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España España · Sevilla
Críticas de Mario
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Críticas 38
Críticas ordenadas por utilidad
7
18 de junio de 2009
19 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
He visto en un plazo de pocos días dos películas muy interesantes sobre el tema de la enseñanza. Una ha sido "If..." que ganó la Palma de Oro en Cannes el año 1969; la otra "La clase" que ganó el mismo premio el año 2008.
En "If..." hay una dura crítica contra los métodos disciplinarios, la crueldad y el maltrato de los alumnos por parte de profesores autoritarios y en general de la sociedad inglesa anclada en el conservadurismo.
Por el contrario en "La clase" el problema es de signo inverso. Los alumnos multiétnicos de un instituto situado en una barriada conflictiva de París someten a los profesores a una verdadera tortura en el interior del aula, pese a la buena voluntad que desarrollan para intentar educarlos, más que enseñarlos. Hoy se entiende que esto es progresismo.
Creo que las dos películas se podrían proyectar a los alumnos de los centrso escolares españoles de hoy en día. El péndulo ha dado una oscilación hacia el otro extremo y se ha pasado en ellos de "If..." a "Entre les murs", título bastante significativo de la película francesa. En un extremo del péndulo el autoritarismo despiadado, en el otro el progresismo demagógico. La sociedad no puede soportar esos vaivenes tan acusados de la ensenñanza en un período de sólo cuarenta años. De salir los alumnos llorando de las clases se ha pasado a que salgan los profesores. Pero a la clase política no le interesa solucionarlo, es mejor tener borregos disciplinados o analfabetos que jóvenes preparados.
Mario
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6
2 de junio de 2009
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gutiérrez Aragón es un director de cine irregular. Ninguna de sus películas llega a conseguir un notable, tal vez ésta, que ganó la Concha de Oro en San Sebastián, sea la mejor. La historia que cuenta tiene mucha semejanza con la de la famosa Mayte, dueña de un influyente restaurante en Madrid, que llegó a crear unos premios anuales a las Artes y a la Tauromaquia en 1960, que hoy todavía se otorgan. Una joven asturiana llega al Madrid de la postguerra en busca de trabajo. Primero consigue, por influencia del dueño de la casa donde trabaja de ama de cría, un puesto en el mercado y más tarde alquila un viejo restaurante que en pocos años se convierte en un lugar de clientes importantes, políticos y artistas. La primera parte de la historia es más interesante, luego cuando se espera que suba de tono, se apaga. El paisaje asturiano, la música de Milladoiro, la abuela que posee poderes adivinatorios, el marido afilador, la mantequilla de las vacas... El medio rural supera al urbano. Buenos actores destacando Francisco Merino, que me recuerda mucho a Peridis. Fernando Fernán Gómez, un tanto acelerado, y Angela Molina -que ganó el premio a la mejor actriz en San Sebastián ese año, 1986- muy elegante y eficaz. Sólo un pero a su actuación: cuando grita su voz melosa y agradable se torna un tanto desagradable, hosca y desaborida. En resumen una película que va de más a menos y que llega a aburrir en los momentos en que debería haber logrado mayor altura.
Mario
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8
13 de agosto de 2009
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Louis Malle (1932- 1995), director de cine francés, nunca perteneció a la nouvelle vague pese a ser coetáneo de sus componentes, siempre siguió un camino independiente. En 1971 rodó El soplo en el corazón, una película que provocó una gran polémica al tratar de la relación incestuosa entre una madre y un hijo. Tres años después con Lacombe Lucien volvió a crear una gran controversia, esta vez al tratar el tema del colaboracionismo. La prensa y la crítica lo acusaron de traidor y de desleal con la resistencia. Malle acosado, decidió emigrar a EEUU. Este viaje y su relación sentimental con la actriz Susan Sarandon dieron como resultado una de sus mejores películas: Atlantic City. Desde la escena inicial, en la que Sally, observada por su vecino Lou, parte limones redondos y los va restregando por sus brazos, cuello y pechos con una sensualidad incitante, la película se adueña del espectador. Lo lleva por el parqué del paseo marítimo de Atlantic city, por los anticuados casinos de juego, por las viviendas de bloques humildes y deteriorados, por los derribos y las obras… Y en esos escenarios se desarrolla una historia de anhelos, de codicia, de amores imposibles y de taimada violencia. Sally sueña con ser croupier en el casino de Mónaco, estudia francés y recibe clases de un maestro de mesas de juego. Lou, de repente, se encuentra con un regalo involuntario y envenenado. Por fin se va a convertir en un gánster famoso. Cine que marca al espectador, que le deja huella, que siempre querrá volver a ver. Bravo por Malle. Norma de Bellini y varias canciones de Paul Anka constituyen la banda sonora.
