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España España · San Sebastián
Críticas de RavenHeart
Críticas 517
Críticas ordenadas por utilidad
7
9 de noviembre de 2012
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bernardo Bertolucci, mítico realizador de films como “El último emperador”, “Belleza Robada”, o “Soñadores”, entre otras muchas, vuelve, tras años alejado por factores de salud, a situar su talento tras las cámaras para dirigir “Tú y yo”, una intimista película con la que participó en el Festival de Cannes y en la sección de perlas de la 60 Edición del Festival de Cine de San Sebastián.

“Io e te” nos ubica en el seno de una familia desestructurada, donde cada miembro vive al ritmo que su independencia le marca. El más joven de sus integrantes, un adolescente, miente a sus padres indicándoles su participación en una excursión a la nieve que realiza el instituto para, en su lugar, encerrarse solo en el sótano del edificio a pasar tiempo consigo mismo y sus hobbies. Pero allí tendrá una compañía inesperada, la de su hermanastra y su adicción a la heroína. Juntos, en la oscuridad del subsuelo y en absoluta soledad, habrán de lidiar con sus fantasmas interiores.

Pese al gran nombre de su director, estamos ante una película pequeña, con escasos actores y escasas localizaciones, una película íntima, de sensaciones, sentimientos, emociones y pensamientos. Bertolucci, en el claustrofóbico y decrépito emplazamiento donde desarrolla la narración nos encierra con los dos actores (Tea Falco y Jacopo Olmo Antinori) que encarnan con gran verdad a los hermanastros para acercarnos a su visión de la familia, la adicción, el arte, la soledad, la sociedad… un caleidoscopio de grandes ideas contadas desde lo más común y pequeño que no sería posible sin una más que meritoria adaptación de la novela de Niccolo Ammaniti a un guión ágil y cercano.

“Tú y yo”, si bien no representa una cumbre dentro de la carrera de su director, sí que nos demuestra que sigue en forma y que con lo mínimo en recursos y lo máximo en buen hacer cinematográfico y creativo puede hacerse una buena película. Entretenida e interesante.

-Enoch-
www.raven-heart.com
RavenHeart
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8
5 de enero de 2011
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película de Katja Von Garnier resulta atípica en el género.
No podemos acercarnos a ella como la típica película ni de terror, ni de espectaculares efectos especiales (pese a contar para ella con los creadores de "Underworld")... a "La marca del Lobo" hay que acercarse deseando ver una historia de amor protagonizada por criaturas de la noche, por licántropos.
En ella nos cuentan los devenires de un clan de hombres lobo, o "loup garous", como se autodenominan, sus pugnas por el poder, sus estrictas normas, sus costumbres. Y, en medio de todo ello está Vivian (Agnes Bruckner, que ya vimos en "El bosque maldito"), que interpreta a la directa heredera del reinado del clan... pero que no está muy satisfecha con su destino, menos aún después de adentrarse en terreno prohibido enamorándose de un humano.
Los celos, la rabia y el temor se desatan y se han de tomar decisiones y pugnar por lo que se desea y por la propia supervivencia a un tiempo.
La historia de amor está bien contada y la visión sobre el mundo de los hombres lobo pega un giro y resulta novedosa, incluso en sus transformaciones, alejadas de todo tópico y punto que no ha gustado igualmente al público.
Cabe destacar la interpretación de su protagonista femenina, que, a mi entender, resulta lo mejor de las películas en las que participa.
En resumen, esta película sin pretensiones, alejada de la grandilocuencia a la que nos tiene acostumbrados el cine fantástico norteamericano, es entretenida, tiene fondo además de formas y cubre las expectativas.
No hay que olvidar tampoco la hermosa Bucarest que nos muestra y que es un personaje más en la trama. Recomendable.
Enoch
RavenHeart
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6
3 de diciembre de 2010
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El francés Bruno Dumont está considerado como uno de los mejores exponentes del denominado New French Extremism, un movimiento de vanguardia caracterizado por la violencia de sus imágenes que incluye entre sus filas a nombres tan ilustres como François Ozon, Gaspar Noé o Alexandre Aja. Dumont ya había explorado el fenómeno del cristianismo bajo éste prisma subversivo en su opera prima -La vie de Jesús- pero ahora vuelve a hacerlo desde un punto de vista mucho más reflexivo. Lo cierto es que solo en un país como Francia en el que la religión es algo adscrito exclusivamente al ámbito privado era posible hacer una película como ésta.


Hadewijch trata de ser imparcial a la hora de exponer su tesis sobre las creencias personales enfrentadas a la modernidad, aunque su supuesta renuncia ideológica sirve para que los espectadores saquemos nuestras propias conclusiones. Lejos de ejemplificar un amor incondicional, la inmensa mayoría de nosotros solo vemos en Céline a una chica con serios problemas psicológicos que utiliza la religión para reclamar la atención de unos padres siempre ausentes. No deja de ser esclarecedor que ese acto de rebeldía lo protagonice la hija del representante de un Estado que abraza la laicidad como uno de sus valores fundamentales. No se queda ahí la cosa porque presa de su locura, Céline decide convertirse en mártir a toda costa.


Si el trasfondo de la película resulta polémico, su puesta en escena no lo es menos. Exteriorizando un preocupante desdén por la salud del espectador, el director intenta imbuirnos en una especie de contemplación reflexiva mediante constantes planos fijos y un ritmo deliberadamente lento. Es tal la obsesión de Dumont por llegar a ese estado de trance que la película termina siendo soporífera a pesar de la grandísima interpretación de la joven actriz Julie Sokolowski. Cinematográficamente hablando Hadewijch cuenta con una cuidadísima planificación de escenas y una fotografía que insiste en el rostro de su protagonista, iluminado a ratos por un aura divina y virginal cuyo silencio solo es roto por la música sacra de Bach y André Caplet.

