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España España · Cines Astoria Alicante
Críticas de Bloomsday
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Críticas 367
Críticas ordenadas por utilidad
9
9 de agosto de 2007
401 de 473 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace tiempo (2000 ó 2001) que vi El Espíritu… por segunda y, de momento, última vez.

No pensaba desde luego colgar opinión alguna sobre una película tan lejana en mi memoria, de una cinta así no debe hablarse desde las sombras que suele arrojar el tiempo a los recuerdos.

Pero ayer, rebuscando entre libros y papeles consecuencia de una mudanza que va goteando poco a poco, venciendo resistencias que no vienen al caso, ayer digo, encontré unas cuartillas en las que solía yo tomar apuntes mientras veía cine “difícil” en aquella época.

Así que, pensando, imaginé cómo sería transcribir, sin darle forma alguna, todas esas impresiones fugaces, a vuela pluma, que anoté un verano, creo, mucho antes de conocer FA. Antes de soñar siquiera con escribir un texto sobre una película. Eran anotaciones para mí, sin más objetivo que asentar conceptos y digerir imágenes.

Pues será por pereza pero voy a hacerlo. Y la pereza es un buen motivo, sin duda, pero voy a tratar de justificarlo un poquito más allá:

No me gusta llamar a mis textos sobre cine “críticas”. Eso es para los que de verdad saben de esto. Lo mío son opiniones.

Pero quizás lo que voy a poner en el spoiler (si me dejan los sufridos validadores) sea lo más cercano que haya escrito nunca a lo que creo que debe ser una crítica. O al menos a una crítica dedicada a Víctor Erice.

Creo que ésta es la mejor forma de demostrar mi admiración por este cineasta, presentando pensamientos sin filtrar. Así, tal y como se me ocurrieron en su día.

Quizás haya más de lo que la peli ofrece, no lo descarto. Mi bisoñez a duras penas contenía mi tendencia a buscar referencias al eterno retorno en el primer plano de una rueda girando… Desechen, por tanto, lo que no les guste sin problema. En el fondo esta opinión no es más mía que del que la lea.

La persona que la escribió hace mucho tiempo ya no tiene, la verdad, demasiado que ver conmigo.

Lo dicho. En el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Bloomsday
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8
16 de octubre de 2006
335 de 388 usuarios han encontrado esta crítica útil
Épica crepuscular, nostálgica y pesimista a partes iguales. Una película de una pieza, rotunda y firme como la mejor tradición de western clásico o el pulso de un forajido. Hay una cierta idealización, un romanticismo en la construcción del protagonista que, pese al carácter antiheroico y oscuro del mismo, es hasta cierto punto lógico ya que no deja de ser un compendio de personajes eastwoodianos previos (que van desde las películas de Leone hasta las suyas propias, pasando por Don Siegel y Ted Post).

Una reflexión sobre la violencia y la desmitificación —paradójicamente, mitificándolos— de unos héroes que ya Ford había apuntado magistralmente en Liberty Valance. Creo que esta película supera incluso a «Grupo Salvaje».

Clint Eastwood colocó su nombre en la historia del cine, si no lo había hecho antes ya. A los que no les parezca para tanto sólo puedo decirles que lo siento. De verdad.

El pasado irremediable en un tiempo inhóspito, la reflexión sobre el profesional y la técnica del pistolero (elemento hawkasiano capital), el perfil sombrío del mito (revisión que bebe directamente de «Raíces Profundas»), las consecuencias de la violencia (que cambia vidas y las marca, como ganado, para siempre). Unos personajes arrastrados por el tiempo a un lugar donde los pecados y la fatalidad siempre vuelven para cobrarse las deudas del pasado.

Pocas películas son capaces de tratar con tal maestría las claves clásicas de un género y actualizarlas sin necesidad de pervertirlas. El profundo respeto y conocimiento que Eastwood demuestra por el western en esta película, y sobre todo por John Ford y Howard Hawks, años después me siguen dejando sin aliento.
Bloomsday
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8
5 de enero de 2006
317 de 352 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película se desarrolla con partes en color y en blanco y negro. En color vemos al personaje y la trama principal al revés. En blanco y negro lo vemos repasando los “hechos” que le han colocado en la situación en la que está, contando la historia de Sammy Yankis y hablando por teléfono con alguien (1). Las partes en B/N se desarrollan en un orden cronológico normal.

