No creo que sea la única persona que hace diez años descubrió una fascinante película de ciencia ficción que se alejaba de cualquier tópico creado hasta entonces. Tocaba temas que a los humanos nos inquietan profundamente con una compleja sencillez, sin sobresaltos, sin músicas estridentes ni imágenes sobrecogedoras, no hacía falta, el brillante y apasionado diálogo entre amigos, bastaron para mantenernos durante dos horas soñadores e identificados con cada una de las frases que escuchábamos. Nos hubiera bastado con eso...o acaso no?

Quizá Schenkman pensara lo mismo entonces, o quizá ya lo tuviera en mente...y decidió continuar el diálogo más allá, pero el resultado no fue lo que esperábamos; nos hubiera bastado con otra habitación y un fuego cálido en el que acunar nuestras fantasías e ilusiones. Me encantaría decir esta segunda parte ha continuado llenando el vacío existencial, pero no puedo. Se ha quedado muy lejos en todo, en el concepto, en la pantalla, en el contenido, en los personajes...Aún así y por nostalgia, no puedo puntuarla por debajo de cinco.

En un tiempo en lo que nos preocupa es la ecología del planeta, su calentamiento global, sus recursos; en un tiempo en el que el Vaticano se permite el lujo de opinar sobre la espiritualidad ecológica de "Avatar" y de que promueve "sentimientos depresivos"; en un tiempo en que vamos viendo hacia donde nos encaminamos como especie, no está de más echar la vista atrás, hacia esos años en los que el hombre estaba inquieto, donde el hombre iba a llegar a la luna y quería explorar el espacio, quería saber, quería llegar al final (o al principio) de todo, y esta inquietud se expresaba en su arte: su cine, su literatura, su ciencia (en cierto modo exploradora de la vida misma)...y lo vió oscuro, lo vió negativo...y también lo expresó...

Hoy, donde todo ello (en cierta forma), nos vuelve a preocupar, ya sabemos que el Planeta es independiente, que no le importamos y que con o sin nosotros seguirá adelante y la especie humana, como tal, podría extinguirse, por muchos motivos, como en su día lo hicieron los dinosaurios, y nuestro nicho ecológico (si es que lo es) será ocupado por otra especie, tal es la evolución y la selección natural...

El Planeta de los Simios refleja toda esta reflexión...por sus paisajes, por su contundencia, por su textura, por su contenido, y sobre todo por su final...con visión de futuro, por todo ello, le pongo un nueve

Es cierto que ver una película sobre el futuro cuando ya es pasado no deja de ser curioso. La visión que de entonces se tenía del cambio de siglo no fue quizá tan desacertada. Desacertado por mi parte, fue verla en castellano y no en versión original, por lo cual sé, que no seré objetiva: muchas expectativas y bastante decepción, mitigada (como siempre) por el gran Ralph Fiennes y su personaje. Merece para mi una segunda oportunidad en versión original, para que gane en esa profundidad de personajes y pierda en tiros y desaciertos, entonces volveré a puntuarla. Hasta entonces...