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Críticas de Toribio Tarifa
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Críticas 95
Críticas ordenadas por utilidad
7
16 de enero de 2013
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Ahora y siempre” , aunque de factura norteamericana, podría formar parte de aquella subcategoría que el cine italiano de la época fascista denominó “de teléfono blanco” y que pretendía definir un estilo de comedia edulcorada que se desarrollaba en escenarios sofisticados. "Ahora y siempre" es una película de entreguerras – estamos en 1934 – y en esos años se trataba de aliviar lo pasado, despejar la angustia del presente y alejar los nubarrones cada día más oscuros del futuro. Es, pues, pura convencionalidad: elegancia, distinción, belleza y felicidad a raudales. Por si esto fuera poco, cuenta con dos protagonistas de excepción: Gary Cooper y Carole Lombard. Él en el papel de un ladrón de guante blanco, que no se quita el esmoquin ni para ducharse, y ella, lo mismo con el satén. Viajes, fiestas, banquetes... y cubierta arriba, cubierta abajo, de proa a popa, a través del Atlántico cuando de desplazarse a Europa se trata. Pero, claro, esto tiene un coste, y por lo que se ve un coste muy alto, que el guionista da por sentado que se sufragará a base de “escroqueries”, timo va, estafa viene, aunque el espectador pueda dudar razonablemente de que con ello se justifique en un libro de cuentas los gastos que sí vemos y contabilizamos. ¿Qué le vamos a hacer?, no siempre los dictados del realismo determinan los hechos en el mundo del arte y la creación.

A esta pareja Cooper-Lombard se le suma un personaje de excepción, Shirley Temple, una Shirley Temple de seis años deliciosa. Actúa, canta y baila de forma magistral y con tal encanto que se apodera de la pantalla y del corazón del espectador sin que a éste le importe un bledo este robo cinematográfico.

Vista su actuación, uno llega a la conclusión de que estas estrellas infantiles debieran tener un plazo de caducidad parecido al de los grandes deportistas, es decir, que llegado un momento, salvo excepciones muy contadas, debieran retirarse de la escena para dedicarse a otros menesteres. ¿Quién no se enternece viendo la actuación de Pablito Calvo en “Marcelino pan y vino” o “Mi tío Jacinto”, o de Jaime Blanch, en “Jeromín”, y quién no recuerda con añoranza esa ternura despertada y la echa en falta viendo actuaciones de esos actores treinta o cuarenta años después convertidos en simples actores de relleno, en el mejor de los casos. Por regla general, salvo contadas excepciones, los intérpretes que empezaron muy jóvenes a actuar y alcanzaron una madurez estelar no solían recibir el calificativo de niños prodigios; no creo que lo fueran una Elizabeth Taylor ni una Ana Belén, por poner dos ejemplos.

