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Corea del Norte Corea del Norte · ¿Que la de arriba era la mala?
Críticas de Snuff
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Críticas 56
Críticas ordenadas por utilidad
7
7 de septiembre de 2009
40 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un avión se estrella y el grupo de niños que viajaba en él acaba en una isla desierta.

Se trata, más o menos, de cine-ensayo, el tema de la supervivencia tiene escaso interés, no es cine de aventuras, al menos al uso. El interés de la cinta recáe en los problemas morales a los que se enfrentan los niños. ¿Cómo se comportarán en ausencia de adultos y civilización?

Mi problema con esta película es el mismo que con el libro, de William Golding: desaprovechado. Es un tema muy interesante el de “el buen salvaje”, pero me parece que no se trata lo suficiente. Es lo que sucede en la primera parte de la película, quizá se deambula en exceso. Pero por suerte en la segunda parte comienza la acción, los niños se desmadran y los frágiles ¿pilares? en los que se asentaba la moral de estos críos se desmoronan.

Un problema que hay con la película, que quedará en mera anécdota, es el de los protagonistas. Ralph, el protagonista Rosseauiano (bueno por naturaleza) tiene el aspecto del Jack Hobbesiano (tiende al mal por naturaleza) y viceversa. O así creo recordar que los describían en el libro.

La fábula se resuelve con más soltura y rapidez que en el libro, lo que se agradece. Me atrevería a decir que hasta se profundiza más en el dilema. Piggy (Porky en español), el gordito buen chico que pretende poner normas, resulta evidentemente adepto a éstas sólo porque es débil y sabe que en caso de destrucción del protocolo, lo único que le mantiene vivo, está acabado. Ralph, por el contrario, parece tender al bien por naturaleza, quizá su sentimiento de la civilización está más arraigado. Surge entonces el líder del bando malo, más bien salvaje: Jack. Jack se mea en las normas, a duras penas podía respetarlas en la civilización y sólo por miedo a la represalia ¿Quién va a castigar ahora? ¿Ralph, un igual? Los adultos no están, se trata de un Dios ausente.

La película tiene planos muy bellos de niños semidesnudos corriendo por la playa, para qué lo vamos a negar. La música se pasa de grandilocuente en algunas ocasiones, pero está acertada. El uso de planos fijos para revelar cambio y a la vez estatismo es, también, un punto a favor. Estoy hablando de ese plano del árbol, fuerte y sano a la llegada a la isla, quemado y destruído al poco de llegar la civilización a ella.

La única pega que le encuentro respecto al libro es el escaso trato que se le da al tercer factor (más allá de civilizado y salvaje): Simon, el ajeno, el indiferente, el que va aparte… y es probablemente uno de los temas más interesante de la película.

No verla en busca de cine de aventuras. Tampoco es exactamente cine-ensayo. Terrible término medio.

“Hemos hecho todo tal y como lo habrían hecho los mayores… ¿qué es lo que ha fallado?”

He criticado una película estadounidense. Creo que me he vendido al sistema.

Nota: 7/10. Una buena condensación del libro, exponiendo con acierto todos los temas que en éste se tratan.
Snuff
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3
25 de abril de 2013
53 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mirad, ni me apetece mirar los nombres de los actores ni del director ni nada. Ésta será una crítica vaga pero, ante todo, honesta.

La prota huye de su pasado frenéticamente al comienzo de la película, la vemos correr por una estación de autobús mientras le persigue la policía. Me siento afortunado: me he equivocado de película y he entrado a ver un intenso thriller hollywoodiense.

Pero no, porque pasada esta persecución la protagonista llega a un pueblacho de mala muerte. Donde un viudo ridículamente guapo lleva una tienda. Tiene dos niños: por supuesto que son monísimos (una niña pequeña encantadora y un niño algo más mayor en una etapa difícil) y por supuesto que uno de ellos acepta los nuevos ligoteos de su viejo y el otro no.

No me adelanto, primero queremos ver a gente bochornosamente guapa ligando como si fueran doceañeros y no depredadores sexuales. La protagonista, que huye de su pasado (cuánto daño ha hecho Kate de Perdidos) debe tomar la dura decisión de si se enamorará perdidamente del único hombre brutalmente atractivo de la aldea que además posee una tienda a su nombre. Él ya ha decidido si se enamorará perdidamente o no. Él es bueno, torpe y bobalicón. Ella va de misteriosa.

