Tierna, entrañable, sincera, directa, humana, desgarradora e intensa. Two Lovers ha conseguido que me sintiera tan a gusto e implicado viéndola, que olvidé estar en una sala de cine. Como quien escucha con emoción a un buen amigo, contándole algo muy sentido, muy vivido.

Los ingredientes, a partir de los que se ha construido esta obra, se encuentran en la más pura cotidianidad. En esta película no hay estridencias, sus personajes son gente corriente que, como cualquiera de nosotros, vive sus problemas con pasión e intensidad. Nada más. Pero ahí, precisamente, radica la magia y la belleza de esta historia, James Gray nos emociona porque, contándonos, con inusitada honestidad y precisión, lo que ocurre detrás de la puerta del vecino, está hablando, en realidad, de nosotros. Y esto, amigos, aun sabiendo que a veces puede doler, es maravilloso.

La interpretación de todo el elenco de actores es impecable. Además de una guapísima Gwyneth Paltrow, mención especial merece la escena en que Leonard (Joaquin Phoenix) y su madre (Isabella Rosellini) cruzan sus miradas, al regresar éste, a la fiesta de fin de año. Una delicia.

Una cinta que hará las delicias de quién guste de "pequeñas" historias bien contadas. Una película que, como sólo los grades directores consiguen, demuestra que con la fuerza de una buena narración por "pequeña" que sea una historia, puede convertirse en algo grande.

Tan real, tan cruda y tan emotiva que no me atrevo a decir ese "como la vida misma". Y esto es para mi, lo maravilloso de cine consiste en la posibilidad de vivir historias ajenas que, aun siendo imposibles bajo el prima de nuestra cotidianidad, si que las vives de una forma absolutamente "real". Precous te agarra por el pecho y no te suelta hasta la última escena.
Es un drama, ambientado en el Harlem más oscuro y marginal. Interpretado magistralmente por un elenco de actores que consiguen que esta película tenga una textura casi carnal, casi se podría tocar. Mención especial, (aparte de, por supuesto, Gabourey Sidibe: la protagonista) merece el personaje de la madre, sobretodo en la escena final. Todavía estoy temblando.
Gracias Lee Daniels. Queremos más!

Hay películas en las que el narrador, gracias a un tono espontaneo y directo, nos seduce. Lo hace “sólo” utilizando un discurso fluido y honesto que, incluso al margen de las bonanzas o carencias de la historia, consigue cautivarnos.

Pienso que, para que esto ocurra, hay tener algo dentro y, además, saber expresarlo. Cuando se da esta circunstancia (por desgracia, pocas veces), surge la conexión entre el espectador y el narrador. En gran medida, ahí radica la grandeza y la dificultad, no sólo del cine, sino del arte en general.

Judith Colell, demuestra tener mucho dentro para contar y, haciendo gala de una soberbia sensibilidad expresiva, en 53 Días de Invierno, mediante tres bonitas, aunque dolorosas, historias, que fluyen con espontaneidad y de forma paralela, consigue cautivar, emocionar e incluso provocar la reflexión del espectador.

Sin duda, para el que suscribe, una buena película

El resultado de esta película, sin quererlo, les ha quedado como su título, es decir, como un pan: es redonda, es dura por fuera y es tierna por dentro. A Villaronga, que es el panadero, le ha salido una masa exquisita. Claro, que se ha sabido hacer con los mejores ingredientes y es evidente que los ha horneado con cariño, delicadeza y sabiduría: un magnífico guión adaptado a la novela de Emili Teixidor; un elenco de actores capaces de dar luz y color a sus personajes; una ambientación de la posguerra que hará las delicias de los amantes de los detalles y, sobretodo, un tono narrador que rezuma sensibilidad e inteligencia.

El director, con honestidad y coherencia, aborda el guión de "Pa negre", fiel a su discurso y obsesiones de siempre : la niñez, la homosexualidad y los matices más oscuros de nuestra naturaleza. Lo hará narrando un thriller rural, ambientado en una época muy dura y difícil de nuestra historia reciente. Abordando y mostrándonos la posguerra española de una forma novedosa y valiente.

El personaje central de la historia es Andreu (por cierto, ¡Qué ojos!), un niño que, por desgracia, irá descubriendo, a medida que avanza la historia, que nada es lo que parece. De la mano del chaval, veremos cómo el poder, la guerra y la mezquindad humana son capaces de corromper los ideales más nobles. Su bella amiga Nuría, así como esos bellos "ángeles enfermizos" serán los encargados de enriquecer la trama, aportando sensualidad y ternura.