No soy muy amiga de los dramas, y vi esta película en una noche tontorrona que tenía, sin otra cosa que hacer. Y les puedo asegurar que me ha deslumbrado. NO es: una típico drama llorón americano, ni una sensiblera película para público sin sesera, ni una historieta con moraleja, sin más. Es una película que habla de que cualquiera, cualquier día, en cualquier momento, puede ser un héroe. Los protagonistas son dos niños impopulares (cómo no) en un pequeño pueblo americano. Uno de ellos, con el síndrome de Morquio, con fe en que Dios tiene un plan para cada uno. El otro, es un niño sin fe que busca a su padre.

Irregular porque así como hay actuaciones excepcionales (Kline, Tucci, Steathairn) hay otras que son francamente malas (Everett, West). Supongo que llevar esta obra al cine no tiene nada de fácil, porque es una obra de teatro (eso lo primero) y porque es muy onírico, uniendo el mundo real con el mundo de las hadas. Y aun siendo difícil, sale airosa.

Para ser la típica película de alpinistas en apuros, es muy buena. El reparto es muy bueno, la música ambienta muy bien las escenas y los efectos visuales son muy realistas. Cabe destaca la fotografía de Tattersall, deja sin aliento. En lo que no hay que fijarse es en el argumento, porque tiene agujeros por todas partes, pero no es eso lo que importa en esta película. No creo que lo que le importara a Campbell fuera el argumento, sino que las escenas de riesgo fueran realistas, y lo son. Si buscas entretenimiento y dejarte llevar por los efectos, es tu peli. Si buscas realismo, mejor no.

Magnífica película en la que Robin Williams da todo de sí; es un gran actor de doblaje, es capaz de hacer voces muy diferentes y muy verosímiles en pocos segundos, y en esta película se muestra esta faceta suya tan poco vista. (He de decir que yo he visto la versión doblada al castellano, y el actor que dobla a Williams no se queda atrás). Pero aparte del talento de Williams, es una película que transmite cómo los americanos hacen las cosas, cosas tan serias como la guerra. La tierra de las libertades queda en entredicho. hay una batalla entre la libertad personal y lo que se admite oficialmente como verdad. Sargentos que deciden qué música se pone en antena y qué música no sale, sargentos que no saben admitir lo que no saben hacer, o que se toman la dirección de la radio con la misma importancia de las decisiones en el campo de batalla; oficiales que trabajan para que sus compatriotas en la batalla no pierdan la moral, en fin, un elenco de personajes que hacen la película muy amena.

Un elenco de actores fantástico, una ambientación en mitades del S.XX muy bien adaptada a la obra de Shakespeare, unos números musicales francamente bien realizados... vuelve la magia de la época dorada de los musicales de la mano de... nada menos, que de Shakespeare. Eso sólo puede significar una cosa: Shakespeare es atemporal: se puede ambientar en el S. XVII o en pleno S. XX, pero seguirá emocionando con la misma fuerza e intensidad. Hay que darle mucho de este mérito a Branagh que, como siempre, adapta el teatro al cine de un modo impecable. Los actores parece que llevan toda su vida haciendo esos papeles, parece que les sale solo. Bravo.