Comienza una cadena de sucesos complejos, como que se van a la playa o como cuando cogen las canoas y llueve y ríen desafían al mundo desde su brutal belleza.

Ella, que llega con lo puesto, ha podido meter en su mochila el mayor repertorio de pantalones cortos de la historia del séptimo arte. Me sorprende que no pueda disfrutar ni de unas piernas bonitas ni de nada; una losa de “asexualidad” pesa sobre toda la película. Recuerdo que no me quieren entretener a mí, un pobre cinéfilo de a pie. Me pregunto qué complicados mecanismos han empleado para que no podamos ni disfrutar de eso. Ella es bonita y luce piernas, pero es lo mismo que sucede con las revistas femeninas: salen chicas guapas, preciosas, pero hay un bloqueo que impide que los varones heterosexuales nos excitemos lo más mínimo, cierta aura de manufacturación, de mujeres recién salidas de la factoría. Es interesante. Sabéis que no soy nada amigo de la nostalgia, pero echo de menos más que nunca a Edwige Fenech, a Florinda Bolkan, a Carroll Baker, a Suzy Kendall, … ¿Qué fue de la sensualidad? Vale, no soy público objetivo.

Como no soy público objetivo, tengo un truco para saber si estas películas os pueden gustar a vosotras. Si me siento empachado y con ganas de no comer dulce en mi vida, si bajo la vista hacia mis zapatillas ante frases “profundas” sobre el amor que me sonrojan, es que os va a gustar. Buenos días, princesas, no siento nada de eso: la película es inocua, neutra. No despierta ningún sentimiento.

Técnicamente no tiene nada demasiado reprochable y el maligno pasado de la protagonista nos proporciona una actuación decente. Es todo lo bueno que puedo decir.

Llama particularmente la atención que tarden una hora de película en besarse y una hora diez en irse a la cama (como veis, llevaba con precisión el minutaje de la película) en una secuencia nada excitante, en la que el sexo se nos muestra como algo etéreo, bello y manufacturado. Lamento el spoiler. Si eso os ha parecido un spoiler, largo.

Os adelanto que hay final sorpresa y hubo risas contenidas entre los críticos. La mía no, yo me reí directamente y continué con mi vida y me fui a casa y os escribí esto desde la honestidad: no hay nada que ver en esta película.
Snuff
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6
9 de diciembre de 2010
36 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en hechos reales, describe la odisea de un grupo de presos en un gulag siberiano en una huida del sistema estalinista que les llevará más lejos de lo imaginable

Peter Weir (Master and Commander, El show de Truman, El club de los poetas muertos) dirige esta epopeya que comienza en un gulag siberiano.

El cine ha explotado considerablemente la barbarie nazi convirtiéndola prácticamente en un género. Aunque pueda parecer que no, el arranque en un gulag siberiano se siente novedoso. La brutalidad que se nos describe se puede sentir cercana, al igual que la paranoia estalinista donde todos eran espías y enemigos del pueblo.

Un grupo de presos acaba inmerso en una semi-improvisada fuga liderada por un prisionero polaco (Jim Sturgess) y un americano (Ed Harris). En este grupo de personajes de diversa índole se encuentra un peligroso criminal soviético (Colin Farrell).

Irónicamente, los personajes a excepción, quizá, de Colin Farrell, están bastante desdibujados. Ed Harris es sinónimo sin excepción de una interpretación cuanto menos decente, aunque se encuentre dando vida al algo manido individualista americano de vuelta de todo.

En sus mejores momentos, la película recuerda al buen cine de aventuras. Pero la mayor parte del tiempo, sobre todo con las expectativas creadas por un muy convincente arranque, la película carece de intensidad. Tampoco posee mucha profundidad; ni le hace falta, su mensaje es directo: es un largo camino a casa.

Y no es sólo sobrevivir a la brutalidad del hombre: también a la de la naturaleza. Hay paisajes realmente magníficos.

El tramo final de la película resulta decepcionante: o el productor echó manos a las tijeras (aún así es una película de algo más de dos horas) o el director se había desinflado, se sospecha lo primero.

En cualquier caso, una película que se deja ver. No pasará a la historia pero resulta alentador que se intente revivir de vez en cuando el cine de aventuras.
Snuff
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Decasia
Documental
Estados Unidos2002
6,9
331
Documental
10
26 de septiembre de 2009
26 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine se está pudriendo. Literalmente.

