Una película dura y conmovedora, que nos cuenta la vida de Edith Piaf; a veces patética, a veces de desmesurada felicidad, pero siempre intensa. Podría decirse de ella que conoció el infierno, pero también toco el cielo con las manos. Excelente la ambientación; muy buena actuación de su protagonista, y la caracterización de sus personajes; con una música que se disfruta de principio a fin.

Un film que sin duda actúa como un poderoso revulsivo para la conciencia, no solo de los alemanes, sino de toda la humanidad, ya que precisamente versa en torno a una de las peores desgracias sufridas por el mundo en el siglo XX: El advenimiento del Nazismo.
Sin pretensiones aleccionadoras, sin moralinas, y con mucho discurso políticamente incorrecto que desconcierta al espectador, esta imprescindible sátira hecha película, nos hace reflexionar sobre el mundo en que vivimos, sobre nuestra sociedad y la llamada democracia; nos hace reír, y también nos refleja brutalmente como seres humanos, dejando en evidencia, en algunos más que en otros, al enano fascista, que todos llevamos dentro.

La película se puede clasificar dentro del genero Gore, apelando a una sucesión sin fin de imágenes repulsivas desde el mismo principio. No es necesario llegar a la náusea, o lo insoportablemente macabro/violento para tomar conciencia de las atrocidades cometidas por la dictadura chilena de Pinochet, y justificar así la creación de semejantes monstruos.
Solo una mente enferma es capaz de crear y recrear una bazofia como esta.

Tal vez lo único interesante de este film sea simplemente -o casi- la idea que origina el título. Una misma historia, intensa por cierto, de apenas unos minutos contada vertiginosamente una y otra vez, desde los distintos puntos de vista de sus protagonistas. Sin embargo en este aspecto rescatable, también hay un punto debil: la repetición de las escenas "comunes" llegan al hartazgo.
Lo demás, ya sabemos, recursos archiconocidos del cine norteamericano: Las persecuciones abandonan los magullados autos patrulleros negro y blanco de las calles de Nueva York para trasladarse a las angostas, caóticas y superpobladas calles de Salamanca, en vehículos más ágiles y europeos.
La clásica mezcolanza étnico-cultural, con variados acentos del español y el mundo árabe encarnando a los malos de la película. Discurso ético de un presidente norteamericano que resulta muy poco creíble.

Talvez el mayor mérito-pero no el único- de la película sea el de permitirnos ver la belleza en medio de la sordidez; ver la flor que crece entre la basura; mostrarnos que la redención puede llegar aún en el último instante de nuestras vidas.
Es un bello alegato antibélico- no panfletario-, contra el racismo y contra la intolerancia, que Eastwood nos lega en el ocaso de su vida, con la mayor lucidez.