Pues eso, que la película, pese a todos los pesares, vale la pena seguirla, aunque sólo sea por ella, por la niñita Shirley Temple (esto no quita que uno suponga con un cierto fundamento que fuera del campo escénico debería de ser un personajillo insoportable).
Toribio Tarifa
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8
14 de noviembre de 2011
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica película de René Clément, un director injustamente barrido por la llegada de la "Nouvelle vague", que condenó al cine de la época a escindirse entre un supuesto buen cine, que llegaba con los integrantes de este movimiento, y el mal cine, realizado éste naturalmente por los directores que no formaban parte de él, es decir, cineastas que contaban ya con algunos años de profesión a sus espaldas; nada nuevo bajo el sol. De todos modos, la historia suele volver, pasado un tiempo, sobre estas precipitadas dicotomías para poner las cosas en su sitio, una vez remansadas las aguas de los movimientos artísticos, y tal vez habría llegado el momento de reconocer los méritos de todos estos directores, Clément, Autant-Lara, Delannoy, etc. quienes, nacidos a principios del siglo XX, tuvieron que ver como la ola de la "Nouvelle vague", y valga la redundancia, les pasaba irremediablemente por encima.
"Gervaise" es una estupenda película, con una deliciosa Maria Schell -¿quién no la recuerda en la viscontiniana "Noches blancas" o en los Karamazov de Brooks? - en el papel protagonista, y acompañada de gente de talento, de magníficos actores del cine francés de la época, desde François Périer, Armand Mestral, Suzy Delair,hasta Mathilde Casadesus, etc. Basada en la novela de Zola "La taberna" ("L'assomoir"), "Gervaise" es un ejemplo de cine naturalista de gran calidad, que nos narra, a través de la vida de una lavandera y planchadora de la época, durante el II Imperio, las características de la vida parisina de la clase obrera y menestral. Un fresco que Clément traza con mano maestra, desde los escenarios naturales al vestuario y las costumbres. Hay momentos apoteósicos en la película, como la larga pelea que tiene lugar en el lavadero público entre Gervaise y Virginie y que se convierta en cierta manera en motor de todo lo que después se nos cuenta: esas pasiones traen cola y el film podría verse como la venganza de la que resulta derrotada en el combate. Otro episodio espléndido tiene lugar durante una comida de celebración en la que se da rienda suelta a la pasión, en este caso erótica, mediante el intercambio de miradas que se apoyan en el modo en que los protagonistas del momento comen una pieza de ganso asado, los dientes desgarrando la carne, las manos y la boca y las mejillas untadas de grasa...
Toribio Tarifa
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7
28 de abril de 2013
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tal vez habría que empezar confesando que en su momento uno hizo la Primera Comunión vestido de marinerito. Esta confesión otorga a quien la hace el privilegio de una perspectiva de la que carecerán quienes tengan menos años.
Sé de tres películas que giran en torno al traje que el niño o la niña, pues de todo hay, ha de llevar en un día así: “Prima Comunione”, de Alessandro Blasetti - que aquí se tradujo por el absurdo título de “Una hora en su vida”; “Lloviendo piedras”, de Ken Loach, y ésta, “Un traje blanco”, de Rafael Gil. Ninguna de las tres se centra en el hecho religioso en sí, sino todas ellas en el vestido que debe llevar el comulgante. No estamos por tanto ante películas que pudieran englobarse bajo el epígrafe de cine religioso.
La historia se desarrolla de la siguiente manera: A Marcos, hijo de un obrero viudo que trabaja en una fundición y el pequeño de tres hermanos, le llega la edad de hacer la Primera Comunión. Su hermana Rosa, que ejerce el papel de la madre ausente, se ocupa de confeccionarle un modesto trajecito. Lamentablemente Marcos ha sido testigo de la ceremonia de la Comunión de su amigo Polonio, quien, por diversas circunstancias, ha recibido en préstamo un traje blanco con charreteras, cordones dorados y toda suerte de perifollos. Cuando Marcos compara el traje que deberá llevar con el que ha llevado su amigo, no quiere ser menos y trata por todos los medios de eludir el compromiso religioso como no se lleve a cabo vistiendo el traje blanco soñado.
La película descansa en la estupenda actuación de los dos niños, Miguel Gil y Miguel Ángel Rodríguez, y cuenta con una excelente dirección de Rafael Gil. No es evidentemente una película para pasar a la historia, pero sí un muy digno ejemplo del mejor cine que se hizo en aquellos años. Rodada en el precioso pueblo de Sepúlveda (Segovia) tenemos la oportunidad de ver cómo era el pueblo en los años 50 y no está de más buscar entre las imágenes que nos ofrece Google vistas del pueblo en la actualidad para ver cuánto y cómo ha cambiado.
Toribio Tarifa
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6
13 de abril de 2011
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El género "Western" da para mucho. Ignoro si alguien se ha tomado la molestia de investigar seriamente los subgéneros a que da lugar: temas como el de la lucha con los indios, los vaqueros y cuanto tiene que ver con el ganado, la Guerra de Secesión... y cada uno de ellos se subdivide además en múltiples subtemas. Por ejemplo, dentro del de vaqueros y ganado, pueden mencionarse la lucha con los ovejeros, con los agricultores, con el tendido de cercas con alambre de espino, etc., etc.
"Cara a la muerte" inaugura, al menos para mí, un escenario nuevo; si siempre habíamos cabalgado por inmensos espacios abiertos, ahora la Caballería de la Unión (otro subtema interesantísimo) deja de lado los caballos para ocupar plaza en tres botes que deben descender por un lugar tan problemático como el Gran Cañón del Colorado como única posibilidad de salir con vida del acoso impío de una coalición de tribus indias. Dana Andrews le da un cierto tono estelar a una película que cuenta con excelentes secundarios y la presencia de Piper Laurie, bastantes años antes de que se convirtiera en la malísima Catherine Martell de la serie "Twin Peaks".
Toribio Tarifa
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5
10 de enero de 2017
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Convencional western que trata de seguir la senda trazada seis años antes por Fred Zinnemann en "Solo ante el peligro", aunque con menos fortuna e intención. El juez Jim Scott, interpretado por ese gran actor que era Fred MacMurray, aquí ya tratando de mantener el tipo como galán cuando había cumplido el medio siglo, debe tomar una decisión que puede enfrentarle no solamente a una banda de malhechores, sino incluso a la totalidad del pueblo, temeroso de su venganza; es decir, un hombre solo frente a los malvados y a su propia comunidad. Las complicaciones sentimentales no podían faltar, y su novia, la bella Joan Weldon (cuyo airoso cuello conviene destacar) parece tontear más de lo conveniente con el joven y atractivo sheriff (John Ericson). En fin, todo se desarrolla como es preceptivo, sin aburrir en ningún momento, aunque sin aportar tampoco nada nuevo ni de especial interés.
Toribio Tarifa
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