Debido a un almacenamiento inadecuado, a la negligencia, a … el nitrato…

“Decasia”… un título bello y evocador, es un film que tendremos que calificar de experimental. Pensado para exhibirse como obra en museos, se puede ver en algo más de una hora esta serie de fotogramas semidestruidos, quemados… Bill Morrison hizo un largo trabajo de recopilación con la ayuda de diversos museos, filmotecas, etc.

El resultado es aterrador. Acompañados por la terrible banda sonora de Michael Gordon, poco armónica, pero inseparable de este material, aparecen estas imágenes… en ocasiones la ausencia de éstas, poco más que agujeros en película.

El cine experimental ha de aportar una experiencia. Esto es lo que hace “Decasia”, confunde, perturba, ¿da qué pensar? ¿O sólo algo que sentir? Muchas veces no sabemos qué estamos viendo en pantalla o por qué la gente hace lo que hace. ¿Por qué baila ese hombre árabe al inicio, con esa desesperanza? ¿A dónde fue ese éxtasis a cámara lenta? ¿A qué golpea ese hombre, a parte de a la parte derecha de un fotograma calcinado? ¿Por qué grabar esas caras de niños en un autobús, esas caras llenas de agujeros… dónde están esos niños? Todo pierde significado con el paso del tiempo, se descontextualiza, se presenta como horrible, confuso, nada puede quedar registrado… el andar de las monjas en el patio de colegio se vuelve siniestro, lento; conmociona.



Un hombre sube por una escalera que parece dirigirse al cielo. A cada peladaño, su pierna asoma pareciendo kilométrica.

Qué experiencia

Nota: 10/10, por el momento, lo mejor de esta década que agoniza. No puedo añadir mucho más. Entiendo, sin embargo, que no queráis ver una película de fotogramas quemados. Estoy belicoso y son de esperar comentarios del tipo “tomadura de pelo”. Fuera esos puños.
Snuff
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6
28 de diciembre de 2009
25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
El otro día vino Kitano a mi casa. Empezó a gritar; ya sabéis como se pone, parpadeando furibundamente con el ojo izquierdo por ese tic tan chulo que tiene. Que si no me había visto su filmografía, que si no hacía críticas de sus películas, ese tipo de cosas. Yo me justifiqué en que había estado atrapado en el cine viendo Avatar. Así supo perdonarme y nos pusimos a ver una de sus pelis.

Boiling Point es otra película de Yakuzas de Kitano. Sin ser ni de lejos la mejor, concluimos en que es un buen ejemplo de lo que es su cine y una en la que se pueden ver la mayor parte de sus huellas de enunciación. Estamos ante cine de autor. Un autor que te viene a dar la chapa si no ves sus películas.

Sin llegar al grado de contemplación de la posterior Sonatine (1993) ni al trepidante ritmo de Brother (2000), es como una previsión de las dos vertientes de su cine. Kitano escribe su guión y se la suda completamente aquello de “introducción, nudo y desenlace”. La estructura formal (permitidme una frase manida) brilla por su ausencia.

Así que sí, sale gente jugando en la playa, igual que en Sonatine. ¿Por qué esto no es aburrido? ¿Por qué me imagino a este hombre revolcándose de risa en la sala de montaje? Kitano encuentra algo en el juego, algo divertido en ver a adultos divirtiéndose como lo hacen los niños. Uno queda hipnotizado y sin darse cuenta le pasan los minutos. Mientras, contempla a unos japoneses lanzarse una pelota.

Sobre la violencia, pasa algo parecido que con Tarantino. Al que por cierto no dejo entrar en mi casa por pesado. Bueno, a lo que iba, a los dos les encanta la calma antes de una explosión de violencia. Mientras Quentin se regodea en diálogos raretes, Takeshi se parte él solo con las situaciones absurdas que preceden a estos estallidos. Uno se queda atónito con este segundo caso, que no requiere tanta atención como el primero y permite el paso del estupor… sí, esto en cierto modo… resulta divertido.

En cualquier caso, una vez más, Kitano se hace esperar. Hasta que no aparece él en pantalla, uno no disfruta realmente. Y Kitano, como Bogart o John Wayne, siempre es Kitano. Su personaje aterra y divierte; pega tiros pero también reparte collejas sin parar.

Boiling Point contiene todo esto de manera clara. Como añadido, algún momento de fotografía sublime (algo que tampoco suele fallar en su cine) y un final que deja perplejo.

Nota: 6/10. Sin ser lo mejor de Kitano, entretiene sin problemas. Takeshi, vuelve cuando quieras.
Snuff
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