Espero que Túnez tras las revueltas populares siga apostando por estas inquietantes muestras culturales, en caso que los barbudos hermanos musulmanes no permitan la exhibición de este cine decadente. Decadente pero muy interesante para nosotros, en la película se cuenta la lucha entre las ideas bárbaras y las conductas tecno-raveras propias del mediterráneo. Una historia de mujeres que se echa de menos al ver comportamientos inocentes y perturbadores por partes iguales. La explosión de surrealismo en la parte media de la película da el gran toque de honor para esta obra para que sea totalmente aconsejable. Una mansión abandonada y okupas con conflictos intergeneracionales, buenos ingredientes en esta sabrosa vianda.

Película gala que tiene como puntos de interés los siguientes:
- la elegancia francesa de la piel clara conjuntada con el ropaje negro.
- el mundo de la adolescencia bien reflejado que provoca una falta de perspectiva, te hace ver que las cosas no van a tener arreglo porque uno se centra demasiado en sus traumas. Ahí la película encara bastante con la realidad, lo que pasa que la realidad es lenta y aburrida la mayor parte del tiempo y eso también lo padece la historia (aquí faltaría un poco más de melodrama hollywoodiense).
- también vemos una miaja de la vida en las instituciones de salud mental, que eso le da a Daniel Écija para hacer cuatro temporadas de serie con teenagers revolcándose.
- es interesante la observancia de la vida de nuestros vecinos franceses, yo es que desde el sur me pilla bastante lejos, tengo querencia por esas llanas tierras y me viene bien ver de cuando en cuando una película como esta recién salida del horno.

Canción que se te viene a la cabeza: Astrud: voy a saltar.

Siendo concisos: pescadores que hablan poco. Mafiosos porculeros. Costa napolitana entrañable. Baños en alta mar. Lo interesante es que estamos un rato a bordo de una chalupa del difícil oficio del mar, lo malo es la trama tan lenta y las secuencias realistas estas que tampoco sirven de mucho.

Es un relato sobre las dificultades de mantener la empresa, la pyme, cosa que puede interesar a los sindicalistas que acuden a las filmotecas. Los personajes de la película en cuestión son lineales y previsibles, cosa que no deja de ser una tara para poder seguir con interés la historia sobre la periferia de Ostia. No es nada del otro mundo, pero como es agradable pasar un rato contemplando cómo se trucan los escort y cómo retozan las jovenzuelas italianas en el barro, pues me apunto.

Se pasa un buen rato viendo a los actores fumar, pidiendo un pitillo cuando a los pitillos no se les llamaba sígar. Las actrices que también fuman vaya usted a creer, se pasean por la cámara enamorando al espectador, también es algo por lo que la película vale. Los diálogos no llegan hasta tanto como para quedarnos picuetos. Los gandules del grupo de rock tienen una gran actuación, contagian libertad con su correteo por las calles. Lo que se aprende, creo yo, es que en Barcelona en el 68 se vivía prácticamente igual que ahora, aunque antes eso sí, ponían pancartas gigantes en los edificios de "Franco sí" aunque ahora supongo yo que la pancarta será en honor a Ratzinger, eso si son buenos católicos.