Mario
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7
25 de julio de 2009
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conocí el cine de Tourneur, en concreto La mujer pantera y Yo anduve con un Zombie de una forma curiosa y sugestiva. Fue leyendo la novela del argentino Manuel Puig El beso de la mujer araña. En ella se cuenta la historia de dos presos recluidos en una cárcel bonaerense. Uno es Molina un homosexual acusado de corrupción de menores, y el otro Valentín activista político revolucionario. Ambos comparten celda y Molina, buscando un medio para distraer las horas que discurren lentamente, le cuenta a Valentín, con una gran imaginación y con todo clase de detalles, las películas que él ha visto. Lo hace con tal brillantez, que el lector de la novela cree al término de la misma que ha estado en el cine en lugar de oyendo el relato de Molina. Retorno al pasado es otra película de Jacques Tourner que Molina hubiera contado de maravilla. Se presta a ello porque tiene un brillante guión, unos diálogos redondos y un ambiente de cine negro muy cuidado. Hay buenos que no son buenos, malos recuperables y malos perversos, como la protagonista. Y mucha atención al chico mudo que abre y cierra la película. Son las escenas claves de la misma. El sí que formula al final asintiendo con la cabeza, es un sí griego, significa no. Porque los griegos, al contrario que nosotros, mueven verticalmente la cabeza para negar algo.
Mario
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8
31 de agosto de 2009
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Willian Wyler, nació en 1902 en el seno de una familia judía en la Alsacia francesa, por entonces perteneciente al imperio alemán. A los 21 años se nacionalizó en EEUU, donde realizó la mayor parte de su carrera. Autor de un montón de obras maestras entre las que destacan Desengaño, Brigada 21, Vacaciones en Roma, La gran prueba, Horizontes de grandeza y Ben-Hur por la que recibió en 1959 todos los Oscar (11), hecho insólito que, años más tarde, lograrían también Titanic (1997) y El señor de los Anillos (2003).
El coleccionista es una película muy distinta al resto de las de Wyler. Lleva el sello inglés. La huella de la ciudad. Como le pasa a las películas que ha rodado recientemente en Londres Woody Allen. Se trata de un drama psicológico, el rapto de una joven por un desequilibrado, tímido e introvertido empleado de banca. (Hechos reales similares se han producido en varias ocasiones en fechas muy recientes.)
Terence Stamp da muy bien la imagen del protagonista, entomólogo y coleccionista de mariposas, cuyos gestos, miradas y movimientos recuerdan a un autista. Un premio grande en las quinielas le permite comprar un caserón en las afueras de Londres, reformarlo y convertirlo en un lugar idóneo para coleccionar también chicas de las que se enamora a distancia. La película cuenta la historia del primer secuestro, su desarrollo y su final. Muy bien también Samantha Eggar, la estudiante de arte secuestrada.
Aunque apenas hay escenas de exteriores, salvo al comienzo cuando la chica es seguida por la furgoneta que conduce él, la película resuelve muy bien el ambiente teatral creado alrededor de los dos protagonistas encerrados en la casa. Es raro que no se haya hecho, al menos lo desconozco, una versión para el teatro. Vista cuarenta y cuatro años después de su estreno el film no ha perdido interés ni frescura. Hay que volver a verla, o hacerlo por primera vez. No se arrepentirán. El maestro Wyler sigue en forma. Y eso que nos dejó en 1981.
Mario
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