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España España · valladolid
Críticas de Juan Mati
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
8
12 de noviembre de 2012
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
François Ozon, con esta película, aborda temas variados y complejos, enganchándonos a la película con una pequeña sonrisa en los primeros minutos, cuando Germain (Fabrice Luchini) en una situación un tanto cómica, en la que todos los profesores están prestando atención al director que explica las nuevas normas, mientras él sostiene un croissant y lo mira como buscando respuestas en su interior a lo que se está exponiendo. Con un detalle tan nimio como este nos damos cuenta de Germain, es un profesor cansado que lo único que quiere es que le dejen impartir su asignatura como él quiera, y no pensando si el bolígrafo rojo o el verde estresarán más o menos al alumno.

Cuando Germain lee el primer relato de Claude (Ernst Umhauer), se queda fascinado y se lo enseña a su mujer, Jeanne (Kristin Scott Thomas), la cual se convierte de inmediato en una observadora externa. Estos dos forman un matrimonio feliz aunque algo atípico, el es un apasionado de la literatura clásica y ella una defensora del arte contemporáneo, pero la diferencia nunca ha sido una fuente de conflicto, al contrario, el amor que sienten los dos por la cultura es como el hijo que nunca tuvieron y esto solo empieza a pasarles factura conforme se acerca el final de la película.

A todo esto, Claude sigue entregándole relatos a Germain sobre la familia a la que de alguna manera, le gustaría pertenecer. Se ha convertido en el mejor amigo del hijo y a partir de ahí observa de día e incluso de noche, como es la vida en esa familia. Un padre con un trabajo que no le satisface y que está obsesionado con China, una madre, Esther (Emmanuelle Seigner), que pese a sus sueños se ha convertido en un ama de casa aburrida y por supuesto Rapha, su amigo, un chico simplón al que solo parece interesarle el baloncesto.

Los textos que le entrega Claude a Germain son cada vez más frecuentes, y con los consejos que éste le ha dado para mejorar su forma de escribir, Claude da rienda suelta a su imaginación por lo que poco a poco, en la película, se nos va haciendo cada vez más difícil diferenciar que es real de lo que no, se nos va difuminando la línea que marca donde empieza y donde acaba la ficción del chico. La historia va contando nuestro protagonista, se ha convertido en una obsesión para ambos, Claude tiene el ardiente deseo de un muchacho de dieciséis años y en su afán por querer formar parte de la familia y escapar de su triste realidad, parece que se ha enamorado de la mujer, y Germain que tuvo sueños de escritor pero que nunca lo consiguió, escapa de su frustración mediante lo que le presenta Claude, en ocasiones incluso se le ve “participando” de la propia narración que éste va realizando, como una especie de voz de la conciencia.

Al final, la historia empieza a destruirlos a los dos, Claude ve que no puede pertenecer a esa familia, que se cierra ante su presencia, y Germain se ha cansado de toda la ficción, que se ha vuelvo demasiado obsesiva, llegando a tal punto que su estudiante ha entrado en su casa y llegado a entablar una cierta relación con su mujer.

La escena final de la película, es perfecta, Claude y Germain sentados en un banco frente a un edificio con muchas ventanas, cada ventana representando una nueva historia, un asesinato, una pareja de lesbianas, un matrimonio de ancianos que baila, etc. Un mundo con infinidad de opciones y de posibilidades que descubrir, si de nuevo, vuelven a entrar en la casa.

En definitiva, a película de François Ozon está conducida de forma perfecta, como el sultán de “Las mil y unas noches” que no podía decapitar a Scheherezade porque necesitaba conocer el final de la historia que ésta le contaba, tanto el público como los propios personajes, están siempre expectantes para ver que es lo siguiente que va a ocurrir. Germain y su mujer Jeanne, que aunque crítica al principio con Claude, tiene una actitud un tanto voyerista, están siempre ansiosos por conocer que es lo siguiente que éste hará cuando vaya a la casa. Y nosotros, el público, que contenemos el aliento cuando le vemos caminando a oscuras por el pasillo esperando que no le descubran, mientras ve a los padres haciendo el amor o discutiendo, nos convertimos también en unos “mirones” pues estamos ansiosos de “volver” a esa casa para ver como continua la historia.
Todo esto está sutilmente acompañado de una banda sonora sencilla pero muy efectiva, que genera tensión en los momentos precisos en que Claude observa sigiloso por el pasillo y nos relaja de nuevo, cuando vemos una vez más no ha sido descubierto. Además la fotografía es sencilla pero muy efectiva, no hacen falta grandes escenarios, solo un aula de la escuela, un despacho, la casa
de la familia, etc.

