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España España · Madrid
Críticas de Serart
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
10
19 de enero de 2015
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Whiplash, de Damien Chazelle.

Simplemente una película magistral. La historia parte con una premisa sencilla de un chaval que quiere aprender a tocar la batería a gran nivel para ser uno de sus ídolos, topándose con un profesor sacado del sargento de hierro. Hasta ahí puede parecer una historia típica y anodina pero nada más lejos de la realidad, es la base para desarrollar una dura y cruda historia sobre la búsqueda de la perfección por parte de ambos personajes, terminando en una traca final de 30 minutos apoteósica. Lo de J.K. Simmons no tiene nombre, es para enmarcar y supongo que si la academia no la vuelve a cagar como con Leonardo Di Caprio le darán el Oscar, es un papel para el recuerdo. Esto no resta méritos al papelón que se marca el chaval, Miles Teller, que se enfrasca en un rol de adolescente perdido ante una situación que no sabe cómo enfrentar de la que sale no sólo airoso sino de manera sobresaliente.

La película sólo tiene cosas positivas, la música, la puesta en escena, los personajes, las pequeñas infrahistorias que cobran mucho sentido en el desarrollo del metraje, el guión pulido al máximo y, ante todo, un ritmo sublime, de lo mejorcito que se ha hecho en la pantalla grande en los últimos 20 años. Creo que cada año hay una película o dos que está por encima del resto, y que realmente tienen un carácter relevante e imperecedero en esto del cine. El año pasado fue El Lobo De Wall Street y, sobretodo, Prisioneros, creo que este año es Whiplash, y de largo, con alguna más que cace por ahí.
Serart
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10
1 de agosto de 2014
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sólo fue el final de un estilo, no sólo fue la guinda a una trilogía anterior que nunca podrá ser superada, fue, y es, el western con más alma que se ha filmado hasta la fecha. Es una gran producción construida a base de pequeños detalles que son los que consiguen elevar el metraje hasta un nivel que nunca se había conocido y que todavía no se ha superado. De obligada visión para los amantes del cine con mayúsculas.
Serart
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9
30 de noviembre de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suelo ser bastante escéptico respecto a los “hypes,” porque normalmente hay cierta tendencia a inflar (o menospreciar) un producto en función del marketing, publicidad y demás parafernalia que nos meten por los ojos todos los días.

En este caso, todo eran elogios y una publicidad positiva aplastante en torno a “Gambito de Dama”, así que me dispuse a ver la serie sin esperar que fuera tanto como decían, o más bien sin pretensiones, y el meneo que me ha dado, para bien, hacía tiempo que no lo sufría (quizá desde “La Llegada” de Denis Villenueve), ya que no la considero una serie al uso como tal, más bien la considero el acontecimiento cinematográfico del año.

Quizá pueda excederme al tildarla de una manera tan superlativa, más cuando nos encontramos ante la típica historia en su raíz troncal de traumas y redenciones que tanto gusta a la escuela americana, pero los siete capítulos que conforman esta maravilla tienen tantas capas que, no sólo ese punto de salida de la serie tan sencillo importa muy poco, sino que además el director lo eleva a un punto de originalidad que pocas veces habíamos visto en el celuloide.

Netflix ha apostado a caballo ganador con una serie basada en el ajedrez como vía de escape y superación de los problemas derivados de una vida en torno a un personaje principal, Beth, que es un caso único a la hora de jugar al juego de tablero, y hay un leitmotiv para ello. Ese sujeto explota los sentidos del espectador en cada plano que se puede disfrutar del increíble talento y el carisma de Anya Taylor-Joy, una actriz con un magnetismo descomunal, un huracán que inunda la pantalla al estilo de Ava Gardner, basta una mirada para hipnotizarte y dejarte las siete horas que dura este relato pegado al sillón.

La historia, con una ambientación de una calidad superior y un vestuario como pocas veces se ha visto en televisión, se apoya en las interpretaciones de sus personajes principales para desarrollar un melodrama que toca aspectos dispares pero muy relevantes para el, desde su ubicación en plena Guerra Fría hasta la influencia que puede ejercer una infancia fallida en el desarrollo del talento de una persona, y sus consecuencias en su vida diaria.

La dirección consigue meternos de lleno en un mundo atípico y prácticamente desconocido dentro del cine como es el ajedrez, impulsándolo con una narración ascendente, sin prisa pero sin pausa, y alternando los momentos más íntimos con otros de un carácter épico en el mejor de los sentidos. Se nota que hay tal mimo a la hora de dirigir el maravilloso guion que tiene Scott Frank entre manos que nos encontramos ante una serie prácticamente sin fisuras.

Si a esto último le unimos una banda sonora impresionante sólo podemos caer rendidos ante “Gambito de Dama”, siete horas que rezuman cine clásico, y que, por todo lo señalado, y desde el primer minuto, se convierte por derecho propio no sólo en la mejor historia que hemos podido ver en 2020, sino además en un clásico instantáneo, jaque mate al espectador, disfrútenla.
Serart
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8
19 de febrero de 2020
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me sorprendí bastante cuando ví los premios de la academia este año. Sabía que había una competencia justificada ya que piezas como "Joker", "Erase una vez en Hollywood", "The Irishman", "1917", "Puñales por la Espalda" o "Historia de un Matrimonio" habían demostrado que 2019 ha sido uno de los mejores a nivel cinematográfico, sino el mejor de la pasada década. Pero no había tenido la oportunidad de ver "Parásitos", película que había sido alabada por la crítica y reconocida en multitud de festivales de cine.

