Aunque tiene aciertos de buen cine, como la fotografía, el Blanco y Negro, que ayuda a crear un ambiente de desolación, se hace un poco lenta.
El personaje, Gerardo, es demasiado apático, a pesar de estar enamorado, y su pasión se convierte en una búsqueda demasiado vacía y pobre, de alguien que representa todo lo que no tuvo nunca de amor o ternura a lo largo de su vida.
A pesar del premio que le dieron como mejor peli gay en la Berlinale, jamás la hubiera premiado por la visión tan deprimente y triste que se da de la homosexualidad. Me recuerda a otra época en que las películas de gays tenían que ser así, con todos los personajes tristes, desgraciados, que no pueden vivir una vida bonita, o digna, que tienen que autodestruirse o al menos morir infelices. Eran películas que interiorizaban la homofobia social, y transmitían la imagen de lo gay que quiere tener la sociedad heterosexista.
Creo que un adolescente gay solo podría sacar de esta película el mensaje de que ser gay es un horror, que se sufre mucho cuando se intenta alcanzar el amor y que lo único que uno puede esperar de otros hombres es sexo y que pasen de ti. Un mensaje realmente desalentador, que afortunadamente se da cada vez menos.

Magnífica película sobre la vida de un chico trans que intenta vivir con normalidad y tiene que enfrentarse a las dificultades tanto personales como sociales de su situación vital: la de estar en tránsito físico entre mujer y hombre. Y las dificultades que le trae su vida de relación y amorosa.
Destaca el actor Rick Okon, que "encarna" al protagonista, a medida, ya que Rick es un transexual en la realidad que está todavía en tránsito de mujer a hombre.
Refleja a la perfección las dificultades de aceptación social, que tienen los transexuales en general, y de autoaceptación, ya que es un proceso complejo, difícil, en el que se ven algo aislados (aunque el personaje se relaciona con otros por Internet),. Y que exige tanta autodedicación que les hace parecer obsesionados con lo "trans", como le dice la mejor amiga al protagonista.

La vida mental de este hombre no nos dice nada. Es puro vacío existencial. Por eso divaga tanto y cualquier cosa es pretexto para su discurso, que no nos muestra quién es, ni qué quiere. Sus deseos son banales. No sabe lo que desea. Y cuanto parece concretarlo en algo placentero e inmediato, se frustra.
Creo que la película describe maravillosamente un tipo de persona que abunda, que mientras cumple sus rutinas, con su familia, con su trabajo, todo marcha. Pero en cuanto se cuestiona algo, cuando está solo, es incapaz de vivirse con sentido. Se desarticula, ya no sabe ni quién es. Sólo puede actuar, hacer, moverse, pero no siente ser nada, ni nadie. Todo su sentido le viene dado por lo que hace, por quién le quiere, y nada más. Son personas que si pierden esas referencias externas, se descontrolan y caen o en una adicción, en un gesto alocado, o en una enfermedad psicosomática. Pero su pensamiento no les hace sentir bien, ni vivos, ni capaces de amar, ni casi vivos.

Esta película es maravillosa y por otro lado morosa y casi aburrida en momentos. Pero creo que con esa técnica de dejarnos ver situaciones simples, como aparcar un coche, o una situación doméstica (tomar un desayuno), sin que aparentemente pase nada, consigue meternos en la situación y crear en nosotros el mismo tipo de sentimientos que deben estar experimentando los protagonistas: sea amoroso, sea paciente, sea angustioso o de pura confusión y estupor.
Refleja una situación de ruptura traumática de una familia homoparental, que deja al padre superviviente, sin su hijo, debido a cuestiones legales que le superan.
Este personaje ya había perdido a muchas personas importantes en su vida: sus padres biológicos y hermano, sus padres de acogida y ahora su novio y su hijo(aunque no muera)
Pero tiene un grado de resilienca y de capacidad de amar que nos da unas lecciones de comprensión y de tolerancia del sufrimiento, que le ayudan a conseguir una solución en la que todos van a ganar.
Identificados plenamente con él, por cómo es, pero también por los juegos de cámara, que nos situan mirando desde su mirada, desde su hombro, desde su espalda, nos conmociona, por su sufrimiento injusto, y por su capacidad de amar a pesar de todo eso.
La recomiendo.

Aunque he votado con un seis a esta película, realmente deja que desear en muchos aspectos: en su guión, en la descripción de los personajes, en el tratamiento de la terrible lacra del acoso homofóbico, en la reacción de los personajes secundarios al desenlace de la historia, las interpretaciones los personajes adultos...
Pero siendo una obra menor, tiene ciertos valores: la descripción de las dudas y de las vicisitudes de la aceptación o no de la propia homosexualidad, por parte de los adolescentes en época escolar. La todavía actual situación de homofobia generalizada en los centros escolares norteamericanos (y en nuestro entorno también, aunque de forma ligeramente más leve), con la implicación de acoso violento.
Y aunque el tema de la película se describe desde la primera cita del poema de Neruda (Veinte poemas de amor y una canción desesperada): "Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido"
(La imposibilidad del protagonista de olvidar su primer amor, imposibilitándole para desarrollar una vida afectiva completa).
Creo que el verdadero tema de la película es el sufrimiento de los adolescentes gays para poder aceptarse y vivir su homosexualidad, de forma natural y sana. Debido a la presión social y al rechazo activo de su entorno.