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Críticas de ESPILBERDO
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Críticas 65
Críticas ordenadas por utilidad
2
18 de noviembre de 2010
20 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Asistí a la sala entusiasmado y, lo que es peor, arrastrando a mi chico conmigo para ver lo que las críticas me habían reseñado como una frenética y entretenida peli. Y resultó ser un auténtico coñazo. Para que aquellos fans de Tony Scott (aquí ya he visto unos cuantos) no empiecen a despellajarme temprano, diré que dentro de ese grupo de directores bravucones del moderno Hollywood (véase Roland Emmerich, Michael Bay o Wolfang Petersen) no es el que más me desagrada. Ha hecho sus cosillas interesantes, algunas con gancho y cierta calidad, pero esta última es una mierda rodando a 80 km/h.

Para empezar, me revienta que se hagan los guays con esa fotografía a base de zooms con la que creen inventarse algo. Queda muy bonito pero está ya sobado de sobra. Luego comienzan a sobrevenir imparablemente los topicazos del cine de acción, aquellos que sólo resultan perdonables cuando la trama te entretiene, pero no es el caso. Desde hace mucho tiempo no veía una película más lineal, donde los únicos tres o cuatro golpes de efecto provocados a la fuerza resultan de lo más previsible. Los personajes no tiene ningún carisma: típico choque socio-racial-generacional entre veterano y novato con chiste sobre las hijas macizas incluido, muy rollo "Arma letal". Por más que miraba y miraba, no veía nada. Sucedía lo de siempre: el director de talento acomodado que tira de recurso fácil. Es una reinvención del cine de catástrofes a lo "Speed", sin el despliegue digital de obras como "2012" (lo cual también se agradece). Para colmo, encima de resultar tedioso, no te deja ni echar un sueñecito porque lo que es ruido y estrépito le sobra por un tubo. Pero casca pocas nueces.

Tony Scott nos presenta de nuevo al héroe americano en todo su esplendor: un tio de vida corriente, con sus problemillas familiares que alcanza la redención salvando los pellejos de unos miles. Con la aparición estelar de un marine recién llegado de Afganistán (¡válgame!) y un gordo inútil como el de "Parque Jurásico" que monta todo el pitote. Espero que algún día el hermano pequeño de Ridley se deje de jugar a los trenecitos y vuelva a colaborar con Tarantino. Pero me temo que ése es un vagón que no podrá volver a coger.
ESPILBERDO
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1
15 de abril de 2009
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
No comprendo la intención exacta de este experimento más allá de cabrear al personal y fomentar la piratería. Y es que "Dragonball Evolution" ha hecho más por el top manta que reig martí. Por eso es altamente denunciable a las autoridades competentes. Desde esta misma plataforma se han lanzado gritos apoyando un boicot hacia james wong y este pedo sideral que se ha tirado sobre la cultura oriental. Pues bien, yo lo subrayo: amigos amantes del buen cine, no gastéis un duro en esta bazofia y si queréis verla (por curiosidad o masoquismo) hacedlo como muchos hemos hecho: en el salón de nuestra casa y a ser posible en compañía de amantes del manga. Os reiréis más.

Con respecto al film nada en él encaja con el original de Toriyama. Es más, lo destroza de un modo indecente. Como si Zack Efron hubiese violado a Son Goku y se hubieran fusionado en este Justin Chatwin enfurruñado porque la onda vital sólo le sirve para encamar a Chichi y abrir las taquillas del instituto. Poco más: el guión tiene frases lapidarias y cómicas y no hay por dónde cogerlo (todo sucede demasiado deprisa, gracias a Dios), los actores están ridículos en un intento de parodia pueril y marcial (¿qué te han hecho, Chow?) y los efectos especiales son kitsch y antediluvianos.

En resumen, una cutre comedia. La decepción que provoca dobla con creces la expectación que genera.
ESPILBERDO
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10
3 de septiembre de 2009
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El inventor tiene todo el derecho del mundo a destruir su invención si, llegado el momento, le parece que ésta no ha encontrado la función (o el éxito) esperados. Y es lo que hace Von Trier con "Anticristo": se folla al manifiesto como le da la gana, y consuma una película de lo más comercial. Muy valiente, arriesgada, dura y pornográfica, pero que tiene una única intención: provocar, alterar, sorprender.. En definitiva: vender. Que funcione el boca a boca, que todo el mundo hable de ella desde todos los atriles y que la gente acuda a las salas a ver esta fascinante repugnancia como una nueva experiencia cinematográfica. Es la gran ironía del llamado cine dogma, o del cine independiente. Una vez engendrados, pierden su significado cuando una cantidad considerable de público, o un gran estudio, se interesan por ellos. De hecho, la palma otorgada a Charlotte Gainsbourg (muy merecida) no es más que otro vehículo para la propaganda de un film con el que (y esto es lo que me encanta) Von Trier se carga el dogma con un troncazo en sus mismísimos génesis.

