Los momentos iniciales te hacen ver lo peor. Lo de siempre en estas de la II Guerra Mundial. Sin embargo, y por eso me da la sensación de que la película ha sido bien recibida por parte de la crítica, llegan luego momentos que reflejan la crudeza de la guerra y los excesos también de los americanos. Eso ha gustado a la progresía. Porque toda la segunda mitad de la película, y se dice pronto, más de una hora, es una exaltación a lo Rambo de lo peor de estas películas. Una americanada en toda regla con un Pitt fuera de sitio tratando de hacer de Patton y los peores clichés de este tipo de películas.

Como alguien ha comentado antes son agridulces las sensaciones que te deja la 1ª temporada. El deseo de contar muchas cosas, de atrapar al espectador, la cantidad de personajes, en una época tan compleja (quien no esté algo familiarizado con el momento lo debe de pasar mal), hace que la serie deambule sin orden ni concierto. Es más el apasionante periodo el que te atrapa junto a algunas de las reconstrucciones y unos actores que cumplen bastante bien. En el deseo de mucho abarcar el ritmo se entrecorta y uno no puede sino pensar en cómo lo hubieran hecho los americanos.
Pero si uno persiste, la 2ª temporada mejora, adquiere ritmo, hay continuidad, las situaciones quedan mucho mejor hiladas y los actores, magníficos en su ambigüedad, crecen y se hacen creíbles. Realmente empiezas a penetrar en ese momento histórico a pesar de que queden tantos flecos sueltos y te sitúas enganchado para una supuesta 3ª temporada.

Leo que tiene muchas nominaciones a los Goya y no consigo explicarme cómo es posible que no haya nada mejor, aunque luego no gane nada. La película es plana y sin sustancia. Un guión que te sabes casi desde el principio con un giro final que no altera la somnolencia anterior. Actores mediocres (hasta de la Torre es una especie de fantasma que no sabe muy bien de qué va eso) y alguno incluso cargante, con niño insoportable incluido, estando el único de entidad amodorrado toda la película, fiel reflejo de lo que nos está vendiendo el director. Y tienes que apretarte las sienes para buscar algo de trascendencia porque como comedia no consigue sus objetivos. No merece en absoluto la pena. Ni siquiera da para enfadarte con ella de lo mala que es o para echarte unas risas. Inanidad

La película resulta insoportable casi desde el principio. Huele a ombliguismo cargante. A suficiencia. Orgullo de exhibir las ocurrencias que no son sino una sucesión de citas rimbonbamtes y sentenciosas. Frases ilustres que parecen sacadas de un libro de todo a cien. Sacristán las dice con estilo. Y ella, un monigote que enseña su cuerpo con cara de decir menudo coñazo y qué hago aquí. Y si todavía hubiera humor.
Ejercicio de estilo pretencioso (a la moda de esos autores de los 80 como Fernán Gómez o Umbral) que en un monólogo teatral tendría algún pase pero que en una película es insufrible. No aguanté más de 40 minutos, luego avancé al final para ver a Fontseré que, sin verlos, se ha quedado mudo. No es para menos. Dan ganas de no hablar para no ser tan insoportable como el protagonista.
Y lees algunas críticas y son todo elogios. No sorprende. Tienen muchos amigos. Si no se apellidara Trueba

Leo las críticas y no acabo de comprender. La película me resulta aburrida, repetitiva, sin gracia a pesar de tanto jugueteo. Plomiza salvo algunos pasajes que no justifican el conjunto. Ella me resulta insoportable, nada creíble en ese travestismo ridículo, cargante, sobreactuada, hasta poco sensual con tanto vaivén. Y por eso, ese juego banal me deja indiferente y miro el reloj. Mala cosa. Noto que falta algo, más vida, mejor texto y actores sin esos excesos que me parece que tratan de encubrir el vacío. Y tiene sus momentos pero no llegan a ser en absoluto suficientes, algo que en teatro filmado resulta atroz para la integridad y el divertimento del espectador.