Ya han pasado 18 años desde el estreno de uno de los thrillers más famosos de la historia del cine y, sin duda, el más destacado de los 90. Una película ya mítica que catapultó al estrellato a Anthony Hopkins y a Jodie Foster, demostrando de nuevo que es más que posible realizar películas de terror poderosas sin abusar de lo sádico, las entrañas ajenas y, en general, escenas que provoquen un amargo sabor a bilis en la boca.
Jonathan Demme supo aprovechar al máximo el increíble material del cual disponía: dos protagonistas de altura (cuyas cualidades quedan plasmadas en todo momento de la película, siempre dando un especial hincapié en el que ha sido, posiblemente, la mejor y más recordada actuación de Hopkins); una historia absorbente, inquietante, capaz de cortar la respiración, que mezcla acción, misterio, suspense y pequeños detalles morbosos y sádicos de forma magistral dando lugar a un monstruo educado, inteligente e ingenioso pero a la vez imprevisible, misterioso y, sobretodo, aterrador; y, finalmente un guión de la mano de Ted Tally que fue capaz de exprimir la novela de Thomas Harris consiguiendo una adaptación cinematográfica perfecta (algo muy difícil de encontrar hoy en día).
¿Qué más decir sobre éste monstruo del cine?
Es cierto que la película ha perdido parte de su capacidad para impactar y conmocionar de la cual disponía el día de su estreno, pero, aunque así sea, casi 20 años después, continua provocando algunos escalofríos y continua interesando, ya que siempre habrás lugar en el cine para Hannibal Lecter.
Sólo queda recomendar, una vez más, el metraje a todos los amantes del cine de terror e incluso a aquellos a los que nunca les haya llamado la atención. Puede que éste sea el primer “bocado” capaz de guiarles en el vasto “buffet” del que dispone el cine de terror hoy en día. Aunque les advierto, les será difícil encontrar un “manjar” como este.

Siempre es agradable y enriquecedor ver y comparar tu estilo de vida y la forma de entender el mundo que te rodea con otras filosofías y experiencias que parecían hasta entonces producto de una mente algo ilusa, utópica e incluso naïf. En Món Petit, tenemos la oportunidad de seguir a Albert a lo largo del viaje más largo que jamás haya hecho siguiendo su peculiar forma de viajar en este documental con una producción muy atractiva y dinámica. El viaje físico pierde protagonismo frente a la aventura emocional que se nos narra en la película a través de sus protagonista y familiares, que no ocultan a la cámara sus vivencias más destructoras y las más vitales (sobre todo el testimonio del padre) que dejarán a más de uno con la boca abierta. Una obra a la que no le da miedo sacar brillo a la faceta más heroica del protagonista como a su álter ego más maquiavélico. Sin duda interesante y enriquecedor.

El primer largometraje basado en uno de los personajes más carismáticos del programa de entretenimiento de Sacha Baron Cohen llega a todas las pantallas. Su propósito: ampliar el universo de Ali G hasta límites insospechados (como el propio Parlamento inglés).
La película se desarrolla a partir de un argumento sencillo que solo sirve de excusa al protagonista para mostrar al público el (bastante patético) elenco de chistes y burlas relacionadas con la aquí parodiada subcultura del hip-hop. En general un humor soez, inmaduro, machista e incluso estúpido.
Sólo destaca un aspecto positivo entre todo este conjunto de chistes malos y risas extremadamente fáciles: la caracterización del mundo en la que vive el personaje. La forma de hablar, su comportamiento, el vestuario, los compañeros… todo se une formando una buena caricatura del reino del hip-hop (aunque no hayan sido capaces de rebajar el nivel de chorradas).
En definitiva, una película que recomiendo a los fans del personaje y del actor, para gente que quiera más Ali G. Solo una última recomendación, si tienen la oportunidad de verla en V.O., no duden en hacerlo ni un instante, ya que en la versión española al hacer abuso de la adaptación se pierden por el camino una gran cantidad de chistes y referencias al mundo del hip-hop, hasta el extremo de convertir la versión doblada en un patético y anémico sucedáneo de la película original, dando como resultado una película llena de diálogos incoherentes (¿alguien dijo Digimon?).

Nos encontramos una vez más con una comedia romántica que separa en dos bandos a hombres y mujeres, los primeros, un tanto simples, directos e incluso primarios; las segundas, soñadoras, complicadas y romanticonas; unos de Marte y otras de Venus, pero al fin y al cabo, juntos en este mismo planeta, en una misma sociedad; y es que con tantas diferencias entre ambos, no es de extrañar que se creen toda clase de situaciones, malentendidos, engaños y caprichos. Bueno, pues de estas mismas situaciones trata el metraje que nos concierne en esta crítica.
A parte de un argumento a primera vista atractivo (aunque poco original), lo que más llama la atención de la película y, seguramente, el factor que nos hará tomar la decisión de verla, es, sin duda, el increíble elenco de actores y actrices del cual dispone: Scarlett Johansson, Ben Affleck, Jennifer Aniston, Drew Barrymore… Un magnífico “dreamteam” del mundo del cine que no ha podido demostrar todo su potencial en una película carente de chispa, ritmo, humor y, en general, con un guión poco trabajado y desde luego nada original.
La película, aun y ser presentada como una comedia romántica, brilla por su ausencia de humor. Es una película poco ágil, con situaciones repetitivas y (normalmente) previsibles que finalmente dan como resultado una obra vacía que puede hacerse larga para la mayoría de espectadores.
En definitiva, no se dejen engañar por el reparto, porque se encuentran delante de una comedia romántica como cualquier hora (o incluso una de las menos recomendables) ¡Sigan buscando!

Tras varios años de espera y rumores incesantes sobre la nueva película de Amenábar, la película más cara de la historia del cine español llega a nuestras pantallas.
El film nos cuenta la historia de Hipatia, una de las filósofas más brillantes durante la decadencia del Imperio Romano y el alzamiento del cristianismo. En ella se entremezclarán algunas historias de amor (todas unilaterales), los trabajos de investigación de la protagonista y la difícil situación política y religiosa de la época.
Nada más ver la película, lo primero que salta a la vista es todo el apartado visual: los decorados, efectos especiales, la ambientación, los vestuarios, la fotografía… Nada tiene que envidiar a las producciones de Hollywood. Todos los detalles están muy bien cuidados, la recreación de Alejandría es sólida y convincente y no se ha dejado nada al azar.
Las actuaciones de la gran mayoría de los actores son bastante notables, pero sin duda destaca el trabajo de Rachel Weisz, quien se ha tomado el papel de Hipatia muy enserio y nos deleita con sus cualidades.
Pero el film tiene un punto flojo: la historia.
Podríamos dividir el metraje en dos partes. La primera de ellas y la más notable mantiene un buen ritmo y en ella todos los elementos están presentes de forma evidente. En ella encontramos las diferentes historias de amor, las complicaciones de la época, la pasión de Hipatia… Pero durante la segunda parte, la película toma un giro más político y repetitivo. Deja a un lado la historia individual de Hipatia para concentrarse más en el futuro de Alejandría. De esta forma se congelan todas las pasiones y los personajes pasan a un segundo plano, dejan de ser individuos para formar parte de la masa. Lo único que se mantiene es pasión de Hipatia por la astronomía.
Una película con un gran aspecto visual y llena de buenos elementos, con un arranque emocionante pero que por desgracia poco a poco va congelándose.