Durante la cinta parece que esos dos momentos son distintos, que uno es la acción en sí, el núcleo de la historia, y el otro está metido con calzador para aclarar los puntos más oscuros de la trama (aunque haya aspectos que se dejan en suspenso hasta el final (2)), diferenciados cromáticamente simplemente para no despistar la atención espectadora.

Es por ello, quizás, que algunos afirman que esas justificaciones están metidas de forma artificial en la cinta y que no quedan bien ensambladas. En mi opinión no es así, ya que la parte en blanco y negro, toda vez ha cumplido el cometido de contarnos la historia de Yankis (3), acaba confluyendo con la parte en color en un único hilo narrativo (de tal forma que lo que empieza en B/N acaba en color en la misma secuencia). Es ahí cuando acaba la película y empieza la parte de la historia que nos han contado. Por tanto la parte en B/N no son secuencias en el éter de las justificaciones metidas a la fuerza , sino que Nolan demuestra su preocupación por evitar que esa parte sea un recurso gratuito como suele ser el uso indiscriminado del flashback.

Por otra parte, muchas opiniones defienden que si se contara de forma lineal no valdría mucho la historia, pero ¿valdría 'El Sexto sentido' al revés? Tampoco, como toda película con sorpresa, ya que el final sorpresa lo sabríamos al principio y perdería interés (es un ejemplo simple pero práctico). En esta película pasa lo mismo, nos cuentan una historia en la que la sorpresa está en las causas, no en los efectos. La “tarea” del protagonista surge de la manipulación (4), pero nosotros no lo sabemos. Si cuentan eso al principio no habría final (principio) sorpresivo. Así, no se trata de contar una historia hacia atrás y aprovechar la inevitable confusión que de ahí se deriva. Se trata de utilizar a la perfección todos los recursos que de una historia contada al revés pueden extraerse colocando el final sorpresa en el principio, utilizando dos líneas de narración que acaban confluyendo para explicar perfectamente la manipulación de la que ha sido objeto el protagonista, creando tensión entre escenas usando (sin que se le escape de las manos) esa confusión... Y todo esto gracias a un montaje y un guion milimétricos.

Luego, algunos de los errores que se comentan (ej: sube al coche a veces sin comprobarlo en la foto etc.) son nimiedades que no afectan a la estructura de la historia (que sería el auténtico error (5)) y sirven para evitar un metraje excesivo y redundante. Una vez asumido el problema del protagonista no es preciso que se recalque cada vez que hace algo que no lo recuerda. En los westerns no se atan los caballos con nudos marineros, pero todos “suponemos” que están bien sujetos con dos vueltas mal dadas de las riendas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Bloomsday
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8
30 de octubre de 2007
369 de 459 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película absolutamente tramposa e inverosímil, con un final ridículo, precipitado, que manipula desde el más chabacano embeleco. La trama no se sostiene por sí misma, está claro. Pero la sostiene, entre trapisondas varias, el propio espectador. Y la sostiene un poco por la simpatía que le genera Laughton y un poco sin saber por qué, pero con un interés que no le prestaría, normalmente, a una peli actual de estas características.

Quizás sí sea una obra maestra, aunque a mí no me lo parezca. Y si finalmente lo fuera lo sería por unos diálogos estupendos, un guión milimétrico en su despropósito pero de tremenda precisión técnica, etc. Pero sobre todo, creo yo, lo sería por su condición de película consistente, inoxidable; que está ahí, y ahí se queda. No la mueve ni el tiempo. Permanece fresca, joven. Aguanta la ventolera de los años y la marejada de sucesivas generaciones de espectadores.

Por ello, es digno de alabar el método mágico e indescifrable de algunos directores para generar películas (no sé si obras maestras o no, no entro en ese debate) capaces de mantenerse como el primer día, capaces de conectar con el espectador y hacerle vibrar 40 ó 50 años después (con lo difícil que es eso en el terreno audiovisual, nos criamos con imágenes y nos condicionan las imágenes).