Resulta imposible no calificar de fallida a ésta película que parte de la crítica ha señalado como una reversión moderna del Mouchette de Robert Breson, maestro inspirador de toda la filmografía de Dumont. De mismo modo, hay que reconocer en ella la osadía que caracteriza a los grandes cineastas, aunque en esta ocasión casi se pueda hablar de soberbia. Con Hadewijch el director de Flanders y L’humanite ha querido presentar su historia de un modo tan personal que difícilmente puede conectar con el público. No cabe duda de que esta arriesgada propuesta es un trabajo tremendamente austero y exigente con el espectador. Quizás demasiado.
Keichi
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
RavenHeart
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7
20 de septiembre de 2012
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde las antípodas, Paul Campion firma la dirección de la efectiva película de bajo presupuesto “The Devil’s Rock” con la que ha conseguido el favor del público a lo largo de diversos festivales así como de la crítica, subrayando ambos el máximo partido conseguido a partir de los mínimos recursos.

La película nos ubica en las jornadas previas al “día D”, en las Channel Islands, donde unos comandos se disponen a distraer la atención de los ejércitos Hitler atacando sus emplazamientos militares. Pero aquello que encontrarán trasciende lo estratégico y humano, oscuras presencias sobrenaturales invocadas por las fuerzas nazis para consolidar su poder les esperan…

Gran parte del peso de la producción recae sobre el trío de actores protagonistas, Craig Hall, como el capitán Ben Groan de los comandos , Matthew Sunderland como el coronel Klaus Meyer, de aquellos que flirtean con lo oculto y Gina Varela, encarnando al mal en estado puro… Todos ellos bordan unas interpretaciones intensas, plenas de matices, y que, aliadas con un sencillo pero efectivo guión, dirigen al espectador a través del laberinto de emociones y descenso a los infiernos.

Complementando estas sólidas bases, los aspectos técnicos de la película aderezan la calidad del producto. Una fotografía que en su juego de luces y, sobre todo, sombras, generan una atmósfera opresiva y sacan el máximo partido a las escasas localizaciones. El cuidado al detalle en la recreación histórica de los elementos de la dirección artística y sobre todo un equipo de maquillaje que dibuja en sangrientos tonos el crescendo del físico sufrimiento de los personajes a lo largo del metraje y que dota a las demoníacas apariciones de su protagonista femenina de la más cuidada seducción del lado oscuro fusionando horror con sensualidad.

Paul Campion, quien ya demostrara su buen hacer con el cortometraje Eel Girl (también presentado en la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián como la película que nos ocupa) se reafirma como un prometedor director, demuestra que con poco dinero y cuidando el detalle se puede construir buen cine y consigue aunar casquería, horror y relato serio sin perder credibilidad en el intento.
Una película pequeña de gran cine. Recomendable.

-Enoch-
RavenHeart
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9
23 de agosto de 2012
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
David Mackenzie dirige este original film, coproducido por Alemania, Dinamarca y Gran Bretaña, siguiendo el guión de Kim Fupz Aakeson. Una visión innovadora y emocional de un mundo postapocalíptico que sustituye efectos especiales por sentimientos.
Su planteamiento y la calidad final del producto le han reportado diversos reconocimientos por la industria, además de permitido participar en la 59 edición del Festival de Cine de San Sebastián, dentro de la sección de cine culinario y de cuyas proyecciones la audiencia salió con más que un buen sabor de boca.

“Perfect Sense” nos narra una extraña epidemia que provoca que la humanidad, en total sincronía, vaya perdiendo, una a una, sus capacidades sensoriales. La vista, el gusto, el oído… todo va desapareciendo, poniendo a prueba la capacidad de adaptación de cada hombre y mujer, en un mundo que cambia al ritmo mismo de la epidemia. En tal torbellino los dos personajes protagonistas entran en contacto. Él, Michael (un chef) y ella, Susan (Eva Green), una científica que investiga el virus en cuestión , están condenados a enamorarse en una época en la que todo es pérdida…

La cuidadosa elección de los prismas desde los que se narra la historia, por un lado la analítica y fría ciencia y por otro la ductilidad del restaurante donde Michael trabaja, que trata de adaptarse a un nuevo mundo cada vez que sus clientes pierden un sentido, tejen un hilo argumental aderezado con una historia de amor imposible en un mundo imposible donde lo factible no está fuera de lugar cuando la voluntad está más allá de lo físico y empírico.

El elenco protagonista, tanto McGregor como Green, así como la galería de secundarios (destacando a Stephen Dillane y Connie Nielsen, entre otros) están más que correctos y saben transmitir, al servicio del guión, el drama que viven en esta espiral de pérdida y llegar hasta la audiencia empatizando con su desgracia.

La película puede sentirse austera, puede sentirse sombría, pero los recursos elegidos para transmitir el camino a la nada son, además de sutiles, altamente efectivos, originales y atractivos, hipnóticos incluso convirtiendo ese apocalipsis no sólo en una experiencia sensorial para sus protagonistas, sino para todos aquellos que visitan su historia en las salas de cine.

Interesante por lo que cuenta, apasionante por cómo lo cuenta. Una pequeña gran joya del celuloide. Altamente recomendable.

-Enoch-
RavenHeart
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