Sin duda alguna, “En la casa” es una grandísima película, que refleja de una manera sencilla pero contundente problemas cotidianos de la sociedad actual, una familia corriente con sus problemas, un chico que intenta escapar de la realidad, profesores hastiados de alumnos sin interés, y por supuesto, el afán de mucha gente por inmiscuirse en la vida de los demás, ya no es suficiente con mirar por la ventana, sino que deseamos entrar en la casa, y siempre hay una forma de hacerlo.
Juan Mati
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8
29 de enero de 2013
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Bestias del sur salvaje”, el primer largometraje de Benh Zeitlin, nos transmite desde los primeros instantes en que la pequeña Huspuppy (Quvenzhané Wallis) aparece en pantalla acercándose a los oídos pequeños animales para escuchar los diferentes latidos de sus corazones, una sensación de armonía y tranquilidad apenas descriptible.
Es así como comienza esta película, ganadora del premio a la mejor película y mejor fotografía en el festival de Sundance y nominada a cuatro Oscars, entre ellos mejor película y mejor actriz.
El director, desde un primer momento intenta transmitir la magia y la alegría de vivir en el pueblo, ficticio, de “La bañera”, donde la tristeza es algo casi inconcebible viendo como incluso celebran un desfile con música y bailes incluso para enterrar a una persona. Separados por un enorme dique de ese otro mundo teóricamente civilizado y que no comprenden pero con el que sin embargo se verán obligados a tratar.
La historia tiene como protagonista a la pequeña Huspuppy, una niña con una enorme imaginación y una energía que hace que sea casi una fuerza de la naturaleza en miniatura. El desencadenante de la película se produce con una gran tormenta que sepultará parte de la isla en la que viven y que les obligará a ella y a sus seres queridos a luchar por su supervivencia.
A partir de aquí aproximadamente podemos observar una división de dos corrientes en la trama, por una parte la más real de la vida de la protagonista, la relación con su padre, Wink (Dwight Henry), un hombre que representa la fuerza y la supervivencia del pueblo pero que tiene una extraña forma de ejercer las funciones que como padre se dan por supuestas, hay una escena padre e hija en la que comparten un vaso de no sabemos que bebida alcohólica, como si fuese una conversación entre dos personas adultas en un bar, pero que sin embargo se ve que todo lo que hace es por ayudar a su hija; la esperanza de la niña de que la madre vuelva algún día, lleva a todas partes una camiseta que simboliza su persona y mantiene diálogos con su voz invisible; la vida en permanente contacto con la naturaleza y los animales y la asistencia a la escuela, donde enseñan unos valores muy diferentes a los de cualquier otra escuela.
Y es en la escuela donde podemos encontrar la otra especie de trama de la película, una desarrollada por la profunda imaginación de la pequeña, donde los Uros, unos animales mitológicos que les han enseñado en la escuela que lo destruyen todo, están volviendo a la vida tras derretirse los casquetes polares.
Estas dos partes de la historia, avanzan paralelas y conforme la pequeña Huspuppy emprende ese viaje de ida y vuelta para procurar arreglar esas pequeñas piezas del mundo que cree haber roto y que les conducen al desastre, los Uros se acercan más y más a su destino. Al final, cuando la tormenta, ya no como fenómeno meteorológico desencadenante de conflictos, sino como los conflictos en sí mismos ha pasado, Huspuppy comprende, tal y como expresa la frase final de la película, que ella es una pequeña parte de un gran universo, y que así es como debe ser.

De los actores poco se puede decir salvo cosas buenas, Quvenzhané Wallis es una niña de apenas seis años que nunca antes había actuado y que a pesar de esto lleva sobre ella el peso de prácticamente toda la película y como en algunas escenas de la película en que saca los músculos, tiene una fuerza increíble. Y Dwight Henry, de profesión panadero y que tampoco había actuado antes encarna a la perfección su papel de protector y guía de Huspuppy.
La banda sonora, compuesta por el propio director y por Dan Romer, es igual de encomiable, pocas veces he disfrutado tanto escuchando la música de una película, en algunas cintas solamente tiene una función de ponernos en una situación determinada, sin embargo, en “Bestias del sur salvaje”, incluso la música tiene un papel protagonista, tanto que a veces no sabes si mirar la pantalla o cerrar los ojos y centrarte en escucharla. Y la fotografía, perteneciente a los paisajes de Luisiana, transmite a la perfección la paz y la tranquilidad que se respira en esos pequeños pueblos de pescadores en los que está inspirado “La Bañera”, o la división que puede existir entre dos mundos de culturas diferentes, es decir, hace que la cinta sea muy bella de ver, en el sentido más estricto de la palabra.

En definitiva, “Bestias del sur salvaje” lleva perfectamente el realismo mágico a la gran pantalla, Benh Zeitlin, con unos recursos muy escasos, ha conseguido realizar una película tanto para soñadores como para los mas realistas, para aquellos que creen que la naturaleza es algo que hay que conservar y para los de la posición contraria que se esfuerzan por destruirla, en conclusión, una unión perfecta entre dos mundos separados como en la película, por un dique de enorme proporciones.
Juan Mati
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