Extraño que, a día de hoy, una película protagonizada por Natalie Wood y Robert Redford y del director de “Matar a un ruiseñor” lleve tan pocos votos y ninguna crítica.

La película cuenta la historia de una adolescente con muy buena voz que es captada como fenómeno de masas y empieza a ser la protagonista de películas y musicales.

Relata cómo puede encajar una chica, salida más bien de la pobreza, el codearse con actores famosos, lujos, la presión de actuar, de grabar las canciones, los engaños y esa sed de poder y de dinero tan propia de las grandes productoras y sus dueños. Esa obsesión por el dinero y el éxito, preocupándose muy poco por quienes les permiten ganarlo y que tantas veces vimos reflejadas en algunas películas.

No es ninguna obra maestra, pero se puede ver, en parte a la buena actuación de Natalie Wood, que es lo que más vale la pena. La fotografía y colorido, sobre todo de algunos escenarios en las actuaciones que ella hace, también están muy bien.

Nos encontramos ante una obra que refleja el poder que tienen ciertos sectores gubernamentales, políticos o sociales a la hora de afrentar un problema de salud pública, y cómo ponen más peso en la balanza de sus intereses personales, tirando de demagogia y de meter el miedo a la gente, antes que intentar solucionar el problema.
Por desgracia, pese a estar basada en el siglo XIX, su mensaje es perfectamente aplicable a los tiempos actuales. Y también los personajes, muy parecidos a los que nos podemos encontrar hoy día en la política.

Es la primera vez que veo este teatro televisivo que TVE hacía en su momento. Es curioso, aunque en algún momento, al estar tan acostumbrado a ver películas, rechina un poco esa entonación tan característica del teatro en los diálogos, así como alguna pequeña sobreactuación propia de las representaciones.
Pero vaya, los actores están perfectos y cumplen de manera más que solvente su papel.

Interesante.

Pues aquí nos encontramos básicamente con una entrevista a este carismático y gran director, en la que se abordan diferentes cuestiones: la juventud de Wilder, sus inicios como guionista, posteriormente como director, anécdotas de algunas películas...

Hay hueco para todo, con las típicas respuestas sarcásticas, irónicas y con mucho sentido del humor a las preguntas más o menos típicas del entrevistador.
La entrevista se desarrolla en ambientes relajados, en su despacho con él paseando de un lado a otro de la habitación mientras habla, o tumbado en la tumbona mientras se fuma un puro. En ningún momento se le ve incómodo, al contrario, se le ve entretenido y con ganas.
También hay sitio para las anécdotas de rodaje con Marilyn Monroe y sus dificultades para rodar una simple escena, o lo mal que le cayó Charles Boyer en la etapa de Wilder como guionista... pasando por comentarios de Mattau y Lemon sobre su amistad y su personalidad.

Muy amena, divertida y fácil de ver.

Qué mejor manera de cerrar, por así decirlo, ese gran documental dividido en tres partes que es La Batalla de Chile que de esta forma.

Aquí el autor de dicho documental vuelve con copias del mismo, que todavía en el 97 las editoras rechazaban poner en Chile, y se las enseña a chicos jóvenes y también a contemporáneos de la época del documental y que nunca tuvieron la oportunidad de haberlo visto (obviamente, estando la dictadura).
Las reacciones no tienen precio, todo son emociones, tristeza y el sabor amargo de darse cuenta de que la historia que les contaron, sobre todo a los jóvenes, en escuelas y medios no es lo que realmente sucedió. Los mayores que sí vivieron esa época, la recuerdan aún con más dolor, por el hecho de ver cómo el fascismo y los yankis destrozaron una democracia socialista como era la de Allende.

También visita el palacio de la Moneda y habla con antiguos guardaspaldas de Allende, con profesores o personas que salieron en el documental. También hay tiempo para hablar con la viuda de Allende, o con el tío del director, que fue el que sacó del país los rollos del documental para así poder salvarlos una vez que estalló el golpe de Estado.
O cuenta la historia del cámara del documental, que fue desaparecido un año después del golpe.

Deja en evidencia también la reticencia del país a recordar, el miedo al recuerdo y a no querer remover tiempos pasados. Con bastantes paralelismos con España en muchos aspectos. Y el cómo la historia puede cambiar mucho dependiendo de si te dan la versión oficial o no.

En definitiva, un documental ameno, emocionante y muy recomendable, sobre todo si se vio La Batalla de Chile. Una pena que a día de hoy sólo se encuentre en Youtube y a una calidad tanto de audio como de sonido bastante pésima, sacada de una grabación de la televisión.

Entretenida y bonita película sobre una población de la estapa kazaja donde se vive a base de recoger chatarra espacial que cae de los lanzamientos de la muy cercana estación espacial, y también de los propios lugareños trabajadores en dicha estación.

Nuestro protagonista se encuentra a una turista espacial que se cayó con la cápsula debido a fallos de funcionamiento, y establece, con ella y con su amnesia, una curiosa relación.

Es amena, tiene una fotografía bonita y se deja ver muy fácilmente.

Recomendable.