Hace tiempo que una película tan lenta y espesa no me magnetiza tanto. Desde el lúcido prólogo donde se desencadena la locura hasta el circular epílogo donde encontramos la escandalosa explicación se desarrolla una sucesión de imágenes y sonidos envolventes y crueles. Paisajes oníricos envenenados y reflejos de una naturaleza corrupta por la maldad intrínseca en la creación. Una película que conduce lentamente hacia un desenlace desquiciado y pleno de significado. Secuencias que te transmiten un auténtico mal rollo ("reina el caosss"), te escupen la certeza de que algo horrible está pasando, y que el trastorno que contemplas amenaza con contagiarte.

En cuanto a la polémica (y supuestamente misógina) esencia del film, pienso que Von Trier no arremete contra el género femenino, sino más bien contra la imposición católica sobre el sentido de la vida. Convierte la fábula del Génesis bíblico en un cuento de terror sobre la perversa naturaleza humana, imposible de evitar. Y representada en la figura de la madre no como mujer, sino como creadora de vida. Como Dios. Y también nos avisa de que el único demonio que existe en nuestro interior y que tiene el poder de poseernos en el instante más inesperado es la locura. Y asimiliar la certeza de este hecho provoca un terror indescriptible en las mentes arrogantes de aquellos que (como hace Dafoe en la película) presumen de sensatez.
ESPILBERDO
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7
4 de noviembre de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No voy a dedicarme a hacerte perder el tiempo desglosando una cronología del mito vampírico en el cine, como han hecho muchos usuarios ya, pero sí diré que es cierto que desde aquel Nosferatu mudo el subgénero ha ido decayendo en el retrato cada vez más pijo y hedonista de unos seres amaneradamente imbéciles. Y he aquí que tenían que llegar los suecos para reinventar todo esto justo al mismo nivel que el cine negro. "Déjame entrar" supuso la misma revolución para el cine vampírico que "The host" para el de monstruos. Una mirada más íntima, cotidiana y suburbial de un fenómeno que por fin afectaba a una actual comunidad de vecinos de clase media y no a los aldeanos en las proximidades de un castillo en el siglo XIX.

Es inevitable comparar las dos versiones (en cierta forma para eso se hacen), y diré que esta última no supera a la sueca pero es mucho más explícita y por tanto menos encantadora. Se han esmerado en retratar a un ser más dinámico y feroz y menos sensitivo y tiene gracia ese inicio de flashforward y el uso de algunos litros más de sangre. Lo que no perdono es la modificación infame de un final que era pura poesía y que Reeves ha tornado en cutre y charcutero.

Pero dentro de lo que cabe es una buena revisión: los espectadores poco exigentes y reacios a las rarezas europeas la encontrarán más entretenida y entenderán mejor su historia de amor prepúber. Y se asustarán más seguramente, aunque no les provocará ese miedo a caminar por un parque en una de estas noches frías que se avecinan ni esa extraña aversión hacia los niños descalzos. Sensaciones que sí dejaba impresas la versión original.
ESPILBERDO
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5
2 de agosto de 2009
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las historias de venganza es lo que tienen: consiguen la aprobación del público cuanto más atroz es el acto que la provoca. Y visto desde esa perspectiva pasivo-refleja que siempre aporta el cine los más sádicos y bestias pueden llegar a parecernos héroes. El remake de Dennis Iliadis explora la capacidad del ser humano de convertirse en asesino en situaciones de extrema tensión emocional. Algo que ya nos habían ofrecido la mayoría de clásicos del terror. Pero la aportación del director griego es muy correcta y, además, le sirve para empezar a hacer carrera en Hollywood.

Lo primero que se le agradece es que no use los fáciles sustos a golpe de banda sonora de esas producciones a lo "Scream" de las que ya estábamos cansados. De hecho, el mayor miedo que te da la película es que desde el principio notas que todo está muy bien colocadito, muy ordenado. Y más que una de terror te sorprendes saboreando lo que pinta como una del mejor suspense. Empiezan a sucederse escenas de una intimidad sobrecogedora (la primera vez que vemos a la chica nadando en la piscina, por ejemplo) y de repente nada de lo que esperabas que fuera a resultar típico de esas pelis que has visto veinte veces ocurre. Eso es lo verdaderamente fabuloso: Iliadis nos engaña. Justo cuando crees que sabes todo lo que va a pasar a continuación deja tus expectativas en bragas.

Sin embargo... ¡oh, decepción! Porque en la segunda mitad de la película (precisamente a partir de esa escena sobrecogedora a seis bandas que presenciamos en mitad del bosque) todo se va desinflando en aras de clichés propios del melodrama de antena 3 de las cuatro de la tarde. Y al final empieza incluso a atufar a cierta apología del capitalismo ("Cariño, no encuentro las llaves de la motora de recreo, ésa que necesitamos para escapar de los asesinos que, sin saber, fíjate, hemos alojado en nuestra súper "osea" casita de invitados). Esto, añadido a la brutalidad sanguinolenta de esas ligeras discrepancias que siempre brotan entre víctima y psicópata acaban restándole credibilidad.

Pero véanla: no lo lamentarán. Y siempre acaba uno aprendiendo cosas: por ejemplo, cómo utilizar un microondas para combatir el estrés.
ESPILBERDO
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