Puesta al día de lo que ya era una puesta al día de Río Bravo. Uno se pregunta qué aporta, salvo la presentación de caras nuevas y la respuesta es: nada. Tan correcta como prescindible.

Fritz Lang revalida su título de explorador de las oscuridades del alma humana con la más alta calificación. Genial guión, solventes interpretaciones y un maestro tras las cámaras. Imprescindible.

En un momento en que estamos tan saturados de recursos y explosiones, visitar el cine de Tati es tan terapéutico como las vacaciones en la costa que la película recrea. Redescubrimiento y exploración de los recursos visuales más clásicos en esto de hacer reír. Magnífica.

El tema del choque cultural parece un buen filón para los escritores de comedia, a tenor de la abundante filmografía existente (aquí también tenemos la bochornosa 8 Apellidos vascos). Y digo comedia porque la factura sugiere tal cosa pero no haya conseguido arrancarme ni una sonrisa todo el metraje. Ni empatizo con la sufrida protagonista, ni el guión se atreve a proponer situaciones realmente cómicas. Su simpleza argumental y previsibilidad de parbulario conduce irremisiblemente al tedio.

Entretenida peli que mediante la exageración retrata muy bien la prisión claustrofóbica en que puede convertirse la infancia en manos de fanáticos religiosos.