Y no me refiero al cinéfilo medio, ni siquiera. Voy más allá, me refiero al aficionado a las películas, no al cine, que se traga lo que le echen siempre que sea en color y de no más de 15 años. Incluso ése, en su mayoría, se zamparía esta peli sin rechistar. Y por muchas protestas que formule por el desenlace y por mucho que adelante su resolución (que lo hará), se lo pasará de la hostia con un espectáculo en que engañarle y sorprenderle no es lo prioritario (aunque le engañen), y porque se le ha contado de manera estupenda una historia entretenidísima, apuntalada con elementos (una introducción impecable, actores, guión y realización de soberbia capacidad narrativa) de primer nivel. Y en esos elementos radica la diferencia entre películas como ésta y el grueso del thriller sorpresivo actual. No existe comparación posible partiendo de confrontar finales y sorpresas... Esta cinta condensa un enorme trabajo artesanal en un desarrollo que va más allá del final, el disfraz, el acento o el cuchillo. Cuestiones irremisiblemente pasajeras puesto que se dirigen a un público concreto, a la sensibilidad y la ingenuidad, en este caso, de una época determinada. Pero... ¿contar bien una historia? Eso no tiene fecha de caducidad.

En esto de la longevidad de las pelis Wilder es, probablemente, el gran especialista, el mejor (junto a Hitchcock). Siempre que busco cine clásico para ponérselo a no aficionados al cine recurro a ¡Qué bello es vivir! o al maestro Wilder. Siempre que busco cine imperecedero, ése que hace hincapié en el nudo tanto o más que en el desenlace, recurro a películas como ésta.

Y la verdad es que normalmente acierto. Bueno, Wilder... Wilder acierta.
Bloomsday
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10
20 de diciembre de 2006
313 de 359 usuarios han encontrado esta crítica útil
El proceso creativo, el artista. Bergman nos rompe la ilusión de realidad, esa madriguera calentita del que ve una película creyendo por unos minutos, aunque sepa que no es así, que la imagen proyectada es cierta, que sucede realmente. Bergman prefiere ser el cirujano que constantemente rompe la narración, que nos sacude el letargo del hilo narrativo con un fuerte olor a cloroformo (mostrándonos arcos de luz, desenfocando la imagen...) para indicar que alguien está manejando el asunto, que alguien plantea sus dudas, sus contradicciones y su propia experiencia a través de una mera ilusión de realidad. Que Bergman, y por extensión el cine mismo, nos está colocando sus propias cuitas en primer término de forma mucho más desnuda que las películas convencionales.

Bergman, como digo, se carga esta máscara. Y lo hace para que quede clara su reflexión, para que estemos al tanto de la manipulación y la distancia. Un mecanismo que, además de impactar por su innegable eficacia, sirve de guía.

La metáfora del silencio es fantástica. Me encantaría hacerlo. Creo que es la única solución posible. La falta de voluntad, dejarse llevar por una sinergia que no entendemos, no plantear falsas resistencias que sólo son espejismos. Por ello Bergman rompe la ilusión de la imagen cinematográfica, para hablar de todo esto sin recurrir a la falsa ilusión que proporciona el concepto “película” y que, trazando un paralelismo, es la que nosotros empleamos para vivir. Nuestra vida es una ilusión, una impostura. Una película. El lenguaje, los actos... no hay verdad en ellos. Aunque creamos lo contrario son tan falsos como el cine, sólo incorporan vocación de realidad, nada más. Sólo así se explica que seamos tan contradictorios.

El silencio, la comunicación, el contacto... Las dos mujeres irán desgranando sus miedos hasta demostrar que son una única persona. Dos perspectivas de lo mismo, los miedos y congojas desde dos puntos de vista que, en el fondo, son la misma cosa. Las dos protagonistas representan cosas distintas, tienen planteamientos, digamos, vitales distintos... Pero acaban siendo lo mismo (hipnóticamente representado por Bergman en un plano parte ya de la historia del cine). Se sinceran, se comprenden, se enfrentan... Como cada uno de nosotros hacemos con nosotros mismos.

En esta crítica he obviado cualquier dato de interés sobre posibles explicaciones y elementos que rodearon la gestación de la película ya que sería repetir cuestiones ya mencionadas. En este sentido recomiendo leer todas las críticas anteriores y especialmente las de Miquel y Carsecor. Son una importante pista a la hora de entender algo de este galimatías. El que quiera entender claro, que lo de la comprensión está muy sobrevalorado. Yo prefiero la implicación.

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Bloomsday
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