor platónico, la desestructuración familiar, la marginación social, el aparentar ante el poderoso, la llegada de la televisión, la superstición, la infidelidad, el puterío y un gato que pulula entre el gentío.

Se ha comentado siempre que Fabianito es un alter ego del Azcona infantil. Aunque, en palabras de Mingote, amigo intimo y compañero de fatigas y tertulia: “un alter ego de Rafael es el niño, la señora, el señor, el muerto, el vivo… todos son un alter ego de Rafael. Todo es Rafael”. A positivar el amor y el respeto de todo el equipo por la obra del genio de Logroño; pero, sobre todo, a positivar el cartel de Mingote; supongo, uno de sus últimos trabajos.

Ver la película no es cosa sencilla. No obstante, encontrar el libro es poco complicado y leerlo es un placer; puro Azcona. Amen.

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8
28 de enero de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué es el fin del mundo? ¿Una alegoría de lo reinante y de las insuficientes expectativas de cambio? ¿Perder el trabajo? ¿El diagnóstico de una enfermedad? ¿Que cuando mejor estás, un ciclón se lo lleve todo y no precisamente a Oz? ¿Una forma de pensar que te hace vivir al día? Para Jeff Nichols, director de Take Shelter, el Apocalipsis es un fenómeno, totalmente subjetivo, movido por convicciones religiosas, naturales o mentales. Una película con un espectacular forcejeo entre lo visionario y la locura, entre la demencia genética y las alucinaciones premonitorias, entre los superpoderes mentales y la irracionalidad.

Take Shelter empieza con el umbral de una tormenta evangélica con tintes de cataclismo. Un fenómeno que resulta ser una serie de sueños que el protagonista total de la obra —un gran Michael Shannon— sufre cada noche y que no sabe si son consecuencia de algún desorden cerebral o premoniciones reales. A partir de ahí, el producto cinematográfico está perfectamente hilado sobre la catástrofe en muchos de sus aspectos: la locura no aceptada, la descomposición familiar, la pérdida del empleo, el rechazo social, la caducidad de un seguro médico tan necesario en Estados Unidos o los frecuentes y casi pandémicos tornados de Ohio. A todo esto se le añaden unas metáforas (o tópicos) de la América profunda como una mujer y una familia política ultracatólica y conservadora, un compañero de trabajo con una falta total de inquietudes, una hija sordomuda, un hermano comodín y una madre esquizofrénica. Pero tranquilos, no se trata de un culebrón; son solamente unas pinceladas necesarias para la historia, que ayudan a construir perfectamente el argumento hasta su desenlace: un final que, aunque puede tener debates personales, no deja frío.

En el Making of, el director y guionista cuenta que hace unos años, en plena crisis, después del éxito de su ópera prima (Shotgun stories), recién y felizmente casado y con todo lo necesario para ser feliz, empezó a sufrir ansiedad porque por primera vez en su vida tenía algo que perder. Asimismo, recordó su infancia y la angustia de vivir en una localidad donde los tornados marcaban la agenda. De ahí nació Take Shelter. Pues muy bien, te seguiremos señor Nichols; pero cuidado, que nos hemos enterado de que Hollywood está llamando a tu puerta para que el fin del mundo tenga algo más de efectos especiales y un discurso presidencial.

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7
13 de enero de 2015
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Decía Carlos Vermut en rueda de prensa a propósito de su Magistral Girl —perdón, Magical Girl; que se me ve el plumero— que le gusta poner a sus personajes en continuos conflictos éticos para luego resolverlos también de manera poco ética para el que mira. Damián Szifrón ha debido actuar y dar vida a los personajes de sus Relatos Salvajes partiendo de la misma premisa, pero zanjando las cuestiones de tal forma que ha convertido la película en la fiesta del exceso, en la comedia más coreana (en el sentido salvaje de la palabra) que el cine rioplatense nos podía regalar, un film donde el humor negro es constante y donde la media sonrisa y los ojos entrecerrados son una eternizada mueca en el patio de butacas. Y lo mejor de todo es ver las caras del respetable al abandonar la sala. Los argentinos, paradojas del destino, nos ahorran unas cuantas horas de psicoanalista gracias a seis historias tan divertidas como brutales y tan deliciosamente violentas como violentamente deliciosas. ¿Obra maestra? Supongo que no. Pero si hablamos del cine como entretenimiento, estamos ante algo muy grande. 115 minutos que no decaen nunca. Olé a Szifrón por escribirla y dirigirla y a los hermanos Almodóvar por producirla.

La candidata al Oscar al mejor film de habla no inglesa (a que se lo lleva) y la película de habla hispana más taquillera en la historia de Argentina nos cuenta seis tremendos relatos sobre el efecto de “hinchar los cojones”. Esa es la sinopsis. La vena del cuello tiene sus límites. Y sí, se puede llorar, encerrarse en uno mismo o compartir tus desgracias con una bañera y una tostadora. Sin embargo eso no vende tanto como enmendar tus agravios a las bravas.

Hablemos de la media docena de escenarios:
1. Un avión reunión de aludidos.
2. Un bar de autopista perdida y de menú servido frío.
3. La carretera con destino al desfase.
4. La ciudad perfecta para rodar Un día de furia 2
5. Una casa pudiente con procedimientos de pudientes.
6. Un salón de bodas que hace justicia a la frase de Woody Allen que dice: “Algunos matrimonios acaban bien, otros duran toda la vida”.

Veámosla como una obra de esas que empiezan con un “no hagan esto en sus casas” y sabedores de que hay razones: Se entiende perfectamente y no hay que esperar veinte minutos para comprender sus diálogos. Muy bien interpretada. Desahoga. Entretenimiento puro (y duro). Muy bien dirigida. Se pasa volando (en algunos momentos, literal). El humor aligera el contenido. Si eres muy crítico, creo que alguna, aunque sea una, de las historias te molará; y entonces habrá valido la pena.

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