La verdad es que pensaba que todo se debía a un hype por parte de Hollywood para modernizarse, para intentar salirse de los cánones que rigurosamente ha ido cumpliendo a la hora de premiar muchas películas que tenían competidoras directas que, a mi entender, eran mejores y más redondas, pero no se ajustaban a lo que en los Oscars se entiende como cine "correcto" o "de academia".

Premiar a Parásitos nos hace entender que algo ha cambiado en la meca del cine, ya que hablamos de un film que mezcla una variada cantidad de géneros, desde el drama hasta la comedia negra pasando por el surrealismo onírico tan enrraizado en el cine asiático, es un producto diferente a lo premiado en todas las ediciones anteriores. Si además le ponemos un toque de (muy) mala uva tarantiniana nos encontramos con un producto inteligente, socarron, en ocasiones soez, con una historia muy bien medida y mejor ejecutada, consigue hacerte pasar de unas buenas carcajadas a momentos de tensión de una manera muy fluida, lo que da a entender que la mano de Bong Joon-Ho hila fino, es un ejercicio estilístico de autor bastante personal, lo que le ha llevado a construir una película muy peculiar, extraña y visceral.

La pregunta es, ¿Está sobrevalorada?

Sí y no.

No porque la película es francamente sobresaliente en todos sus aspectos, sí porque directores como Quentin Tarantinto o Sam Mendes (en especial este último) si que han hecho un ejercicio realmente novedoso a la hora de dirigir sus respectivas películas. El coreano hace un ejercicio brillante pero no memorable como para darle el premio a mejor director, creo que los directores señalados anteriormente se lo merecían más, no por que sean mejores, que pueden serlo o no, sino por el hecho de que realmente han aportado algo "nuevo" al séptimo arte.

En todo caso estamos ante una película recomendable y disfrutable hasta la médula, que tiene merecido su premio a mejor película del año por su originalidad, guión y tratamiento de un conjunto de géneros dispares pero conjugables, un cocktail molotov de sensaciones filmado con estilo y sutileza milimétrica, que ya es. ¿Es la sensación del año? Personalmente creo que no. ¿Es una película buenísima? Sí, sin ninguna duda.
Serart
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8
29 de marzo de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sam Levinson es un tipo con clase. Herencia del padre aparte, ha demostrado en un muy corto espacio de tiempo, y a sus 36 años, una capacidad para ahondar en las relaciones humanas dentro de su corta filmografía que admiro por su autenticidad.

Si bien "Nación Salvaje" se mostraba como un Tour de Force desequilibrado pero triunfal en su propuesta de reflejo de una juventud caótica e irreverente, es en Euphoria y en Malcolm & Marie donde ha sabido separar para conducir al éxito las inquietudes e inseguridades de las teenagers con las sensaciones, sentimientos y vacíos de los ya no tan jóvenes.

Y es que creo que Malcolm & Marie está dirigida a un público concreto. Si Euphoria, a pesar de su visceral realismo, puede considerarse como algo más atractivo para cualquier tipo de público, la última película de Levinson parece dedicada a aquellas personas que han sentido en carne viva lo que es querer y odiar en función de la situación al mismo tiempo, lo que requiere un camino resumido de manera muy estrecha en conocerse, conectar, enamorarse, atraparse, conocerse de verdad y empezar a doblegar (o no) la curva de lo que es una relación en su máximo exponente.

Y aquí es donde Sam mete el dedo hasta el fondo. Huelga decir que ha contado con dos nuevos talentos estratosféricos, quizá los más importantes de la actualidad con Anya Taylor-Joy. Zendaya y Washington Jr. nos conducen a través de sus espectaculares interpretaciones a un carrusel de situaciones derivadas de emociones contenidas y frustraciones agravadas que te hacen sentir el vacío y el amor que se profesan de una manera genuina y acreditada, una sucesión de explosiones emocionales de las cuales parece imposible salir bien parado, ya que se antoja bastante difícil no sentirse identificado con alguna situación extrema que nos explica el director.

Levinson saca su batuta y, con una magnífica fotografía y buen brío a la hora de filmar los tiempos del metraje, nos saca las uñas y lleva a un nivel emocional superior las sensaciones de sus protagonistas, usando para ello un único escenario a modo de obra teatral que encaja a la perfección con la sensación de axfisia emocional que destila el guión, casi inspirado en la crudeza y salvajismo psicológico de Bergman o Paul Thomas Anderson.

Es una pena que la película parezca haber sido olvidada entre los grandes círculos de esto que llamamos cine. En un año tan difícil para todos, y en especial para el arte y la cultura, no se pueden dejar de lado obras tan inspiradas. Aunque no sea una obra fácil de ver y apta para todas las públicos es un poco rocambolesco ver como obras como Malcolm & Marie se quedan en el ostracismo cuando otras como Borat no dejan de ser un mero pasatiempo sin peso para el recuerdo que, inexplicablemente, han entrado en la carrera por los premios. Supongo que la pandemia está haciéndonos mella de manera severa.

Por mi parte no puedo más que recomendar esta película sobre las relaciones tóxicas, una pieza grabada con talento y honestidad, que nos descubre a un director con un potencial tremendo, con dos actores como medio de comunicación de sus inquietudes en auténtico estado de gracia, bravo.
Serart
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