No se le puede pedir más a esta película. Su fotografía, su impresionante banda sonora, la fuerza de Meryl Streep y la belleza del argumento son inmejorables.

El mundo al que nos transporta Amélie que no es otro que el cotidiano visto desde una perspectiva bondadosa - podríamos decir incluso que ingenua y utópica - representa una dosis de optimismo que realmente se agradece sobretodo por ir acompañada de una fotografía e iluminación que transforman los escenarios en caramelo, unos golpes de humor sano y sin pretensiones y sobretodo buenos sentimientos.

Por una vez la adaptación americana de una obra de la literatura clásica francesa resulta de mayor calidad comparada con la también excelente versión europea de Milos Forman (Valmont).
Las interpretaciones absolutamente magistrales de Glenn Close y John Malkovich y unos diálogos que rayan el virtuosismo hacen que ver esta película sea un auténtico placer. Es sin duda alguna una obra maestra del cine en la que se explora con sumo refinamiento sentimientos y actitudes como la crueldad, los celos, el amor o la soberbia. Nos convertimos en cómplices de la acción al compartir los secretos de los personajes de la novela de Choderlos de Laclos.
Los detalles, cuidados al máximo y un ritmo que mantiene el interés hasta la impresionante escena final, completan los ingredientes que hicieron a esta película de Stephen Frears merecedora del oscar al mejor guión adaptado.